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El mapa hormonal de tu cuerpo: los mensajeros biológicos de los que depende el bienestar

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Lucía Cancela La Voz de la Salud
Los problemas en la regulación de la hormona tiroidea pueden darse por exceso o por falta de producción.

Insulina, cortisol, adrenalina o estrógenos, la lista de nombres y funciones es larga, y se relacionan entre sí para mantener la homeostasis

02 Sep 2023. Actualizado a las 05:00 h.

El cuerpo suele funcionar como una perfecta máquina de relojería. No hay tic, sin tac, que se dé en vano, con un objetivo fundamental: mantener el equilibrio, la homeostasis bien regulada. En esta función, las hormonas tienen mucho que decir. Son los mensajeros biológicos que recorren todo el organismo indicando a cada célula y a cada órgano qué deben hacer. Si una cae, puede que algunas vayan detrás.

La lista de las principales, precisa la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), es larga y según el tipo cumplen con una o varias funciones. Entre muchas, destacan la insulina, el cortisol, la testosterona, la leptina, la adrenalina, los estrógenos, la melatonina, la prolactina, las hormonas tiroideas o la hormona del crecimiento. Precisamente, tan extensa como la enumeración de nombres es la de sus funciones. Estos mensajeros ayudan a crecer y a madurar el cuerpo, a afrontar el estrés, a mantener sanas y en forma a las personas, controlan la melatonina y hasta deciden y condicionan las funciones sexuales. 

24 horas en funcionamiento

Su producción sigue los ritmos circadianos, una especie de reloj biológico interno que se repite cada 24 horas y se asocia a los estados de sueño o vigilia. Este reloj emite diferentes respuestas ante los estímulos ambientales, como son la luz, la temperatura, la comida o los ruidos, de ahí que unas hormonas se incrementen y otras se reduzcan según el día y la noche. El director de orquesta en esta materia es el núcleo supraquiasmático, situado en el hipotálamo. Este recibe información a través de la retina para después enviar órdenes a las diferentes áreas del cerebro. 

El baile de reacciones, grosso modo, es el siguiente. A medida que amanece, la luz entra por la retina, de forma que el núcleo supraquiasmático recibe esta señal y ordena, a  la glándula pineal, descender la producción de serotonina y melatonina, a la vez que incrementa la del cortisol, la adrenalina y la noradrenalina, todas ellas hormonas activantes. Con ello, la persona tiene mayores niveles de energía, se concentra mejor o hasta tiene una capacidad resolutiva más adecuada. Sube la presión arterial, el metabolismo acelera su acción y también se reduce la producción de insulina, que secreta el páncreas. 

Lo contrario ocurre al anochecer, cuando son la melatonina y la serotonina las que se incrementan para inducir al sueño, y favorecer la regulación del hambre y la saciedad, a través de la grelina y la leptina, respectivamente. Por la noche también desciende la presión arterial, la temperatura y el metabolismo. A su vez, al reducirse hormonas como la adrenalina y la noradrenalina, desciende, de manera paralela, la capacidad cognitiva. El sueño también promueve la secreción de otras como la del crecimiento, el estradiol, la prolactina o la hormona estimulante de la tiroides. 

Dónde se fabrican las hormonas principales

La clase de biología continúa. Su producción depende de las glándulas del cuerpo, «un conjunto de células especializadas en fabricar hormonas», según la SEEN. La entidad realiza un breve repaso por las principales. La hipófisis es una glándula de pequeño tamaño, ubicada dentro del cráneo, que mantiene conexión con el cerebro y controla el resto de glándulas a través de diferentes hormonas. «Con la TSH controla la tiroides, con la ACTH controla la glándula suprarrenal, con la GH controla el crecimiento y, con la LH/FSH, el ovario y los testículos», indica la entidad nacional. A su vez, produce la prolactina, que se encarga de generar leche después del embarazo, o libera la hormona antidiurética, que regula la cantidad de orina. 

A continuación se encuentra la tiroides, en la parte delantera del cuello, encargada de la producción de las hormonas tiroideas y con forma de mariposa; y, vecina a esta, están las paratiroides, «las cuales se encargan del calcio en la sangre mediante la producción de paratohormona». 

