La Voz de la Salud

Motivación, deseo o adicción: la dopamina es la responsable

El botiquín

Lucía Cancela La Voz de la Salud
La dopamina está involucrada en la regulación del estado de ánimo, en la motivación y en el control motor.

Te explicamos cómo funciona este neurotransmisor, un cartero químico del cerebro

14 Jul 2022. Actualizado a las 13:07 h.

La dopamina es un neurotransmisor, un mensajero químico del cerebro, en concreto del sistema nervioso central. Se conoce habitualmente como la hormona (o neurotransmisor) de la motivación y por mucho que su etiqueta prometa, su exceso (o escasez) puede derivar en un problema. Conviene conocerla pues entre sus funciones se encuentran la motivación, el control motor y la regulación del estado de ánimo, todo ello vital en el día a día. 

La diferencia entre una hormona y un neurotransmisor viene dada por el lugar donde actúa: «Cuando la sustancia está en el sistema nervioso, hablamos de neurotransmisor. Mientras que, cuando está fuera y circula por la sangre, decimos que es una hormona», señala Diego Redolar Ripoll, profesor de psicobiología y neurociencia y vicedecano de investigación en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Habitualmente, el papel de la dopamina se suele ver con mayor presencia en el cerebro. «No ocurre lo mismo con otras sustancias, como la noradrenalina, que se libera más a la sangre y es una de las encargadas de controlar el ritmo cardíaco», precisa el doctor. 

Son las siete de la mañana y suena el despertador. Fuera llueve y las ganas de vestirte para ir a trabajar no son una motivación suficiente para ponerte en marcha. Pero hay algo que sí te anima, hay algo que te da el impulso necesario para que pienses: «Allá vamos». Es tu taza de café. Tu primera dosis de cafeína que, desde el primer sorbo, te conquista un día tras otro. Cuanto más piensas en ella, más la quieres. ¿Te suena? Es obra y magia de la dopamina, lo que ha llevado a etiquetarla como «la hormona del deseo o de la motivación». 

Apodos aparte, esta molécula es uno de los doce transmisores principales y esenciales para el adecuado funcionamiento físico, emocional e intelectual de nuestro organismo. La dopamina permite que las neuronas se comuniquen entre sí, a modo de cartero, y gracias a ella, la transmisión de información y las respuestas emocionales, motoras y mentales se hacen realidad. 

Funciones de la dopamina

Como era de esperar, la dopamina se produce de forma natural en nuestro cerebro. No podemos controlarla. Sin embargo, es posible crearla en el laboratorio, aunque en la práctica pueda carecer de sentido. «A pesar de que sí se puede crear, no se puede administrar directamente. La barrera hematoencefálica, que permite que ciertas sustancias lleguen o no al cerebro, no deja pasar la dopamina», detalla Redolar. Sin embargo, existe una forma de proporcionarla: «La levodopa, un precursor de la dopamina, sí es capaz de atravesar dicha barrera y convertirse en este neurotransmisor», añade el experto. Cuestión importante si se tiene en cuenta que su falta o exceso está relacionado con el párkinson o la esquizofrenia. Por ello, mantener sus niveles a raya es fundamental para que cumpla con sus tareas. 

Entre el amplio abanico de funciones, destacan tres: «Todo lo que tenga que ver con la motivación y refuerzo, la regulación del estado de ánimo y la parte del control motor», destaca el profesor de psicobiología. Después, presenta otras tareas más específicas como su involucración en la toma de decisiones y en el aprendizaje, o su papel clave en los procesos de seducción, sexualidad y deseo. 

Por partes, las funciones de la dopamina en el día a día son las siguientes:

 La anticipación del placer, piensa en tu comida favorita

No solo comer tu plato favorito activa el sistema dopaminérgico, también lo hace pensar en ello y anticiparse en el tiempo. Lo mismo ocurre con la lotería de Navidad (descubre por qué volverás a jugarla el año que viene), piensas en esa remota posibilidad de que te toque, y todo ello compensa el gasto. De esta forma, la dopamina te prepara para ese futuro placer. «Inicialmente, en los estudios que se hicieron a partir de los 50 y 70, la dopamina se vinculaba con el placer. Sin embargo, gracias a las últimas investigaciones sabemos que no se trata de esa sensación en concreto, sino de la anticipación o motivación de la misma. Es decir, la dopamina es la sustancia que nos empuja a hacer ciertas cosas, que nos motiva», explica Diego Redolar Ripoll. 

La liberación de esta molécula genera una respuesta en el cerebro, que viene acompañada de un tsunami químico de neurotransmisores. Son pocos los elementos que, agrupados, producen esta sensación: el sexo, la comida y las relaciones sociales. Otros pueden ser el deporte, la meditación, o las sustancias psicoactivas. De ahí, que pensar en una tableta de chocolate, te haga babear. «Es más, se denomina señal de refuerzo (descubre cómo este sistema te hace picar en las rebajas). Se libera antes de que obtengas lo que te gusta, y te avisa de que ese algo viene o está a tu alcance», precisa el investigador y añade un ejemplo: «Sale a la venta un modelo de teléfono que tu querías, la dopamina te haría pensar que puedes conseguirlo». 

Esta molécula se produce en la sustancia negra y en el área tegmental ventral, dos regiones del cerebro situadas en su centro, casi detrás de las orejas. Ambas contienen entre 400.000 y 600.000 neuronas y envían axones a otras partes del cerebro. Por ello, gracias a la dopamina, juegan un papel fundamental en esa sensación placentera que aparece cuando pensamos en novedades (anticipamos algo). 

