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¿Si los niños desayunan tendrán mejores notas?

Vida saludable

Lucía Cancela La Voz de la Salud
Varios estudios asocian un desayuno saludable con un mejor rendimiento académico.

Varios estudios asocian el mejor rendimiento académico con una buena dosis de comida a primera hora. Eso sí, siempre que sea saludable

08 Nov 2022. Actualizado a las 15:46 h.

El desayuno no es la comida más importante del día. Todo dependerá de la situación personal de cada uno, pero al menos, es tan relevante como las otras dos siguientes. Eso sí, el cuento cambia con los niños, especialmente los más pequeños, dónde la evidencia no queda tan clara. La Fundación Española de Nutrición señala que «diversos estudios han mostrado que desayunar se relaciona con una menor prevalencia de sobrepeso y obesidad, y con un perfil más saludable de biomarcadores cardiometabólicos». Aunque, destacan que se necesitan más publicaciones para establecer una relación causa-efecto.

Sin embargo, insisten en la idea de que su papel es principal y debe formar parte de una dieta saludable. Las razones son varias. En primer lugar, indica la Fundación, «porque muchos estudios observan que, desde un punto de vista cognitivo, desayunar es más beneficioso que no hacerlo» (especialmente en aquellos niños con una peor situación nutricional), y en segundo lugar, porque ayuda a establecer unos hábitos saludables a la larga. Además, al realizar largos períodos de ayuno, podrían incurrir en carencias nutricionales. Con todo, la puerta sigue abierta. 

Un reciente estudio ha reforzado la idea a favor de comer al levantarnos. La receta para un mejor rendimiento académico podría ser un buen desayuno. De hecho, esta es una de las conclusiones. La investigación evaluó, a nivel internacional, la relación entre desayunar y el rendimiento en el colegio, basándose en datos extraídos de El Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes, mejor conocido como PISA. El artículo, realizado por los investigadores de la Universidad de Valencia, Nerea Gómez y Juan Francisco Albert Moreno, encontró que existe un número considerable de adolescentes que no cumple con este ritual mañanero. Se plantearon responder una pregunta: ¿Los alumnos que desayunan antes de ir a la escuela tienen mejores o peores resultados en las pruebas PISA que aquellos que no lo hacen?

En los datos recogidos reside la respuesta. Vieron que los que desayunan antes de ir al colegio rindieron mejor en las competencias de matemáticas y ciencias. Por el contrario, no relacionaron este hábito con la comprensión lectora. 

Sin embargo, esto no es todo. Hay más estudios que muestran la importancia del desayuno durante los primeros años. En otra investigación observacional de la Universidad de Castilla-La Mancha, publicada en la revista Frontiers, se analizó el papel de esta ingesta y su vínculo con los problemas psicosociales en la juventud. También estudió la asociación entre diferentes hábitos alimenticios, como el consumo de fruta, verdura, dulces y refrescos, con el rendimiento académico. Se basaron en una muestra de 46,455 niños y adolescentes de 42 países diferentes, y observaron que tanto los menores que no consumen el desayuno, como aquellos que lo hacen fuera de casa, tienen más probabilidades de tener alteraciones de salud psicosocial. Esto incluye rasgos como la autoestima, el estado de ánimo y la ansiedad. 

Entonces, ¿deben o no deben desayunar los menores? Se lo preguntamos al autor principal, José Francisco López, investigador post-doctoral en el Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Macha, doctor en ciencias del deporte y nutricionista: «La evidencia científica parece indicar que los niños, niñas y adolescentes deben desayunar. No solo por los aspectos positivos que puedan obtener de los propios alimentos en cuanto a nutrientes y energía para afrontar el día, sino también por el entorno familiar que se crea en el desayuno», precisa. 

Salud en el plato, diez en el examen

En general, el estudio concluyó que cuanto mayor era la frecuencia de los hábitos de vida saludables, mayor era el rendimiento escolar percibido. Esta conducta positiva se basaba en el consumo de vegetales de manera habitual. Y a la inversa. Cuantos más refrescos y comida azucarada, peor era la visión que cada niño tenía sobre su rendimiento académico. Así lo explican los investigadores del estudio: «Una posible razón (a este fenómeno) es que tanto los refrescos, como los dulces, contienen altas cantidades de grasas saturadas y azúcares libres, los cuales se han asociado con un peor funcionamiento del hipocampo, una estructura del cerebro involucrada en los procesos de aprendizaje y memoria», detallan. Algo especialmente relevante en la adolescencia, pues durante esta fase, la estructura en cuestión aumenta su tamaño. 