Por otra parte, las glándulas suprarrenales están encima de los riñones y forman una especie de pirámide. Fabrican diversas sustancias, desde la adrenalina, «que adapta al cuerpo a las situaciones de emergencia y de estrés, aumentando el ritmo cardíaco y respiratorio, así como la capacidad de reacción; el cortisol, o las hormonas sexuales, como la DHEA, entre otras». 

En este proceso hormonal, también está involucrado el páncreas, un órgano largo en el interior del abdomen que destaca por la producción de la insulina, lo que controla los niveles de azúcar en sangre, además de producir otras hormonas como el glucagón. De igual forma, interviene el aparato digestivo, tanto el estómago, como otras partes del intestino, al fabricar distintas hormonas, entre ellas, la grelina, que regula la sensación de hambre. Por su parte, los testículos, además de producir espermatozoides generan testosterona; y los ovarios, no solo contienen los óvulos, sino que producen hormonas como los estrógenos y progestágenos, implicados en el ciclo menstrual. 

En suma a todos estos sistemas, los adipocitos, que acumulan grasa corporal en forma de depósito de energía para los períodos de ayuno, también fabrica hormonas como la leptina, «que controla la ingesta de alimentos», o la adiponectina, «que ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre», precisa la SEEN. 

La edad, un factor inevitable

La edad también condiciona la secreción de estos mensajeros. «Hay ejemplos muy claros, como la máxima producción de hormona del crecimiento, que se sitúa en la pubertad, o las sexuales, que durante la infancia están en niveles muy bajos, y en adolescencia empieza a incrementarse lo que permite el desarrollo sexual», señala el doctor Alfonso Vidal, miembro de la Sociedad Gallega de Endocrinología, Nutrición y Metabolismo (Sgenm). 

Además, a medida que el varón y la mujer envejecen, los niveles de las hormonas sexuales decrecen, aunque la caída de los estrógenos y la progesterona, con la llegada de la menopausia, se manifieste de forma más agravada. 

¿Las hormonas se relacionan entre sí?

Al ser mensajeros, «las hormonas se comunican con otras glándulas emitiendo y recibiendo señales para coordinar el funcionamiento», explica el doctor Alberto Fernández, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital Universitario de Móstoles, y secretario de la SEEN. Sin embargo, no todas mantienen una estrecha relación «fisiológicamente relevante». Esto solo ocurre en aquellas que intervienen en funciones similares, como pueden ser los niveles de glucosa, la tensión arterial o los niveles de calcio. «También sabemos que hay un perfecto diálogo entre el músculo y la grasa», expone el doctor Vidal, quien reconoce que todavía les quedan lazos por comprender. 

Con todo, si una falla en su labor, otras pueden seguirle detrás. Estos desajustes, motivados por la carencia o exceso de producción, pueden tener consecuencias inmediatas, y otras que solo se manifiestan al cronificarse en el tiempo. Los ejemplos más clásicos y mejor conocidos son la obesidad o la diabetes. «El sobrepeso y la obesidad, que conjuntamente afectan a más del 40 % de la población española son, en parte, consecuencia de hábitos alimentarios y de ejercicio físico y, en parte, de alteraciones hormonales que controlan el apetito y el metabolismo», reconoce el secretario se la SEEN. 

En este punto, las hormonas tienen un papel fundamental a la hora de controlar el apetito y regular diferentes funciones metabólicas que se ven alteradas en esta condición de exceso de grasa. Es más, «un grupo de tratamientos eficaces para el tratamiento para la obesidad, como son los agonistas del receptor de GLP-1 (el liraglutide o el semaglutide), actúa imitando a hormonas que nuestro intestino produce para favorecer la sensación de saciedad, entre otros muchos mecanismos», indica el secretario de la SEEN. 

Por su parte, la diabetes afecta al 15 % de los españoles y, en resumidas cuentas, «es fruto de un mal funcionamiento de la insulina». El experto también menciona todas aquellas patologías relacionadas con la disminución o aumento de los niveles de hormonas tiroideas, hipotiroidismo o hipertiroidismo, respectivamente. 

