Padres que descubren su trastorno A mi hijo le diagnosticaron TDAH... ahora lo tengo yo también
El diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad se ha disparado en los niños desde hace poco más de una década, pero no es que las generaciones anteriores no lo padeciesen; es que no estaba 'tipificado'. Ahora, muchos padres que acuden a terapia con sus vástagos se dan cuenta de que ellos también lo padecen.
Se olvidaba de algunas citas, sí. Confundía fechas y no se organizaba bien ni con las notas pegadas en el frigorífico. Pero María es perfectamente operativa, tiene un trabajo y se ocupa responsablemente del hogar y de su hijo. Tiene dificultad para concentrarse y a veces pierde los nervios, pero ¿a quién no le pasa en estos tiempos? Sin embargo, al acudir con su hijo a la consulta del psicólogo porque este tenía serias dificultades de aprendizaje, se dio cuenta de que los síntomas que describía el especialista no eran solo los del pequeño. Definían a la perfección su propia personalidad: ambos tenían TDAH.
Este es un caso que describen cada vez con más frecuencia los especialistas. Los padres acuden al observar impulsividad o dificultad para mantener la atención en sus hijos… Y salen de la consulta con un doble diagnóstico.
Parece lógico, en un trastorno que tiene un componente genético importante: es hereditario en un 80 por ciento, según el Instituto Valenciano de Neurología Pediátrica. La depresión, por su parte, se hereda en un 39 por ciento, o el cáncer de mama, un 27 por ciento.
Es un trastorno que tiene un componente genético importante: es hereditario hasta en un 80 por ciento, según los expertos
Por otro lado, aunque esta afección neurológica se asocia a la infancia, lo cierto es que sus síntomas perduran. Hay estudios que afirman que un 80 por ciento de los niños afectados lo seguirán padeciendo en la adolescencia. Y entre un 30 y un 65 por ciento lo tendrán también siendo adultos. Por eso muchos padres lo descubren hoy a través de sus propios hijos: sencillamente nunca fueron diagnosticados cuando eran pequeños.
Aunque se conoce desde comienzos del siglo XX, lo que hoy se denomina TDAH ha tenido diferentes nombres a lo largo de los años. Y se ha puesto el énfasis en diferentes síntomas. Fue en 1967 cuando la Organización Mundial de la Salud lo recogió por primera vez como categoría diagnóstica, con el nombre de síndrome hipercinético.
Con esta misma denominación lo recoge un año más tarde el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM en sus siglas inglesas) que publica la Asociación Americana de Psiquiatría y es considerado como referencia a nivel mundial en el diagnóstico de trastornos mentales. No fue hasta su quinta edición, el DSM-V, cuando aparece con el nombre de TDAH en la categoría de trastornos del neurodesarrollo.
Se trata de un trastorno que no está exento de polémica. Muchos expertos consideran que en la actualidad existe un sobrediagnóstico, pero al mismo tiempo hay un infradiagnóstico de TDAH en adultos: se estima que un 3,4 por ciento de los adultos lo padecen, frente a un cinco por ciento de la población infantil.
Este infradiagnóstico en los adultos se debe en parte a la falta de detección en sus infancias —ya que, al no poder ser identificada mediante técnicas de imagen, se trata de una afección difícil de diagnosticar— y en parte a los síntomas, que en el adulto son diferentes: se reduce la hiperactividad, pero se mantiene, por ejemplo, la dificultad de concentración, lo que se traduce en desorganización o dificultad para gestionar el tiempo, algo que a menudo —a falta de diagnóstico por parte de un especialista— se resume como un 'rasgo de carácter'…
El TDAH se asocia a la infancia, pero puede prolongarse a lo largo de la vida. La mitad de las personas con el trastorno seguirán padeciéndolo de adultos
Pero lo cierto es que el TDAH es mucho más que un rasgo de carácter, y puede, en ocasiones, presentarse asociado a otras patologías como la depresión, los trastornos alimentarios o el abuso de sustancias. El acento en esas otras patologías hace que el TDAH quede enmascarado... y sin tratamiento.
Aunque no todos los casos muestran antecedentes familiares ni mucho menos, lo cierto es que si un menor es diagnosticado con ese trastorno neurológico, es muy probable que haya algún miembro más de la familia que lo padezca: un hermano o un adulto. Según distintos estudios, padres y hermanos tienen entre 2 y 8 más probabilidades de padecerlo que la población general. Puestos ya en el peor de los casos, tendría algo 'ventajoso' o consolador, ya que el adulto o el mayor de los hermanos tendrían en esos casos la capacidad de imaginar perfectamente cómo se siente el más pequeño de la familia.
Sin embargo, el trabajo para reducir y superar sus síntomas, con ayuda de tratamiento, será en estos hogares el doble. Si su hijo ha sido diagnosticado, hable con el especialista: quizá usted también sufra este trastorno.
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