La multimillonaria al frente de Bumble Cuando son ellas las que ligan primero
Jueves, 02 de Diciembre 2021, 14:22h
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Hace cuatro años la sede de Bumble era un modesto piso de dos habitaciones en el centro de Austin (Texas), donde se apretujaba una decena de jóvenes empleados. Whitney Wolfe entonces tenía 27 años y llevaba dos y medio al frente de esta aplicación para ligar en la que las mujeres tenían que dar el primer paso a la hora de establecer contacto.
Ahora, el personal asciende a más de 700 personas y tiene oficinas también en Barcelona, Londres y Moscú. Cuenta con 42 millones de usuarios activos en 150 países. Y en febrero pasado, a los 31 años, se convirtió en la consejera delegada más joven en sacar una gran corporación a Bolsa: y en la billonaria por derecho propio (no por herencia) más joven, con una fortuna personal valorada en 1,6 mil millones de dólares. De hecho, es una de las contadas 100 billonarias hechas a sí mismas que hay en el mundo.
Las mujeres hechas a sí mismas tienen un porcentaje muy pequeño entre las personas más adineradas del planeta. En parte, porque hay pocos inversores dispuestos a poner dinero en compañías fundadas por mujeres. «Las mujeres tienen mayores problemas para conseguir capital porque se nos exige mucho más que a los hombres», explica Whitney. «Los hombres que piensan a lo grande, con osadía, reciben el aplauso generalizado, pero a las mujeres se nos inculca que lo mejor es ser discretas, conformarse, no tener la cabeza llena de pájaros. Nos cuesta tener seguridad en nosotras mismas porque corremos el riesgo de que nos consideren egocéntricas o arrogantes. Sé de lo que hablo -concluye-. Lo he vivido en mis propias carnes».
De hecho, hay quien todavía relativiza el éxito de esta empresaria y lo atribuye a Badoo, la gigantesca red social propiedad del ruso Andrey Andreev, que invirtió mucho dinero en la fase inicial de Bumble. «Pero Badoo también puso dinero en muchos otros proyectos de los que nunca más se supo», argumenta Whitney Wolfe.
Sufrió malos tratos de su pareja siendo muy joven. Luego denunció a sus socios de Tinder, empresa de la que era vicepresidenta, por acoso sexual. Acabó por fundar su propia ‘app’ para ligar
¿Por qué dan ellos el primer paso?
Bumble funciona de forma parecida a Tinder, a partir de la ubicación y la proximidad geográfica. Miras la pantalla y le das a la derecha si es que «sí, me interesa lo que veo», a la izquierda si es que «no, mejor lo dejamos correr». Con una diferencia fundamental: los hombres no pueden iniciar una conversación, y la mujer tiene 24 horas para establecerla, antes de que el emparejamiento expire. (En el caso de los emparejamientos del mismo sexo, ambas partes pueden trabar conversación). La suscripción en principio es gratuita, pero las hay premium. También es posible obtener 30 spotlights (‘visibilidad destacada’) que sitúan tu perfil en primerísimo plano para que todos lo vean al momento (con un coste).
«En ningún lugar está escrito que los hombres tengan que dar el primer paso. Es un simple condicionamiento social -explica Wolfe-. Es incontable el número de mujeres que me dicen: antes nunca daba el primer paso. Ahora me he acostumbrado… También en la vida real. Todas aseguran que Bumble las ha ayudado a conseguirlo. Para ellas ahora resulta normal. Toman la iniciativa al conocer a una persona que les resulta interesante o atrayente… Y también en otros ámbitos, como a la hora de enviar un currículum profesional».
Wolfe fue una de las fundadoras de Tinder, la primera aplicación para ligar que incluía el deslizamiento a la derecha de la pantalla para señalar interés por el otro. Se convirtió en su primera vicepresidenta de marketing. Y solo tenía 23 años. Por entonces salía con otro de los fundadores, Justin Mateen, quien -según ella-terminó por mandarle mensajes insultantes y la trató de «putón verbenero» y de «sacacuartos» después de su separación. Siempre según Whitney, otro de los miembros fundadores consideraba «de chiste» que una mujer ocupara un tan alto cargo en la empresa. Wolfe llegó a poner una denuncia contra Tinder por acoso sexual y la compañía decidió llegar a un acuerdo extrajudicial. Pagó un millón de dólares, o eso se dijo.
