Los secretos de la relación más especial
Los secretos de la relación más especial
Viernes, 24 de Enero 2025, 10:14h
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Francisco, padre de dos hijos y abuelo de dos nietos, ha bañado a un bebé por primera vez en su vida a los 75 años. Elvira, su mujer, de 66, está perpleja ante la nueva actitud de su marido con los niños. «Hace cosas que no hizo nunca, va a los columpios, incluso cambia pañales. Los nietos lo han transformado», cuenta. Los nietos provocan cambios, sí. Ensanchan el corazón y traen de nuevo a tu vida las vibraciones de la infancia, los juegos, las canciones, las payasadas (sorprende lo que llegas a hacer). Es un enamoramiento con las ventajas que eso conlleva. Una de ellas es que ser abuelo alarga la vida. Lo concluye un estudio del Centro de Actividad Física y Envejecimiento de la Universidad Estatal de Wichita: los abuelos que cuidan a los nietos tienen un 37 por ciento más de probabilidades de vivir más y tienen mejor actividad cognitiva.
La actividad afectiva la propulsan los nietos con sus gorgoritos, ocurrencias y sus muestras de amor inocente y auténtico. Si el bebé te agarra el dedo y ves (sin dudarlo) que esa manita regordeta es exacta a la de tu padre se te desata una tormenta emocional... y liberas oxitocina (la hormona de la felicidad) porque esa manita es un eslabón de la cadena de tu familia, del legado de tus padres.
Sabíamos que los nietos tienen un intenso poder sobre los abuelos, que su existencia supone una convulsión emocional y vital. Y ahora hay pruebas científicas. «Yo he revivido», proclama Montserrat, de 70 años. Cuida a su nieta de 4 años dos tardes por semana. Esa tarea ha sido un zarandeo gozoso en su vida, un chute de energía, una ilusión que la tiene asombrada. Esa inyección emocional la estudian los científicos junto con otras consecuencias positivas de la 'abuelidad'.
Cuando cuidarlos no es obligatorio y asfixiante –existen los abuelos esclavos–, los nietos proporcionan una sensación de propósito y satisfacción personal, un estímulo, ganas de vivir, compañía, un cariño precioso… A Saro, de 86 años, le han descubierto también «unas habilidades para el juego que desconocía». Enseñar, jugar, ayudar son placeres de abuelo. Te has desprendido de las exigencias educativas, puedes centrarte en lo bueno y preparar un menú completo con sus platos favoritos, porque sí, porque eres la abuela.
La recompensa de todo ello es lo que das. Los abuelos que cuidan y se divierten con sus nietos «les regalan un mejor desarrollo cognitivo y bienestar emocional; les transmiten valores, tradiciones, sabiduría, historia de la familia; y hacen de árbitros entre sus hijos y sus nietos. Son una figura de referencia y estabilidad», explica el estudio Abuelos y crianza, de Aldeas Infantiles SOS.
Los abuelos incluso enriquecen el vocabulario de los niños: cada generación y cada familia tiene el suyo. Un abuelo contagia expresiones y palabras raras hoy en día como 'zangolotino' o 'zaguán', y como contrapartida recibe lecciones de WhatsApp o se entera de qué cuentas 'lo petan' en Instagram.
La relación con los nietos es una simbiosis enlazada por una complicidad preciosa. Los buscas. Y ellos a ti: y te hinchas de felicidad porque les gusta estar contigo. De hecho, para los niños estar con sus abuelos es su tercera actividad preferida según una encuesta realizada por Lingokids: a estar con los abuelos solo le ganan recibir un regalo sorpresa y hacer un plan divertido con los amigos. «Con los abuelos podemos hacer más cosas. Y cuando dormimos en su casa nos quedamos rato charlando en la cama», explica Olivia, de 10 años.
Los abuelos españoles (que son 8 millones) son comprometidos: el 35 por ciento se ocupa del cuidado de sus nietos, frente al 15 o al 13 por ciento de los abuelos alemanes y franceses y al escaso 9 por ciento de los daneses. Y entregados: dedican unas 16 horas semanales a los nietos. Las tareas más habituales son llevarlos al colegio (27 por ciento) y darles la cena o la comida (24 por ciento), según el Barómetro de Mayores de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España.
No cobran en euros (la plataforma prontopro.es calcula en 2240 euros al mes el sueldo que merecen los abuelos cuidadores), pero sí reciben un pago. Porque los nietos curan la soledad, un imán para la depresión; y cosen a las familias. «A mí me han hecho más colega de mis hijas. Ahora ellas me entienden mejor», cuenta Marta, de 66 años.
Los nietos te acercan a tus hijos; te condecoran como alguien especial, te guardan un sitio en su primera fila y te hacen sentirte útil. Hay nuevas teorías evolutivas que sostienen que las mujeres viven más tiempo tras la menopausia –cuando son, en teoría, inútiles para el grupo por infértiles– debido a su papel en sacar adelante a los cachorros del clan. La socióloga Mirkka Danielsbacka ha descubierto que en la Europa de los siglos XVIII y XIX, cuando la mortalidad infantil era muy alta, «si las abuelas vivían con la familia la tasa de supervivencia de los niños era mayor».
Todavía en el siglo XXI se tira más de la abuela materna que de la paterna. ¿Hay diferencia entre los nietos de las hijas y los hijos? Sí, dicen los expertos. «La solidaridad intergeneracional entre mujeres es mayor», explica Juan López Doblas, profesor de Sociología de la Universidad de Granada y experto en sociología del envejecimiento y la familia.
La convulsión vital de las abuelas, su despertar emocional provocado por los nietos, se traspasa a los escáneres cerebrales. Un equipo del Departa-mento de Psicología, Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad Emory (Estados Unidos) analizó a 50 abuelas y comprobó cómo se activaban las áreas del cerebro implicadas en la empatía emocional cuando veían fotos de sus nietos. Le sucede a Montse las tardes que pasa con su nieta: «Se me enciende como una luz interior, me siento más joven, se me olvidan las penas», cuenta.
Será por ese rejuvenecer o por la sacudida afectiva que provocan, pero hay quienes no son abuelos y, como quieren serlo, se hacen abuelos adoptivos. En España, Leticia Jiménez fundó Quiero un Abuelo.es, una web que ha proporcionado 50 abuelos postizos. El proyecto funcionó durante tres años y terminó con la pandemia, «pero todavía me contacta gente para darme las gracias», cuenta Leticia.
«Envejecer sabiendo que tus nietos te quieren es un estímulo que a estas alturas de la vida viene muy bien», cuenta Isabel, de 69 años. Ellos te impulsan a hacer cosas nuevas. Como en el caso de Francisco, muchos hombres mayores que no sabían ni dónde estaba la cocina cambian pañales ahora. «Hay una nueva masculinidad también entre hombres mayores que fueron educados en no expresar los sentimientos, y ahora son más emocionales con su familia», explica Juan López Doblas. Y eso es bueno.
Pero ser abuelo también es agotador. A Ramón, de 68 años, abuelo de ocho nietos, le suceden dos cosas con ellos: «Me dan dos alegrías, una cuando llegan y otra cuando se van». Es otra verdad empírica, lo acaba de demostrar el estudio Los abuelos modernos, realizado por la Universidad de Harvard y el Kings College y que registra la enorme euforia que invade a los abuelos cuando los nietos, después de una visita, regresan a sus casas.