Las industrias solutrenses de Monforte muestran una gran similitud tecnológica con las de algunos yacimientos de la cornisa cantábrica de esa misma época. Lo mismo ocurre con los artefactos solutrenses hallados en el valle de Côa, en el norte de Portugal. Por esta razón, los investigadores piensan que el valle de Lemos fue una especie de cabeza de puente entre ambas zonas.
Según esta hipótesis, las bandas nómadas se movieron entre el valle de Lemos y el Cantábrico a través del valle de Sarria y otras depresiones del interior lucense, evitando las sierras orientales, que en ese período probablemente eran inhabitables. Por otro lado, estos grupos humanos se habrían desplazado hasta el norte de Portugal por el valle del Miño y las depresiones ourensanas.
Hacia la costa atlántica
También cabe la posibilidad de que las bandas de cazadores migrasen de forma estacional a lo largo del valle del Miño hasta las Rías Baixas, pero en esta zona todavía no se hallaron yacimientos arqueológicos que puedan probar esa teoría. En cualquier caso, los investigadores piensan que el valle de Lemos y otras áreas de refugio que pueden haber existido en el interior de Galicia solo servían como territorios de caza durante el verano. En invierno el frío debía de ser excesivo y la vegetación y los rebaños salvajes se volverían muy escasos. En tales condiciones, los grupos nómadas se moverían hacia el litoral para invernar, en busca de territorios más favorables para la supervivencia.