De igual forma, desayunar puede hacer que el niño preste más atención en clase, de ahí que su consumo se relacione con mejores resultados. «Esta comida podría mejorar la actividad neuronal y el control cognitivo, con actitudes como la memoria y la capacidad atencional», precisan en el estudio. Son varias las investigaciones que apoyan esta teoría. Lo mismo se aplica al hecho de comer en familia. La publicación señaló que cuanto mayor era la frecuencia de comidas en conjunto, especialmente del desayuno y la cena, mejor era el rendimiento escolar. «Esto nos da a entender que desayunar en casa y en familia, en un ambiente relajado dónde se puedan compartir experiencias o inquietudes del día a día, puede servir para mejorar los problemas de salud psicosocial», detalla el autor. Y con ello, las notas del cole. 

Así, las conclusiones quedan claras. Comer a primera hora en el hogar se relaciona con una mejor accesibilidad y disponibilidad de una mayor variedad de alimentos. Además, hacerlo en familia crea un contexto clave: las relaciones entre miembros. No solo esto, sino desayunar fuera puede implicar comprar algo en un quiosco, con el consecuente consumo de alimentos ultraprocesados: malos ingredientes, exceso de calorías y escasos nutrientes. Nada recomendable para un consumo diario. Y precisamente, se ha visto que este grupo de población es el más vulnerable a tomar peores decisiones alimentarias.

Por ello, la instauración de buenos hábitos es lo primero: «Para los jóvenes, que se encuentran en una etapa de crear hábitos de vida, entender el desayuno como una comida más del día, realizada siempre en el mismo marco horario y dentro de unas mismas condiciones, debe ser recomendable», detalla el autor principal del artículo, José Francisco López. 

¿Desayuno...ideal?

La pregunta que corresponde, por el hilo temático, bien puede ser: ¿Y entonces, cuál es el desayuno perfecto? Ideal, como tal, no existe. Es decir, tal y como explicamos en esta entrevista, un desayuno estupendo puede ser un trozo de tortilla que sobró de la cena. Aporta proteína y grasas de calidad, así como hidratos de carbono procedente de la patata. Unos garbanzos también pueden servir. Con todo, y dejando a un lado excentricidades culinarias a primera hora, desde la Fundación Española de la Nutrición elaboran una propuesta. Que incluya, al menos, tres grupos de alimentos, y si es posible, de cuatro. «La combinación de todos ellos aporta al organismo carbohidratos, fibra, proteína, agua y una adecuada cantidad y calidad de grasa, contribuyendo a cubrir las necesidades de vitaminas y minerales», precisa la entidad. 

En base a la teoría, pasan a la práctica. En primer lugar, esta comida debe incluir algún tipo de lácteo. Ya sea leche, yogur o queso. Y nada de light, en este reportaje analizamos el papel de las grasas en el desarrollo infantil. «Este grupo de alimentos proporcionan un elevado contenido de nutrientes en relación con su valor calórico. Aportan proteínas de alto valor biológico, grasa, hidratos de carbono, vitaminas liposolubles (en lácteos enteros), fósforo y calcio, siendo este último altamente absorbible», señala la FEN. 

Momento para los cereales, y sus derivados, los cuales tienen que ser integrales. «Los cereales aportan principalmente hidratos de carbono complejos, algo de proteína y poca grasa. También vitaminas del grupo B y minerales. Los cereales de grano entero, además, son fuente de fibra insoluble, ayudándonos a alcanzar los 25 gramos de fibra que se deben consumir diariamente», explica la entidad. Se refieren a formatos como el pan y copos de cereales. 

La fruta es igual de esencial. Todas son buenas, aunque existen ligeras variaciones: «En general podemos decir que aportan principalmente hidratos de carbono, fibra y vitaminas hidrosolubles», precisa la entidad. Eso sí, mejor consumir la pieza, que un zumo. 

Y para completar, la FEN propone una amplia variedad de otro tipo de alimentos. Aceite de oliva virgen extra, mantequilla, tomate, frutos secos, huevos o jamón. «Lo que escojamos dará variedad a nuestro desayuno, y puede ayudarnos a equilibrar la ingesta», concluye la institución. 


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