Estos son los mitos más frecuentes sobre las heridas: ni usar agua oxigenada, ni dejarlas al aire libre
El botiquín
El saber popular ha sentado las bases para curar las heridas en casa: con agua oxigenada y sin tiritas. Sin embargo, esta no es la forma correcta
12 Jul 2023. Actualizado a las 18:57 h.
La cura y tratamiento de las heridas, especialmente de aquellas con menos importancia (o que al menos no requieren una visita a la Enfermería) está lleno de falsas creencias. Ni agua oxigenada, ni el mar, ni la exposición forman parte de la solución. Sin embargo, el saber popular ha hecho que estas opciones se consideren las mejores. ¿Dónde se encuentra el error?
El primer paso para tratar una herida es la desinfección. En pocas palabras, lavar la zona lo mejor posible y, para ello, lo más útil y recomendable es el agua del grifo. Esto permitirá eliminar la mayor cantidad de residuos que aumenten el riesgo de la herida. Siempre y cuando la lesión sea superficial y esté sangrando, ya que si existen complicaciones lo mejor es acudir a un punto de atención profesional, el siguiente paso será comprimir el área afectada con una gasa o paño limpio durante un rato «para que actúen las plaquetas», explica Manuel Durán, médico de familia y miembro del grupo de cirugía menor de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
¿Agua oxigenada o Betadine?
Siguiente paso, ¿qué otro desinfectante se debe emplear? La tradición manda, por eso siguen siendo muchas las personas que recurren al alcohol o al agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) como primera opción de antiséptico. Lejos de la realidad, esto no es lo recomendable. «El alcohol, aunque es un antiséptico de efecto rápido y actúa sobre un gran número de microorganismos, no se aconseja para las heridas porque es muy irritativo, destruye las membranas celulares, reseca la piel y favorece la formación de coágulos que permiten la colonización de las bacterias supervivientes», apunta José Manuel Cuervo Menéndez, enfermero y miembro del Grupo de Urgencias y Emergencias de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Por esta razón, el producto es conveniente para desinfectar la piel sin lesiones e intacta.
Algo parecido ocurre con el agua oxigenada, también altamente irritativa: «Destruye el tejido sano y, además, su acción es muy breve, pues rápidamente es degradada por las enzimas de los tejidos», cuenta el experto. Así, el uso de estas dos cae en detrimento de la clorhexidina y la povidona yodada (cuyos nombres comerciales son más conocidos: Betadine o Cristalmina). El primero es uno de los antisépticos más utilizados en la actualidad ya que posee un amplio espectro de actividad frente a distintos microorganismos y al ser transparente, muestra cómo evoluciona la herida. «Su inicio de acción comienza en 30 segundos como máximo y los efectos se mantienen unas seis horas», detalla el miembro de la SEMG, que reconoce que no se han registrado muchos casos de irritación de piel o mucosas, y apenas ha producido reacciones sistémicas, «porque su absorción a través de la piel es mínima».
El yodo, por su parte, funciona frente a bacterias, hongos, virus y otro tipo de patógenos. «Como povidona yodada, se libera lentamente de forma que se consigue que sea menos irritante. Su inicio de acción se produce a los tres minutos de su aplicación y el efecto antiséptico se mantiene durante tres horas», precisa Cuervo. Pese a que la absorción es mínima, no es recomendable usarse, de forma prolongada, en embarazadas y lactantes, «ya que el yodo absorbido puede atravesar la placenta y ser excretado a través de la leche materna», detalla el experto.
Lo que pica, no sanica
La sensación que suele provocar una herida sin gravedad está más relacionada con el escozor que con el dolor. Por ello, soplar es un acto que sale de forma intuitiva casi desde pequeños. Con todo, tampoco es recomendable. «En la boca conviven un gran número de gérmenes que con esta maniobra pueden ser proyectados sobre la herida, pudiendo contribuir a desarrollar una infección porque no cuenta con la protección natural de la piel», expone el enfermero y miembro de la SEMG.
