Cuando roncar esconde un problema: así es la apnea obstructiva del sueño
Enfermedades
Expertos y pacientes explican esta enfermedad que afecta a entre el 4 y el 6 % de la población adulta en España
25 Apr 2023. Actualizado a las 10:46 h.
Lejos de dormir a pierna suelta, los ronquidos fuertes y constantes son una señal de alerta. De que algo no va como debería. Si a ello se le unen pequeños ahogos nocturnos, como una especie de pausa en la respiración, la situación empeora. La persona tendría todas las papeletas para padecer síndrome de apnea hipopnea del sueño, también llamada apnea obstructiva del sueño, una enfermedad tan conocida como infradiagnosticada. Belinda Arrieta, de 63 años, convive con ella desde hace 15. Casi sin darse cuenta, empezó a levantarse con dolores de cabeza. «Mi marido también me decía que roncaba a horrores y que muchas veces me quedaba sin respirar, como haciendo una especie de pausa», precisa.
Estaba cansada, los días le pesaban un poco más, pero no le daba mayor importancia que una falta de descanso. Con todo, aprovechó una visita a su médico de cabecera para preguntarle al respecto. «Mi pareja incluso se tuvo que ir a otra habitación, así que cuando le conté todo esto a mi doctora, me derivó al otorrino y después al neurólogo», recuerda. El diagnóstico no tardó en llegar. En su caso, le hicieron una prueba del sueño en casa que, con un aparato, «permite grabar el transcurso de la noche».
Apenas había oído hablar de esta enfermedad. «Siempre se ha pensado que una persona que ronca mucho descansa muy bien, que tiene un sueño de calidad, pero no es así. Estamos tan equivocados», reflexiona. El tratamiento prescrito tuvo dos vías. En primer lugar, pastillas para la hipertensión, pues esta alteración mantiene un estrecho vínculo con la apnea; y en segundo, el uso de la CPAP, una máquina que, en palabras de la paciente, «te manda aire a presión y las apneas desaparecen o disminuyen». El beneficio fue inmediato, «hace un poco de ruido pero se lleva mucho mejor que los ronquidos», dice con un toque de humor.
Belinda es una de los millones de pacientes que hay en España. No existe una cifra real, solo una estimación, que varía entre el 4 y el 6 % de la población adulta. Si bien puede ocurrir en niños, la apnea se produce con mayor frecuencia a medida que se avanza en edad. La apnea obstructiva del sueño es una enfermedad «que consiste en un colapso de la vía aérea superior, es decir, en la garganta, que se cierra, no permite el paso de aire y deriva en una falta oxígeno por la noche», responde la doctora Irene Cano, coordinadora del área de sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). Las paradas respiratorias deben durar, como mínimo, diez segundos, y se pueden alargar hasta pasar los dos minutos.
- Cuando las vías de aire superiores están despejadas y abiertas permiten que el aire fluya libremente hasta y desde los pulmones.
- Por el contrario, cuando las vías de aire superiores se colapsan, se producen los ronquidos y las apneas, que son pausas en la respiración.
Fuente: Separ
Cansancio, dolor de cabeza y somnolencia
El problema no solo es la enfermedad en sí, sino llegar a su diagnóstico. «Aquellos que no tienen síntomas, que representan el 25 % de los pacientes, son imposibles de diagnosticar si no lo hace su pareja o una persona que duerma con ellos», explica el doctor Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades Médicas del Sueño. La manifestación clínica también da lugar a confusión. Las personas pueden estar cansadas, tener dolor de cabeza o mucho sueño, «pero lo justifican con el trabajo y no van más allá», añade el profesional.
Las señales de alarma se producen por la noche. Despertarse con sensación de ahogo, visitas frecuentes al baño, múltiples desvelos o dificultad para conciliar el sueño y, además, mantenerlo. Como no podía ser de otra forma, durante el día aparece el cansancio y la somnolencia en momentos que no debería: comiendo, leyendo, viendo la tele, hablando con alguien, en el trabajo y, en el peor de los casos, conduciendo. Eso sí, esto no tiene por qué darse en todos los pacientes, pues lo principal de cualquier cuadro clínico es la apnea.
El ronquido constante en un niño, esté acatarrado o no, nunca es normal
Por su parte, los ronquidos pueden levantar sospechas pero conviene diferenciar su presencia en dos grupos de población: «El ronquido constante en un niño, esté acatarrado o no, nunca es normal, siempre hay que consultarlo. En adultos, si es aislado, sin pausas de respiración y sin somnolencia durante el día, no debe preocupar», indica la doctora Cano.
Pese a conocer el funcionamiento de esta patología, la causa exacta todavía está por resolver, aunque existen condiciones que pueden propiciarla. «La obesidad es una de ellas. También el tabaco, el alcohol o la forma de la cara, pues muchas veces la mandíbula no crece lo suficiente y genera que el espacio para respirar sea menor. Además, la edad también influye», detalla el doctor Carlos Egea.
La obstrucción también se puede producir debido a la relajación muscular durante el sueño, o bien, a una obstrucción anatómica a nivel de orofaringe (que las amígdalas sean demasiado grandes). Así, si el bloqueo es total se llamará apnea obstructiva, y si es parcial, hipoapnea.
