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Cuidado con las uvas: el peligro de atragantamiento en Fin de Año y cómo actuar

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Los datos del Instituto Nacional de Estadística del 2020 muestran que los atragantamientos accidentales causaron 2.511 muertes, de las cuales el 11 % se produjeron a raíz de la ingesta de alimentos

Hay que tener mucho cuidado con los niños menores de 5 años y las personas mayores de 65. Te explicamos cuándo y cómo realizar la maniobra de Heimlich

31 Dec 2021. Actualizado a las 15:07 h.

Por inofensivas que parezcan y lo sorprendente que pueda sonar, las uvas son el tercer alimento que más asfixias provoca en los menores de cinco años. Su puesto queda por detrás de las salchichas y los caramelos. Todos ellos con varias características en común. 

Un momento de celebración puede acabar en desgracia al querer sumar a los más pequeños de la casa a las costumbres propias de la adultez (que de por sí, no son seguras). Su estructura no está todavía preparada para ingerir, casi sin masticar, una pieza por segundo. Las razones que exponen desde la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza Cuello (Seorl-CCC) son varias. «El atragantamiento en Nochevieja por la ingesta de uvas es de lo más habitual. En primer lugar, porque el tamaño de esta fruta tiene el mismo diámetro que el espacio glótico (uno o dos centímetros), que es el sitio que queda en las cuerdas vocales y por donde se respira, y en segundo, por la propia textura. La piel hace que sea más difícil masticarla», señala el doctor Juan Carlos Casado Morente, presidente de la Comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Disfagia de la Sociedad Española de Otorrinolaringología de la Seorl-CCC.

Así, este problema se vuelve motivo de urgencia en los pequeños y mayores con disfagia (dificultad para la deglución). No solo esto, porque al festejo de riesgos que de por sí conlleva la uva, se añade el contexto en el que se come: «Se le ha perdido completamente el respeto al peligro que supone. Es decir, comer una uva por segundo no es seguro para niños ni adultos», explica el doctor. 

Además, estas bayas son redondas y flexibles, lo que en un principio podría sonar beneficioso para fomentar su consumo, no hace más que alejarse de la realidad. Por su propia estructura pueden acabar rodando hacia la garganta sin que el pequeño (o mayor) apenas le haya dado un mordisco. No es de extrañar. Los menores de cinco años tienen una anatomía diferente a la de los adultos.

La laringe está todavía en desarrollo, por lo que su sistema deglutorio no suele haber alcanzado la madurez a esta edad. «Hasta los 9 o 10 años se produce el descenso de la laringe. De hecho, cuando nosotros bajamos la lengua para ver esta zona, se observa la epiglotis, que es un cartílago con forma de raqueta, que a estas edades tiene una posición muy alta. La epiglotis se coloca por encima de las cuerdas vocales para que el alimento no pase a la tráquea, y que vaya por unos orificios laterales que se llaman senos piriformes, que se comunican con el esógafo», detalla el otorrino, Juan Carlos Casado.

Cuando la epiglotis todavía se encuentra en este estado, no tiene tiempo suficiente para hacer de compuerta, «y hay más posibilidades de que el alimento acabe en las vías respiratorias que comienzan en la tráquea», añade el experto. Además, la piel de las uvas las vuelve antideslizantes. Una vez se quedan atrapadas, forman un tapón que no se deshace ni con agua ni con saliva. 

Todavía hay más. La dentadura de los niños no está formada del todo, y son varias las ocasiones en las que juegan y comen a la vez, lo que puede ser común en pleno cotillón de Fin de Año. Con el entretenimiento vienen los despistes, las risas o los movimientos, que aumentan el peligro de una aspiración difícil de controlar para el pequeño. Riesgo que se agrava si el bebé acaba de abandonar o está dejando la lactancia a favor de los alimentos sólidos. 

Cómo evitar el atragantamiento con las uvas

Hablar de evitar es casi misión imposible. En cambio, sí se puede reducir el riesgo, «espaciando su consumo en el tiempo, y si la tradición no lo permite, quitarle la piel y las semillas. Es más, hay algunas uvas que ya vienen sin pepitas», señala el doctor Casado. Otra de las claves está en el corte. Este tendrá que ser a lo largo, es decir, longitudinal o en forma de barra, y si es posible, en cuatro en lugar de dos (con un corte en forma de cruz).

