Buscando un modelo justo para apoyar el uso del transporte público
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Superada la experiencia de la gratuidad con sus pros y contras, el Gobierno sondea distintas posibilidades para aliviar el gasto de los usuarios recurrentes, tanto en el ferrocarril como en los autobuses. El actual sistema expira el 31 de diciembre
03 Nov 2024. Actualizado a las 10:40 h.
La subvención pública en el uso del transporte público forma parte del sistema desde hace muchos años. Las Administraciones estatal, autonómica y local son conscientes desde hace tiempo de que hay servicios que son ineludibles para garantizar el derecho a la movilidad, pero que nadie prestaría porque generan más gastos que beneficios por tener una demanda limitada. En este contexto surgen las obligaciones de servicio público en el ferrocarril, con las que el Estado compensa a Renfe por el déficit de explotación en servicios de cercanías y de media distancia, o las concesiones de transporte por carretera, cuyas licitaciones prevén la inyección de dinero público para equilibrar las cuentas de resultados de las empresas de autobuses. Entre el transporte regular y el escolar, la Xunta se gasta cada año unos 130 millones de euros para atender una red dispersa que llega a cada esquina de Galicia.
Al margen de estas políticas de apoyo indirecto a quienes utilizan el transporte público, en los últimos años ha triunfado la experiencia de apoyar directamente al usuario, rebajando los precios de los viajes o, directamente, apostar por la gratuidad. Medidas como estas ya se aplicaban en Galicia antes de que el Gobierno central decidiera, en septiembre del 2022, instaurar los abonos ferroviarios gratuitos para los servicios de media distancia —los más utilizados en Galicia— y de cercanías, así como la reducción de un 50 % en los precios de los viajes en autobús. Las bonificaciones de la Xunta comenzaron con la tarjeta del transporte metropolitano (10 % de descuento), pero dieron el salto adelante en el 2016 con la tarjeta Xente Nova, que permite 60 viajes gratuitos al mes a menores de 21 años. Recientemente, la Consellería de Presidencia, de la que ahora dependen estos asuntos, ha puesto en marcha una iniciativa similar para mayores de 65 años.
Judit Fontela, directora xeral de Mobilidade, hace un balance muy positivo de estas iniciativas, especialmente de la que sufraga los viajes de los más jóvenes. «Se trata de promocionar el transporte público entre las nuevas generaciones y se está consiguiendo. Tenemos ya más de 123.000 usuarios que hasta septiembre han realizado 4,2 millones de viajes. En el caso de los mayores de 65 años hay unos 107.000 que tienen la tarjeta, pero su movilidad es más baja, con 1,9 millones de viajes», asegura.
Es evidente que el transporte público triunfa entre los jóvenes, más concienciados con la necesidad de reducir emisiones y menos obsesionados que generaciones anteriores con el vehículo propio. «El éxito entre los jóvenes también tiene que ver con los avances tecnológicos que hemos introducido en el transporte público. Los medios de pago, la consulta de frecuencias y paradas, todo se hace de forma digital, y eso facilita el acceso de los jóvenes», explica Judit Fontela. Se calcula que estas dos iniciativas generan un ahorro familiar que supera los nueve millones de euros.
La apuesta de la Xunta por esta bonificación será aún mayor en el 2025, pues la partida presupuestaria para sufragar los viajes de la tarjeta Xente Nova aumentará un 50 %, alcanzando los 14 millones. Una cantidad muy relevante que la Xunta ve necesaria para generar hábitos de uso del transporte público entre las nuevas generaciones, en un momento en el que vuelve la preocupación por accidentes de tráfico muy graves que afectan a gente muy joven, similares a los que ocurrían cuando no existía el carné por puntos.
Las bonificaciones estatales, tal y como están concebidas en la actualidad, expiran el 31 de diciembre. El Ministerio de Transportes está explorando nuevos modelos, pero no es favorable a continuar con la gratuidad a no ser que se vean obligados a hacerlo por eventuales pactos parlamentarios para aprobar los presupuestos del 2025. La Xunta está a la espera de conocer el nuevo sistema de apoyo al transporte público si finalmente se descarta la gratuidad, pues aporta el 20 % de la bonificación del 50 % en los autobuses. «Que se decida a última hora supone una dificultad a la hora de planificar las bonificaciones. Cualquier cosa que pase en el ferrocarril, además, repercute en nuestros autobuses, como sucede en las intermodales cuando no hay plazas en los trenes », señala Judit Fontela.
Pero la inquietud máxima es la que tienen los usuarios recurrentes, para quienes la movilidad laboral o académica supone una buena parte de su presupuesto doméstico, y que ya no ven posible una marcha atrás hacia la situación anterior a los abonos ferroviarios gratuitos, cuando un abono mensual les costaba 358 euros en la conexión A Coruña-Vigo. Con la gratuidad se ahorran casi 4.000 euros al año. Iria Méndez es una de esas viajeras asiduas del eje atlántico de alta velocidad por motivos laborales, y admite su impaciencia por conocer qué le deparará a partir del 31 de diciembre. Como una de los portavoces de la Plataforma de Usuarios de Media Distancia, cree que es necesario valorar en su justa medida la relevancia que tiene el ferrocarril en la vida cotidiana de muchos gallegos. «Creo que es muy importante que se tenga en cuenta que nos hemos estabilizado en unos 80.000 usuarios en Galicia que utilizan los abonos gratuitos. Es una cifra muy relevante», explica.
Este colectivo y Perder O Tren asistieron recientemente a una reunión con altos cargos del Ministerio de Transportes para la elaboración del nuevo modelo de apoyo al uso del transporte público. Les esbozaron las ideas en las que estaban trabajando y la música no les sonó mal, admite Iria Méndez, que cree que la respuesta de la Administración debe ser «rápida» para saber a qué atenerse el año que viene. El departamento que dirige Óscar Puente estaría trabajando en un abono a mes vencido, en el que pagarían menos los que más viajan. Con este nuevo modelo, les aseguraron que se mantendría la importante cifra invertida en la gratuidad y en los descuentos durante el último año, unos 600 millones de euros. «La foto final no variará tanto respecto a lo que hay», dijo hace unos días el ministro.
Los usuarios, por su parte, reclaman abonos «asequibles y flexibles que sirvan para garantizar el acceso a la media distancia». «También queremos que se tenga en cuenta la especificidad del eje atlántico», dice Iria Méndez, un corredor a medio camino entre las cercanías y la media distancia.
Xosé Carlos Fernández, experto en ferrocarriles que conoce todos los sistemas europeos de bonificación, cree que lo ideal sería «construir un modelo de bonificaciones que dure, que sea estable». Y propone que trabajadores y estudiantes se beneficien de un abono mensual con veinte días bonificados en el que solo paguen el 33 % de la tarifa oficial de los viajes de ida y vuelta.
lo negativo
La dificultad de una gratuidad sin aumento de plazas
Cuando se decidió apostar por la gratuidad total en el ferrocarril cotidiano, se pensó poco en los efectos secundarios de una medida que, aunque positiva, genera algunas disfunciones. Una de ellas se corresponde con todas aquellas incidencias relacionadas con la falta de plazas o la reserva de asientos que después no se utilizan. El principal problema de los abonos gratuitos es que generan un aumento de la demanda que Renfe no puede satisfacer, al no poder aumentar las plazas en media distancia por falta de material rodante. Los trenes que están en fabricación llegarán a partir del año que viene.