Viernes, 16 de Febrero 2024, 10:15h
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A estas alturas del desparrame, decir que el mundo se ha vuelto gilipollas no es novedad. Carece de mérito perspicaz. Lo único nuevo es que cada día somos un poco más gilipollas. Ustedes, yo. Todos. Es como si nos hubiésemos embarcado en un concurso de vueltas de tuerca, de averiguar quién mejora el número de la cabra. Insatisfechos con poner al día las muchas cosas importantes que necesitan revisión, que no son pocas, pasamos el día pensando qué más inventar; qué nuevo enfoque dar a asuntos resueltos de toda la vida; a qué podemos recurrir para sumarnos, con la satisfacción del deber cumplido –hoy es fácil y sin compromiso, basta un clic en el teléfono móvil–, a las revisiones necesarias o innecesarias, justificadas o no, que convertirán el mundo en un lugar mejor y más justo, etcétera.
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