Volver
';

Antropología Los primeros chapuzones de la Historia

Ya buceábamos en la Edad de piedra, y en la antigua Grecia saber nadar era clave para ser considerado culto. Un libro indaga en la historia de la natación.

El nadador. Platón habló de la conveniencia de saber nadar, decía que era de cultos. Este fresco, de circa 470 a. C., adorna 'La tumba del nadador', en el sur de Italia. Cordon

Jueves, 05 de Agosto 2021

Tiempo de lectura: 3 min

Somos criaturas terrestres con un pasado acuático. Por eso nadamos, es cosa de la evolución. «Hemos ideado la manera de recuperar habilidades que existían antes de que se produjera la escisión tierra-mar en nuestra evolución, hace cientos de millones de años», explica Bonnie Tsui en su libro Por qué nadamos (geoPlaneta).

El paleobiólogo Neil Shubin explica en su libro Tu pez interior: 3500 millones de años de historia del cuerpo humano, que la estructura de nuestro cuerpo es un legado de peces, reptiles y otros primates de épocas remotas. Pero nosotros tenemos que aprender a nadar, mientras que «la mayoría de los mamíferos terrestres poseen una habilidad natatoria instintiva desde que nacen», puntualiza Bonnie Tsui.

Sí, los cachorros de perro o de elefante nadan por instinto. Los bebés humanos contienen la respiración y disminuye su ritmo cardiaco cuando se sumergen, pero eso no significa que sean capaces de vadear un río.

Legado generacional

Tuvimos que aprender a nadar. «Somos una especie cultural», explica el biólogo Joseph Henrich. Los grupos humanos entrelazan conjuntos de conocimientos que se transmiten de unos a otros: cómo fabricar un arpón, cómo extraer el veneno de una planta, o cómo nadar son conocimientos adquiridos y transmitidos a lo largo de generaciones.

Ya buceábamos en la Edad de Piedra. Lo demuestran las impresionantes pinturas rupestres de la Cueva de los Nadadores, descubiertas en 1933 por László Almásy en Wadi Sora, en el desierto del Sáhara. Aquellas pinturas son una prueba de que hace diez mil años en el Sáhara hubo agua, aquel mar de arena estuvo salpicado de lagos.

alternative text
Bucear en el Sáhara. La Cueva de los Nadadores muestra zambullidas durante el Neolítico al suroeste de Egipto, en un desierto donde hace diez mil años había lagos.Getty Images

Aprendimos a nadar para sobrevivir. «Nos ayudó a cruzar algún lago prehistórico y escapar de los depredadores», apunta Bonnie Tsui. Hubo nadadores en la Edad de Piedra, en el antiguo Egipto, en Grecia... Platón, por ejemplo, consideraba que saber nadar era imprescindible para ser culto. «Un cargo oficial debe caer en persona culta, no como otros que no saben nadar ni leer», dijo.

Hay referencias natatorias en el 'Gilgamesh', 'La odisea' y la Biblia. Y en Japón, en el siglo XVII, era obligatorio aprender a nadar

Hay referencias natatorias en el Gilgamesh, la Odisea y la Biblia. En la Edad Media, sin embargo, se le dio la espalda. Luego, en Japón, un edicto imperial del siglo XVII obligaba a enseñar la natación. En el siglo XIX, en Gran Bretaña se convirtió en deporte de competición. Fue una de las disciplinas incluidas en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, celebrados en Atenas en 1896.

Chaleco salvavidas. Plutarco describe en el año 400 a. C.  un chaleco salvavidas de corcho. Lo usó un mensajero del general Camilo para cruzar el Tíber: el puente estaba en poder de los galos.

Gafas. En la Persia del siglo XIV usaban la capa exterior translúcida de un caparazón de tortuga como gafas de buceo para pescar perlas.

Tubo. Leonardo da Vinci ideó una vejiga animal inflada con aire para respirar bajo el agua. También dibujó aletas y un tubo respirador.

Aletas. Benjamin Franklin inventó en el siglo XVIII unas palas para nadar más rápido. Se llevaban en las manos y eran muy parecidas a las paletas de los pintores.

Traje de buceo. James Emerson creó, en 1896, una 'máquina de nadar', un armazón de metal con refuerzos mecánicos en brazos y piernas.

Foto: Archivo histórico OEPM