Precisamente, lo que pica, no sanica. Muchos piensan que este tipo de molestia es sinónimo de cura. Tampoco es cierto, al menos, por completo. Si bien es verdad que al final del proceso, cuando los bordes de la herida se están juntando puede sentirse cierta tirantez y una especie de picor, «en muchos casos también puede ser un signo de infección, sobre todo, si se acompaña de mal olor, inflamación y enrojecimiento», cuenta el experto.
La herida no tiene que «respirar»
Ni el sol, ni lo que habitualmente se conoce como «dejar la herida al aire» son buenos desinfectantes. De hecho, todo lo contrario. José Manuel Cuervo lo deja claro: «Las heridas no curan o cicatrizan más rápido de esta forma. Hoy en día se sabe que esto solo aumenta la posibilidad de contaminación y, por lo tanto, el riesgo de infección», indica. Es más, para que la zona cicatrice de forma adecuada, el profesional explica que es necesario que haya un adecuado nivel de humedad: «Con ello, las células encargadas de producir colágeno y los demás componentes de la piel trabajarán adecuadamente», precisa.
¿Solución? Ir, en este caso, en contra de la tradición y cubrir la herida con un apósito adecuado, no una simple tirita, que ayude a mantener las condiciones de una cicatrización correcta. «Esto evitará también la formación de costra, que al contrario de lo que suele creerse, la retrasa», precisa el miembro del grupo de Urgencias y Emergencias de la SEMG. En suma, la exposición al sol de la herida «puede producir una posterior pigmentación de la piel».
Por su parte, la costra es el resultado de restos de sangre que se ha coagulado, secado y que se ha depositado sobre la superficie de la piel. «Es el medio que tiene nuestro organismo para proteger la piel lesionada mientras se repara». Por ello, retirarla solo debe ser una opción si la herida tiene falta de limpieza, hay signos de infección como dolor o supuración, «y si como puede ocurrir en las lesiones de cierto tamaño, hay un retraso de cicatrización porque se queda un espacio interno de la herida cubierto por la costra que no permite la creación de nuevo tejido», cuenta el enfermo de la SEMG. En este caso, sería necesario pedir ayuda a un profesional sanitario. En el resto de situaciones, arrancar esta cubierta superficial «podrá inflamar la herida y alterar el proceso de reparación, por lo que al manipularla, quedará una cicatriz con peor aspecto estético», cuenta el experto.
Las claves para curar una herida
- El experto señala que el primer paso es valorar la gravedad de la lesión y decidir si es necesario acudir a un centro sanitario.
- Si la herida es superficial y se puede atender con un botiquín casero, la higiene es fundamental. Por eso, «hay que lavarse las manos, aunque vayan a usarse guantes», indica.
- Si el rasguño está sangrando, «se debe realizar una compresión sobre ella con una gasa seca, durante unos cinco minutos sin levantar la mano». Se puede ir cambiando de gasa a medida que se vaya empapando de sangre. Con todo, señala que si el sangrado no se detiene, es mejor acudir a un centro sanitario.
- Cuando la herida pare de sangrar, se debe lavar la zona con suero fisiológico o agua potable. «Hay que intentar que el agua arrastre la suciedad desde el centro a los bordes de la lesión». Se puede utilizar jabón neutro.
- Una vez se haya limpiado, «hay que efectuar el secado con otra gasa limpia, sin frotarla». Por el contrario, es mejor no usar algo con algodón porque «sus filamentos pueden quedarse enganchados».
- Después, se debe emplear un antiséptico para prevenir la infección y, finalmente, cubrir la herida con un apósito.
- El miembro de la SEMG recomienda realizar la limpieza y aplicación del antiséptico cada 24 horas. «Si a los siete días no ha cicatrizado, o si aparecen signos de infección como dolor, piel enrojecida o supuración, habrá que acudir a un centro sanitario», concluye.