En la oncología

Su relación con enfermedades de alta incidencia no termina aquí. El papel fundamental de las hormonas, en la prevención y tratamiento de ciertos tumores, es de sobra conocido. «Se sabe, desde hace tiempo, que tanto la obesidad como la diabetes, ambas patologías del sistema endocrino, suponen un riesgo muy aumentado de numerosos tumores frecuentes, como cáncer en el sistema digestivo, ya sea de estómago, páncreas, o colon; de mama o próstata», indica el endocrinólogo del centro madrileño. 

A su vez, como estos mensajeros biológicos tienen un rol esencial en la prevención y regulación del crecimiento del tumor, «es común emplear tratamientos hormonales para mejorar el pronóstico de estas enfermedades, como suele ocurrir de forma habitual en el cáncer de mama y de próstata», indica.

Por otra parte, si se produce un exceso de hormona del crecimiento, conocido como acromegalia, «hay aumento del riesgo de padecer tumores, como por ejemplo, de colon», explica el doctor Vidal.  Es más, según detalla el experto, a este tipo de paciente se les realiza, de manera periódica, colonoscopias para descartar. 

Desequilibrios hormonales: lo que está en manos de la población

Son varios los síntomas que pueden evidenciar un trastorno hormonal. «Cambios en el peso y en el comportamiento, cansancio o alteraciones en el desarrollo», precisa la SEEN. Con todo, la entidad alerta de que algunos desequilibrios hormonales pueden ser asintomáticos o presentar signos muy leves, con lo que se vuelve esencial prestar atención a todas las señales que manda el cuerpo. De hecho, la entidad precisa que los desequilibrios hormonales pueden influir «considerablemente» en el estado anímico de la personas, en el que, como es lógico, también intervienen otros factores. Con todo, ese es un aspecto a valorar, especialmente, en la población femenina con edades comprendidas entre la pubertad y menopausia, «que puede experimentar cambios en el estado de ánimo provocados por las fluctuaciones hormonales continuas y cíclicas, que afectan a diversas células del organismo especialmente, a nivel de hipotálamo», indica 

Los hábitos de vida están profundamente relacionados con el sistema endocrino y, como consecuencia, con la producción hormonal. De hecho, se observa el impacto que tienen en patologías relacionadas con las hormonas, entre ellas, la diabetes o la obesidad. «Abusar de alimentos ricos en calorías, como fritos, rebozados, la bollería o los ultraprocesados, la falta de ejercicio físico y no respetar una higiene del sueño son las causas más frecuentes de estas dos enfermedades. Dos pandemias que perjudican la salud y en la que, resulta fundamentales la prevención y el tratamiento», precisa el secretario de la SEEN. 

Precisamente, el doctor Vidal detalla que, la influencia de la grasa ectópica, «que significa que está situada en sitios en los que no debería», hace que sea posible hablar de diferentes problemas de salud: «Si se infiltra en el hígado hablamos de hígado graso, también puede llegar al páncreas o incluso al músculo. Es un tipo de grasa que funciona inadecuadamente, favorece la inflamación y, como es un tejido con producción hormonal, también conlleva una alteración de esto», describe el doctor Vidal. 

Los disruptores endocrinos

Uno de los factores más importantes a la hora de hablar de problemas hormonales son los contaminantes ambientales, «entre ellos, los disruptores endocrinos», indica el doctor Vidal. Una serie de sustancias que afectan al modo de funcionar de uno o varios de estos mensajeros. «Se origina como productos directos o derivados de los procesos industriales de las sociedades modernas, sobre todo, en los plásticos», precisa el doctor Fernández.

¿Suponen un problema para la sociedad española? Ambos expertos lo confirman. «Numerosos estudios en modelos animales y humanos han relacionado estas sustancias con mayor riesgo, entre otros, de diabetes, alteraciones tiroideas, infertilidad y de cáncer», detalla el secretario de la SEEN. El doctor Vidal y miembro de la SGME añade a la lista de perjuicios el adelanto de la maduración sexual, o la predisposición a ganar peso. 

Por eso, el doctor Fernández señala que es necesario que las normativas europeas y nacionales «se aseguren de que todo producto industrial recibe estudios rigurosos descartando que sea un disruptor endocrino antes de su comercialización», precisa. En este sentido, el experto anima a reducir el uso de plásticos «en la medida que sea posible» y a favorecer una economía sostenible.

 


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