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Luis Von Ahn: «Lo que funciona en TikTok o Instagram también funciona para nosotros»

El creador de Duolingo

Luis Von Ahn: «Lo que funciona en TikTok o Instagram también funciona para nosotros»

Este informático de Guatemala ha creado la aplicación para aprender idiomas más descargada del mundo: Duolingo, con más de veinte millones de usuarios al día. Miles de universidades de todo el mundo ya aceptan incluso el Duolingo English Test como certificado de nivel del idioma, equiparable al TOEFL. El propio Luis Von Ahn nos cuenta las claves de su éxito.

Viernes, 12 de Abril 2024, 11:37h

Tiempo de lectura: 7 min

Cuando tenía 8 años, su madre le compró una computadora Commodore 64. Eso determinó su fascinación por la tecnología y su vida. Luis von Ahn nació hace 45 años en la Ciudad de Guatemala, donde creció, hijo de dos médicos de ascendencia alemana. A los 18 se marchó a Estados Unidos para estudiar en las reconocidas universidades Duke y Carnegie Mellon. En el año 2000 creó Captcha, que le vendió a Google, y luego desarrolló con el hacker suizo Severin la plataforma de enseñanza de idiomas Duolingo, que ahora es una de las aplicaciones más utilizadas en el mundo. En la actualidad vive en Pittsburgh (Pensilvania).


XLSemanal. ¿Cómo inventó Duolingo?

Luis von Ahn. En 2011, Severin Hacker y yo decidimos desarrollar un programa dirigido a la educación. Severin buscaba un tema para su tesis doctoral; y yo era su director de tesis. Él habla alemán y mi lengua materna es el español. Así que creamos un curso para que él aprendiera mi idioma y yo, el suyo.

XL. ¿Funcionó?

L.V.A. No del todo. Todas las mañanas le preguntaba a Severin si había tomado sus lecciones de español y me decía que le aburrían. Entonces se nos ocurrió convertirlas en una competición: acortamos las lecciones, metimos un ranking...

XL. ¿Y cómo un grupo de nerds de la informática ha tenido tanto éxito con la gramática?

L.V.A. Porque ninguno estaba interesado en los idiomas. Un amante de la lengua habría hecho una aplicación diferente. Nosotros queríamos que funcionara con gente como nosotros, que trabajamos con códigos y números.

XL. Su aplicación azuza a los usuarios: hay puntuaciones, clasificaciones, recordatorios insistentes en el teléfono. ¿Es parte del modelo de negocio?

L.V.A. Usamos las mismas estrategias que los juegos o las redes sociales para mantener a la gente interesada. Lo que funciona en TikTok o Instagram también nos funciona a nosotros.

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Muy comprometidos. Ahn está casado con la abogada de origen sueco estadounidense Ingrid Ulrika Bilowich. Tras ser asistente del fiscal de Kings, Brooklyn, en Nueva York, ella trabaja en erradicar la violencia de género contra las mujeres desde Ilva Foundation, creada en tándem con Ahn.

XL. ¿Qué país es el más vago a la hora de aprender?

L.V.A. Los latinoamericanos. Sé de lo que hablo, soy de Guatemala. Los japoneses son los más trabajadores. Tienen las rachas más largas.

XL. Algunas frases que enseña su aplicación son absurdas. ¿Por qué necesitas saber en noruego «la osa dio a luz un pato»?

L.V.A. También enseñamos frases normales como «hola, ¿qué tal estás?». Pero es verdad; hay algunas extrañas. Estoy aprendiendo sueco, porque mi mujer es de Suecia, y acabo de ver una.

XL. ¿Qué frase es?

L.V.A. «El cuerpo de su marido está detrás de la cama»... o algo así.

XL. Parece de un thriller sueco.

L.V.A. Correcto. Las frases extrañas le dan carácter a nuestra aplicación. La gente habla de ello: «¡Mira qué locura aprendí!».

XL. Pero los críticos dicen que para dominar un idioma hay que hablar con la gente.

L.V.A. Es cierto. Pero estamos trabajando en ello. ¿Puedo mostrarte algo?

[Ahn saca su teléfono y arranca una aplicación. Un personaje llamado Lily aparece en pantalla].

Lily: [En francés]. Tengo una pregunta para ti: ¿cómo eliges un restaurante?

L.V.A. [En francés]. ¡Elijo un restaurante que tenga buena comida!

Lily: Ah, la buena comida es importante. ¿Qué cocina te gusta?

L.V.A. La cocina mexicana.

Lily: ¿Alguna vez has probado la cocina vegetariana?

L.V.A. ¡No, me encanta la carne! [Al periodista]. ¡Has visto! ¡Funciona muy bien!

Lily: Bueno, a mí las verduras.

L.V.A. Vale, Lily, lo dejamos ahí. [Al periodista]. A la gente le gusta hablar con Lily porque no lo juzga. Por eso usamos ChatGPT.

XL. Usted sustituyó a sus traductores por la inteligencia artificial. Ahora, la IA se está apoderando del trabajo...

L.V.A. No eran nuestros empleados, sino externos.

XL. ¿Pero las computadoras nos quitarán el trabajo?

L.V.A. Estás preguntando a la persona equivocada. Algunos creen que la IA creará más puestos de trabajo; otros que nos los está quitando. No sé quién tendrá razón. Pero lo cierto es que hay tareas que la IA ya resuelve muy bien.

«No sé si soy el más rico de Guatemala, pero, cuando viajo allí, necesito muchos guardias de seguridad. Espero que las cosas cambien con el nuevo gobierno»

XL. Antes de Duolingo creó Captcha; esa prueba que determina si el usuario es un humano o un bot...

L.V.A. ¡Lo siento!