No solo esto, determinados estudios muestran que durante un período de estrés o ansiedad, los niveles de dopamina se reducen y cambian la forma que tienen de metabolizarse. Así, se ha visto que estos cambios no solo se producen en las dos regiones en las que se origina esta molécula, sino también en las zonas a las que llegan sus axones. Es más, el estrés crónico puede cambiar la cantidad de receptores de dopamina en las áreas que la reciben, lo que los expertos la relacionan con episodios de comportamientos depresivos. «Se ha vinculado con la regulación del estado de ánimo. Por ejemplo, en el caso de la depresión. Esta enfermedad siempre se ha asociado a la serotonina, pero además de esta, también se ha relacionado con la noradrenalina y dopamina. Sabemos que cuando existe un déficit de las tres, puede provocar depresión», explica Redolar Ripoll. 

Además, por la función que ejerce sobre el control motor, se sabe que la dopamina está relacionada con el párkinson. «Lo que sucede con los enfermos de párkinson es que hay una región en su cerebro, llamada sustancia negra, que se degenera. Como consecuencia, un grupo de neuronas deja sin dopamina al estriado, una parte del cerebro. Es precisamente este déficit lo que genera las alteraciones a nivel motor tan propias de esta patología», asegura el profesional.  

¿Estás definido por la acción de la dopamina? 

No es para tanto, aunque todo parece apuntar que este neurotransmisor influye en la personalidad de cada sujeto. Es más, la molécula protagonista podría ser uno de los factores a valorar para determinar si una persona es más cobarde, más valiente, más seguro o más inseguro. 

Lo mismo para las emociones. Un estudio de la Universidad de British Columbia dirigido por Stan Floresco concluyó que la disponibilidad de dopamina en determinadas regiones cerebrales de adolescentes les llevó a ser demasiado optimistas y a asumir riesgos muy altos. Parece que la locura de los 15 tiene una explicación. 

Más allá, también se ha visto que la dopamina regula las interacciones sociales de la persona. Por ejemplo, los individuos con fobia social presentan una tendencia a liberar menos dopamina en el sistema nervioso. 

Ojo a los enamorados. La dopamina en sí no aparece, por ejemplo, en pleno orgasmo. «El placer de los seres humanos está explicado por los opiáceos endógenos. Unas sustancias que libera nuestro cerebro y tienen un efecto parecido a la heroína o dopamina. Lo mismo ocurre cuando haces deporte y se liberan estos opiáceos para evitar que el ejercicio genere un daño. Son analgésicos», explica el profesor de psicobiología en la UOC. La dopamina, por su parte, llega antes. «Está implicada en la seducción y en el deseo, pero en la etapa previa. Además, cuando nos enamoramos y sentimos una atracción muy fuerte por la otra persona, se libera una corriente dopaminérgica tremenda, porque precisamente es lo que te empuja al otro», señala el vicedecano de investigación. 

Momento para la memoria. ¿Por qué está involucrada la dopamina en el aprendizaje? Esta molécula se ocupa de gestionar la duración de la información (los recuerdos), considerando si solo los retienes durante 12 horas para después hacerlos desaparecer, o si guarda dicha información durante más tiempo. Precisamente, el momento del fenómeno en el que decidimos si guardamos o no el recuerdo está relacionado con el aprendizaje significativo. Si ese algo que hemos recibido nos satisface, la dopamina activa el hipocampo para que retenga esa información. Por el contrario, si no lo activa, estos datos no se almacenarán en nuestra memoria y formarán parte del olvido. 

En esta línea, es importante recordar que una de las funciones que tiene la dopamina es la de generar placer como recompensa antes de conseguir un objetivo marcado, esto potencia que la tarea se repita en futuras decisiones. Mediante este mecanismo (en el que no solo interviene la dopamina) se puede explicar el funcionamiento del cerebro ante una adicción. Así, las drogas intervienen en los circuitos dopaminérgicos del placer y promueven que el consumo de este tipo de sustancias se conviertan en la prioridad de la persona. 

La falta de dopamina, relacionado con las dificultades cognitivas

Un déficit de este neurotransmisor puede generar la sensación de debilidad, falta de ilusión, desinterés o incluso, depresión. Además, también está relacionada con la enfermedad del párkinson, en la que si existe un déficit de este neurotransmisor provoca alteraciones motoras. El investigador de la universidad catalana también destaca que la escasez o exceso de dopamina alterará uno u otro circuito por los que circula. «Si el déficit de dopamina se produce en el circuito que va a la corteza prefrontal puede producir síntomas cognitivos muy marcados, como que la persona tenga dificultad para tomar decisiones, en la memoria de trabajo o en las funciones ejecutivas», señala el profesor. Todo ello se engloba en el cajón del control cognitivo. «También, en la esquizofrenia con sintomatología negativo, se da este déficit en la corteza prefrontal», añade Redolar Ripoll. 

Por el contrario, se ha comprobado que un exceso de dopamina puede relacionarse con las adicciones o con la sintomatología positiva de la esquizofrenia: «Si hay aumentos de esta sustancia en el núcleo accumbens, una estructura de nuestro cerebro, puede explicar la conducta adictiva y las alucinaciones visuales, auditivas o paranoias que aparecen durante la esquizofrenia», concluye el doctor. 

Los síntomas más comunes para reconocer una escasez de dopamina son los siguientes:


Comentar