Asador El Atlántico (A Coruña): un templo para descubrir el auténtico ojo de bife argentino a la brasa

La primera vez que su padre le dio un cuchillo de carnicero tenía 12 años y todavía vivía en su Argentina natal. A partir de ese momento, José Manuel Castro Barreiro fue conociendo de primera mano los secretos de la profesión, los diferentes cortes y piezas que existen y las bondades de cada tipo de carne. La parte hostelera le llegó de sus abuelos, a los que ayudaba en sus negocios cada vez que podía. «Había veces que mi padre estaba descansando y yo siendo todavía un niño cortaba la carne para tenerla preparada para los clientes. Fui a los mataderos desde muy pequeño, a cuidar del ganado en el campo con mis primos, a cubrir puestos que quedaban libres y controlar los restaurantes familiares…», relata el propietario del asador El Atlántico, un clásico de la cocina a la brasa con sello argentino con casi un cuarto de siglo de historia en la ciudad. Con ese bagaje a sus espaldas, cuando llegó a A Coruña en el 2001 junto a su familia, tuvo muy claro lo que quería hacer en el local que encontró detrás de la Domus. «La carne no tiene secretos para mí. Así que fusioné ese conocimiento con la hostelería que mamé desde pequeñito», comenta. 

Por las brasas de carbón de marabú cubano —«antes utilizaba quebracho blanco, pero el marabú ofrece mejor resultado», explica el hostelero— pasan piezas de carne típicas de Argentina, que aquí resultan complicadas de encontrar. Tan complicadas que lo que hace es comprar la pieza directamente a sus proveedores de confianza, sin intermediarios, y él mismo las despieza. «Tengo tres tipos de ojo de bife, que es lo que aquí llaman lomo alto: el de novillo argentino, ternera gallega y también de vaca de aquí. Son cortes que no vas a ver prácticamente en ningún sitio», comenta sobre la especialidad del local. Lo que llega al plato son unos trozos de carne de alrededor de 700 gramos de peso jugosos, tiernos y sabrosos. «Son como las películas de Disney. Aptos para todos los públicos, de cero a cien años», bromea. El resultado convence a los nostálgicos retornados del país de la albiceleste y también a los devotos carnívoros autóctonos. 

Otro de sus éxitos son las parrilladas, para dos o cuatro personas, en las que el cliente puede disfrutar de diferentes piezas de ternera, cerdo, pollo, además de chorizo rojo, criollo y morcilla. «Son abundantes, la generosidad es uno de nuestros sellos de identidad. Con la de dos, bien comen tres personas. Y con la de cuatro, seis», afirma. Destaca también su churrasco de angus. «¡De Escocia, no de Irlanda!», precisa el parrillero. «Son pastos diferentes y el escocés tiene más sabor y ternura», agrega. 

También preparan a la brasa el bacalao, (hay opción de degustarlo a la gallega, al horno o a la miel) y en ciertas épocas, otros pescados como rodaballo salvaje, sargo o lubina. El pulpo a la brasa y la cazuela marinera son de esos entrantes que no suelen faltar en ninguna mesa, con las las croquetas (las hay de chipirón, de buey, de jamón o cecina) o las colas de langostino cuentan con un éxito similar. Entre los postres, la reina es la tarta Sierra Nevada, un bizcocho marmolado que se empapa en vino dulce argentino y al que se le añade por encima una crema chantilly, nueces, pepitas de chocolate y unas pintas de dulce de leche. En su bodega, además de vinos gallegos y nacionales, cuentan con alrededor de treinta variedades de caldos argentinos que resultarán el complemento perfecto para cualquier menú.