XL. Veo que es consciente de que su invento es desesperante; reconocer pasos de cebra, autobuses... ¿Cuánto tardará la IA en sustituirlo?

L.V.A. No mucho. Tareas que hace veinte años eran irresolubles para los algoritmos ya no lo son. La IA no solo será igual a nosotros, será superior en muchas disciplinas.

XL. ¿Cuándo sucederá eso?

L.V.A. No sé si será en cinco, diez o cincuenta años, pero llegará.

XL. ¿Qué haremos los humanos?

L.V.A. No lo sé. Tal vez trabajemos con las computadoras, tal vez las tratemos como esclavas, como los griegos, que se concentraban en la poesía y la filosofía mientras otros hacían el trabajo físico.

«Quizá los robots acaben siendo nuestros esclavos y, como los griegos, nosotros nos dediquemos a la poesía y la filosofía»

XL. ¿Y si nosotros somos los esclavos?

L.V.A. Creo que dominaremos a las computadoras. Pero, por supuesto, no lo sé con seguridad.

XL. ¿Deberíamos regular más la IA, como hace la Unión Europea?

L.V.A. Incluso si Europa o Estados Unidos limitaran su desarrollo, otros países la implementarán. Las reglas no impedirán que alguien desarrolle una IA superinteligente.

XL. La IA amenaza su propio negocio. Los teléfonos ya traducen palabras habladas casi en tiempo real.

L.V.A. No me preocupa. Tenemos dos grandes grupos de usuarios: uno aprende idiomas como hobby; ¡y la gente sigue jugando al ajedrez, aunque los ordenadores sean excelentes jugadores!

XL. ¿Y el otro grupo?

L.V.A. Aprende inglés porque lo necesita para la escuela, la universidad o el trabajo. Y las aplicaciones de traducción en vivo no son un buen sustituto. Incluso la mejor te manda la traducción con cinco segundos de retardo.

XL. No parece confiar tanto en el futuro cuando ahora también ofrecen lecciones de matemáticas y música con Duolingo.

L.V.A. Ampliamos oferta. Nuestra aplicación de matemáticas trata cuestiones simples: fracciones, porcentajes, cosas así. Más adelante habrá álgebra y fórmulas. Queremos enseñar todo lo que se aprende en una escuela de secundaria.

XL. Gracias a una ronda de financiación tiene mucho dinero.

L.V.A. Así es, cerca de mil millones de euros en el banco. Tenemos que ver qué hacemos con él.

XL. El año pasado facturó más de 500 millones de dólares. Pero Duolingo arrancó con una promesa: «Los amigos no permiten que sus amigos paguen por estudiar idiomas». ¿Qué pasó con ese propósito?

L.V.A. Teníamos que desarrollar un modelo de negocio viable, pero todavía puedes usar la aplicación gratis; solo tienes que ver la publicidad. Si no quieres eso, contrata una suscripción.

XL. ¿Funciona esa estrategia?

L.V.A. Alrededor del 80 por ciento de nuestros ingresos provienen de las suscripciones y menos del 10 por ciento, de la publicidad. Personas muy acomodadas de Alemania, Suiza y Estados Unidos están dispuestas a pagar. La mayoría de los usuarios gratuitos se encuentra en países más pobres como Brasil o Vietnam. Nuestra aplicación redistribuye la riqueza. Los ricos pagan la educación de todos.

XL. ¿Me vende su negocio como una idea socialdemócrata?

L.V.A. En el equipo fundador había muchos de izquierdas. Excepto mi cofundador, Severin, que es un capitalista de libro... pero suizo.

XL. Su empresa está valorada en casi diez mil millones de dólares. Tiene 45 años y es multimillonario. ¿Qué papel desempeña el dinero en su vida diaria?

L.V.A. No pienso mucho en eso. Ya compré todo lo que quería. A mi esposa le gustaría una casa en la playa, es lo único que nos falta.

XL. ¿La riqueza repentina trae falsos amigos?

L.V.A. Es verdad. Y no me gusta. Conozco ambos mundos. Cuando vine a Estados Unidos a estudiar a los 18 años, vivía preocupado por el dinero, por si podría pagar el alquiler. Eso consume mucha energía: «¿Puedo permitirme ir a un restaurante?». No era pobre, pero pensaba en estas cosas todo el rato.

XL. Guatemala es uno de los países más pobres de América.

L.V.A. Todavía hoy hay mucha pobreza y criminalidad. Cuando era pequeño, hubo una guerra civil. Por suerte, yo crecí en la ciudad. Los peores enfrentamientos tuvieron lugar fuera. Pero sé cómo marca la educación.

XL. Usted fue a una escuela privada.

L.V.A. Pero no éramos ricos, éramos clase media. Mi madre era doctora, no ganaba mucho, pero, como era hijo único, pudo invertir en mi educación. Tuve suerte y soy muy consciente de ello.

XL. ¿Qué siente cuando viaja a su tierra, siendo quizá la persona más rica del país?

L.V.A. No estoy seguro de ser el más rico de Guatemala. Mucha gente allí gana dinero con las drogas y no aparece en las listas de millonarios. Cuando visito mi tierra natal, necesito que muchos guardias de seguridad me cuiden. Espero que las cosas mejoren con el nuevo Gobierno.

XL. La elección presidencial la ganó el socialdemócrata Bernardo Arévalo, cuya campaña financió usted.

L.V.A. Sí, casi la mitad del presupuesto de la campaña provino de mí. Y me alegro.

XL. Elon Musk quiere llevar a gente a Marte; Jeff Bezos, engañar a la muerte... ¿Y usted?

L.V.A. Mis metas son terrenales. En mi país, alrededor del 16 por ciento de la gente no sabe leer. Todos en el mundo deberían tener la oportunidad de aprender. Ese es mi gran deseo.


© Der Spiegel