Reconocer un episodio de atragantamiento es tarea sencilla. El doctor Juan Casado Flores y la doctora Raquel Jiménez García señalan en su Guía Práctica de primeros auxilios para padres que para saber qué está ocurriendo basta con prestar atención a los siguientes síntomas: 

¿Qué hacer ante un atragantamiento?

La Seorl-CCC recomienda que los adultos tengan nociones básicas de primeros auxilios. «En menores, casi nunca es necesario recurrir a la maniobra de Heimlich, porque esta se utiliza sobre todo para alimentos con mayor consistencia como un filete de carne, y entre ancianos que a su vez tienen el reflejo de la tos más atenuado», señala el presidente de la comisión de la Seorl-CCC.

Precisamente, animar a la otra persona a toser es una de las soluciones: «Debemos apartar al niño a un ambiente tranquilo y recordarle que tiene que toser. Es un reflejo innato que le salvará la vida, porque en el momento que tose y se le abre la boca, se acabó el problema», añade el experto. Y sí, como era de esperar, nada de darle agua, leche o pan. «Si esto no funciona, se puede hacer una presión en la boca del estómago», indica. 

La guía de primeros auxilios de los doctores Casado y Jiménez diferencia entre dos clases de obstrucciones y su posterior reacción. En primer lugar, si se trata de un atragantamiento leve, el niño estará consciente y con tos efectiva y fuerte. Podrá hablar y llorar. Así, el adulto lo colocará en posición incorporada, estimulará que siga tosiendo y «vigilará los signos de dificultad para respirar, tragar, arcadas continuas, tos persistente, afonía o babeo». 

Por el contrario, en caso de una obstrucción grave, el menor estará consciente pero la tos será débil e inefectiva, no podrá hablar o llorar y se pondrá de color azul. En este caso, las recomendaciones comienzan con una llamada de emergencia al 112. Después, la guía indica que el adulto tendrá que mirar la boca y sacar el objeto con los dedos, siempre y cuando sea visible. «Los dedos se introducirán en posición de gancho, en dirección de atrás hacia adelante». También se realizarán las maniobras indicadas para desobstruir la vía aérea. 

El procedimiento varía según la edad

En bebés menores de 1 año, se les dará cinco golpes en la zona media de la espalda con el talón de la mano, y cinco golpes en la zona media del pecho con dos dedos. 

En niños mayores de 1 año, se les dará cinco golpes en la espalda, y cinco golpes en el abdomen. En concreto, en la boca del estómago para realizar la maniobra de Heimlich. La Asociación Española de Pediatría aconseja seguir los siguientes pasos: 

La maniobra se repetirá en ambos casos, hasta que el menor expulse el motivo de atragantamiento y logre respirar, o por el contrario, se quede inconsciente.

Qué no hacer si alguien se está atragantando

De igual forma, la entidad pediátrica también contempla conductas que la persona que preste auxilio no debe seguir. 

 

Cuanto más lejos, mejor

Para evitar los atragantamientos, y al igual que ocurre con las uvas, para los menores de cinco años también tendrán que estar prohibidos los frutos secos (pipas, cacahuetes, avellanas y otros) y las frutas con hueso como las aceitunas o cerezas. Además, la Asociación Española de Pediatría recomienda utilizar los juguetes adecuados a cada edad, y prestar atención a los globos y trozos de globos pues «pueden obstruir la vía respiratoria». También insisten en mantener los objetos pequeños fuera de su alcance (como las monedas, los botones o las pilas) y enseñarles a no jugar ni reír mientras coman, al igual que a no llevar cosas en la boca cuando corren. 

Por alarmante que pueda sonar, los datos del Instituto Nacional de Estadística del 2020 muestran que los atragantamientos accidentales causaron 2.511 muertes, de las cuales el 11 % se produjeron a raíz de la ingesta de alimentos. Así, los atragantamientos, se sitúan como la segunda causa de muerte accidental por detrás de las caídas.


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