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Aiko contra la ley sálica ¿Está Japón preparado para una emperatriz?

Aiko es la única hija de la pareja imperial, pero la ley solo prevé la sucesión masculina. Mientras tanto, la calle rompe el silencio en torno a la ley sálica y las encuestas dicen que el ochenta por ciento del país apoya a la princesa.

Por Raquel Peláez

Viernes, 03 de Noviembre 2023, 13:26h

Tiempo de lectura: 3 min

La familia real nipona parece una especie en peligro de extinción. Hasta la derrota en la Segunda Guerra Mundial, sus antepasados eran adorados como dioses. Ahora, identificados ya como humanos, el emperador Naruhito, su esposa Masako y la princesa Aiko mantienen su estatus de ‘símbolo de la unidad del Estado y del pueblo’, pero se están quedando sin personal.

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¿El trono?Aiko ha hecho que comience en Japón el debate sobre la ley sálica. Si la ley japonesa cambiara, ella se convertiría en la primera emperatriz nipona no consorte después de más de 250 años. La última mujer en el trono fue Go-Sakuramachi, que gobernó entre el 15 de septiembre de 1762 y el 9 de enero de 1771. En la imagen, la princesa con su padre, Naruhito, y su madre, Masako.

La ley sálica que rige en Japón impide que Aiko, de 21 años, sea la heredera. Además, el Gobierno abandonó la posibilidad de allanar el camino para que las mujeres subieran al trono en 2006 después de que el hermano menor del emperador, el actual príncipe heredero Akishino, y su esposa dieran a la nación el ansiado heredero varón: el príncipe Hisahito, que ahora tiene 17 años.

Su gesto más alabado fue el de su renuncia a recibir una tiara valorada en unos 200.000 euros cuando celebró su mayoría de edad

A pesar de todo, las encuestas apuntan a que el pueblo está a favor de que Aiko ocupe el trono y sus fans en las redes sociales elogian sus gestos de solidaridad con la actual situación de austeridad económica que vive la sociedad. El más alabado fue el de su renuncia a recibir una tiara valorada en unos 200.000 euros cuando celebró su mayoría de edad. En su lugar, la princesa pidió prestadas joyas a su tía y los tertulianos de turno de los medios nipones cayeron rendidos, tal y como están las cosas con el aumento de los precios y la caída de los salarios.

Aiko se ha convertido en una experta en medir cada aparición pública. Cuando dio su primera conferencia de prensa el año pasado, impresionó a la nación con su inteligencia y humor. Demostró sus esfuerzos por estar «cerca del pueblo», como ella misma dijo. «Por el momento daré prioridad a mis estudios, pero haré todo lo posible para ayudar a Sus Majestades», contaba Aiko, dedicada por el momento a sus estudios de literatura japonesa en la Universidad Gakushuin de Tokyo.

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El primo. El gobierno japonés descartó cualquier posibilidad de que la princesa pudiera llegar al trono cuando nació su primo Hisahito, el hijo menor y único varón de los príncipes Fumihito y Kiko de Akishino.

Siempre discreta, pero muy acertada con sus comentarios, Aiko habló también de su propia vida sentimental. «El matrimonio me parece algo muy lejano, contaba. Y, aunque todavía no piensa en casarse, la princesa explicaba: «Creo que la relación ideal es estar con alguien con el que hacerse reír el uno al otro». Un tema, el del matrimonio, bastante importante para el país puesto que si termina casándose con un plebeyo, como hizo su prima Mako y otras mujeres de la familia imperial, perderá su estatus.

Cuando Aiko nació, en 2001, las cosas eran diferentes. Su madre, Masako, se vio tan presionada para engendrar un niño, que enfermó física y mentalmente

Declaraciones como esta son las que han hecho que la sociedad nipona la vea cada vez más cercana. Eso sí, cuando nació en 2001, las cosas eran diferentes. El entonces príncipe heredero Naruhito y su esposa, Masako, se vieron presionados sin piedad por funcionarios de la corte conservadora y los medios de comunicación para engendrar un niño. La presión sobre Masako se hizo tan fuerte que enfermó física y mentalmente. Ahora ya es más frecuente verla en apariciones públicas pero, durante muchos años, la diplomática de formación que estudió en la Universidad de Harvard y Oxford, ha sufrido un ‘trastorno de adaptación’ que la impide atender compromisos con mucha visibilidad. El emperador ha tenido que asistir solo a las citas en los últimos tiempos porque su esposa necesita paz y tranquilidad.

Así está la cosa en la familia de Aiko, mientras el debate sobre la sucesión femenina ha dejado de ser un tabú en la sociedad japonesa y las encuestas se han decantando del lado de Aiko. La posibilidad de que una princesa herede el trono es la opción preferida por un 80 por ciento, según una encuesta de la agencia de noticias Kyodo.