«Tenía 24 años y la gente me odiaba»
El caso saltó a los medios de comunicación y, en consecuencia, la empresaria sufrió una campaña despiadada de misóginos en la Red. «Correos electrónicos, tuits, individuos que se presentaban en mi casa… Fue horroroso». Perfectos desconocidos la amenazaron con violarla y asesinarla. «Tenía 24 años y la gente de pronto me odiaba. Decidí asumir el control de mi vida y traté de hacer algo que ayudara a resolver el problema al que ahora tenía que hacer frente».
Hay otro aspecto de esta historia sobre el que raras veces habla en público. Hace años salió con alguien al que una amiga describe como «una persona horrible. Pocas veces he visto una relación tan aberrante». Según se dice, este hombre -cuya identidad sigue siendo secreta- llegó a encañonar a Whitney con una pistola y amenazó con matarla. «Durante mi primera juventud experimenté abusos psicológicos serios. Me sentía impotente, una inútil absoluta», declaró ella en su día. «Vi el lado siniestro que pueden tener las relaciones de pareja».
Si algo ha florecido con la pandemia, además de las entregas a domicilio, son las aplicaciones para ligar. Su uso aumentó del 17 al 23 por ciento. Bumble ha registrado un incremento del 42 por ciento en las videollamadas y del 33 por ciento en el número de los usuarios.
A pesar de haber creado una aplicación de éxito, Wolfe reconoce que solo ha ligado por Internet una vez. «Me cité con alguien a través de Tinder. Y no funcionó». A su marido, un rico heredero texano con quien ha tenido un hijo, lo conoció en 2014 en Aspen. El tipo entró en un lujoso hotel, se sentó junto a su futura esposa y le preguntó a bote pronto: «Tengo entendido que llevas una de esas cosas de Internet». Whitney ríe y explica: «Mi marido es un ranchero al viejo estilo. Sigue usando su dirección de correo de Yahoo de toda la vida y se limita a mirar el móvil una vez al día. En lo referente a la tecnología, estamos en las antípodas».
«Pero, ojo, de estar soltera yo usaría Bumble -se cuida de subrayar-. Mi madre ha estado usándolo, mi abuela también. Tengo amigos divorciados que han vuelto a casarse gracias a la aplicación».
Whitney volvió al trabajo 18 semanas después del nacimiento de su hijo. Era «la consejera delegada de 700 personas, con un serio trastorno de depresión y ansiedad posparto -recuerda-. Me sentía perdida, todo me daba miedo. Fue un momento muy difícil».
«No estamos hechos para estar solos»
Ahora ya no mira el correo electrónico cada dos horas durante la noche, como hacía antes: «Un día, me dije que ya estaba bien de todo eso. Era un comportamiento tóxico, para mí misma y para los demás. Estábamos perpetuando esa obsesiva cultura del trabajo que hace que tantas personas se quemen. Trabajé sin descanso durante demasiados años, y eso no es sano. Me he perdido muchas cosas en la vida. Me pasaba semanas seguidas sin hablar con los amigos o la familia, sin llamar a mi abuela. Ahora me arrepiento», añade.
«No tuve una vida de verdad hasta que cumplí los 30 años. Desde los 22 estuve trabajando como una mula. Y sí, ahora estoy en un listado de mujeres ricas. Pero ¿qué importancia tiene eso? Lo importante es disfrutar de la vida. Nadie te obliga a dejarte la piel en el trabajo. Es una decisión que tú tomas. Y en último término no es lo principal».
Eso no quiere decir que sus planes para Bumble no sean ambiciosos. Hoy existe Bumble Bizz, para el networking y las conexiones profesionales en general; Bumble BFF, para hacer nuevos amigos… «Siempre ambicioné ir más allá de los ligues», asegura. Y agrega: «el nuevo filón está en las aplicaciones para hacer amigos». Las plataformas para «descubrir nuevos amigos» como Itsme, Hoop y Wink son las que crecen con mayor rapidez. «Y esperamos que Bumble vaya por delante en este terreno».
«Nos sentimos solos. Somos seres hechos para vivir en sociedad, no para estar solos. El ser humano no ha nacido para el aislamiento -subraya-. La pandemia nos ha enseñado que las relaciones personales son primordiales en la vida».
@The New York Times
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