No solo esto, sino que es posible que durante el sueño aparezcan otro tipo de apneas. «Existe la apnea central del sueño, en la que en lugar de haber un colapso, los centros del control respiratorio en el cerebro no envían una señal para respirar», precisa la doctora Cano. A este conjunto, se les añade el tipo mixto, la cual es una combinación, comenzando por una apnea central y evolucionando hacia una obstructiva. Además, existe una condición especial, la apnea posicional, en la que las pausas aparecen, sobre todo, al dormir boca arriba.
Hipertensión y problemas cardiovasculares
Dormir y respirar son dos funciones básicas para la vida y la apnea es capaz de ponerlas en jaque. El sueño es un proceso necesario para vivir. Todavía no se ha encontrado explicación exacta a la función que realiza, sin embargo, se sabe que contribuye a recuperar las fuerzas y energía necesarias que permiten afrontar el día. Cada persona tiene varios ciclos de sueño durante la noche y cada ciclo de sueño se divide en varias fases. En la primera, la persona se está quedando dormida, da cabezadas y es ahí cuando se produce la conocida sensación de caer por un precipicio. En la segunda, el sueño es superficial, al contrario de lo que sucede la fase de sueño profundo y en la de sueño REM, cuando el individuo está profundamente dormido y se considera un sueño reparador.
No es de extrañar que la consecuencia casi inmediata de la apnea del sueño sea un descanso fragmentado que cause una reducción del nivel de actividad y rendimiento en el día a día del paciente. Algo que lo incapacita y pone en peligro. Los efectos negativos también pasan factura a largo plazo. Con cada apnea, el oxígeno en sangre desciende. Así, la acumulación de estas paradas en la misma noche y jornada tras jornada puede derivar en trastornos cardiorrespiratorios, alteraciones neurocognitivas y sexuales. «Esta falta de oxígeno intermitente y la fragmentación del sueño pueden producir arritmias, accidentes cerebrovasculares o hipertensión arterial. Es más, la primera causa de hipertensión secundaria es la apnea del sueño», precisa la doctora Cano.
Más común en hombres, hasta la menopausia
Si bien es más frecuente en los varones, las mujeres también lo padecen. «En los hombres es mucho más prevalente hasta que ellas llegan a la menopausia. A partir de esta etapa, la prevalencia puede igualarse», precisa la doctora, que pone el foco en los síntomas. «En la mujer muchas veces pasan desapercibidos. No hay tanta somnolencia como en ellos, sino que habitualmente se manifiesta con cansancio, astenia, depresión o insomnio. Esta clínica también puede aparecer con la menopausia, por lo que muchas veces los síntomas se confunden y al final no se diagnostica la apnea del sueño de forma correcta», destaca la experta.
Perfil típico de un paciente
- Sexo masculino, edad mediana (de 45 a 55 años), con sobrepeso y cuello ancho.
- Roncador.
- Pausas respiratorias nocturnas observadas por su pareja.
- Tendencia a dormir durante el día en cualquier situación.
- Además, se despierta cansado
- Tiene dolor de cabeza al levantarse.
- Sequedad en la boca.
- Por la noche tiene que levantarse en repetidas ocasiones a orinar.
- Bebe alcohol habitualmente y suele ser fumador.
Fuente: Separ
Para llegar al diagnóstico, se emplean dos tipos de estudio de sueño. La polisomnografía es una prueba que permite saber qué ocurre mientras el paciente duerme. Para ello, se le ponen una serie de electrodos y sensores que miden «variables cardiorrespiratorias y neurofisiológicas», precisa la doctora Cano. La otra prueba es la poligrafía respiratoria, de menor complejidad que la anterior: «Habitualmente se realiza en el domicilio del paciente, y solo ofrece variables cardiorrespiratorias», indica la profesional. Si el índice de Apnea Hipopnea del Sueño es mayor o igual a cinco y se acompaña de otros síntomas; o bien, este índice es igual o mayor que 15, el paciente obtendrá un diagnóstico afirmativo.
La CPAP, el tratamiento «gold standard»
La enfermedad es crónica. Dura para toda la vida. Y el tratamiento no suele ser curativo, pero remite los síntomas. «Salvo en el caso de la pérdida de peso significativa, con la que podemos llegar a curar la enfermedad», precisa la doctora Cano. Es por ello que la primera medida a tomar es la mejora de los hábitos de vida: perder peso, no fumar, dormir las horas necesarias en una postura de lado y hacer ejercicio físico.
A mayores, el tratamiento habitual es la CPAP, una máquina que a través de una mascarilla administra una presión positiva de aire sobre la vía aérea, lo que evita que se cierre la garganta. «Es el gold standard», precisa la doctora. Ayuda a disminuir las paradas respiratorias, la disminución del oxígeno y los ronquidos, mejora la calidad del sueño y, como consecuencia, la somnolencia diurna se reduce. A su vez, existen tratamientos alternativos «que pueden incluirse como primera opción en algunos casos». Este es el caso del dispositivo de avance mandibular, «una férula que avanza el maxilar inferior y sirve para pacientes leves-moderados o para aquellos graves que rechacen la CPAP». También un dispositivo posicional para las apneas de esta clase que, mediante un acelerómetro, detecta cuando el paciente está boca arriba y vibra ligeramente «para que no le moleste pero cambie de posición», detalla la experta
Por último, la posibilidad de cirugía también se puede poner encima de la mesa. «En aquellos pacientes subsidiarios de cirugía bariátrica por obesidad mórbida o en aquellos que tengan una hipertrofia amigdalar o alteraciones dentofaciales graves», explica la doctora. Eso sí, estas opciones no son las más frecuentes.