La Voz de Galicia

La despoblación del rural pasa factura: en Sarreaus ya solo queda un bar

Sarreaus

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Los padres de Gemma y Belén fundaron O Caserío hace cuarenta años

En el único local hostelero de la capitalidad del municipio explican lo difícil que es mantenerlo abierto

03 Apr 2022. Actualizado a las 05:00 h.

En la capitalidad del concello de Sarreaus solo queda un bar. Hace menos de un mes cerró uno de los que quedaba en la plaza. No soportó ni la pandemia ni el alza de los precios. En la localidad ya no hay tienda de comestibles ni estanco y el centro de mayores no abre sus puertas porque solo dos vecinos demandaron este servicio, cuando el número mínimo para prestarlo son cinco. Se mantiene el colegio y hay dos sucursales bancarias, aunque una de ellas solo abre dos días a la semana. En Sarreaus no solo faltan jóvenes sino que los mayores son, también, cada vez menos.

Con este panorama resiste O Caserío, el que ahora es el único bar del pueblo, que en su día fue también restaurante. Gemma Blanco es la propietaria y heredó el negocio de sus padres, que lo montaron en el año 1988. Asegura que si tuviera que pagar el alquiler del local seguramente ya hubiera cerrado sus puertas. Su hermana Belén le echa una mano porque, a pesar de que los clientes son cada vez menos, abren desde las siete de la mañana hasta la noche, sin pausa al mediodía. Porque cada café, cada euro, cuenta.

Ahora, a los requerimientos mensuales o anuales obligados por tener abierto un establecimiento como el suyo, se suma el alza de los precios. Un cúmulo de facturas difícil de resumir. Y de asumir. «Tenemos que pagar la de luz, los autónomos, los permisos por la televisión a la SGAE, el seguro de responsabilidad del bar, el IVA, a una empresa que controla la temperatura de las cámaras y las limpiezas... Tenemos los mismos gastos que una cafetería en la Castellana. ¿Quién va a resistir en el rural?», afirma Belén. Y entienden que el otro bar que quedaba en la localidad cerrara sus puertas: «Nosotros, por lo menos, no tenemos que pagar el local».

Hay vecinos que todavía se resisten a ir al bar tras la pandemiaMIGUEL VILLAR

El coste que supuso mantener los bares cerrados por la pandemia no solo se notó en Sarreaus durante dos años. El miedo permanece. «Hay gente que ya no ha vuelto al bar, tiene miedo. Antes había cuatro partidas de cartas y ahora hay una o dos como mucho un domingo. Todo dependemos de todos, es una cadena. La feria ayuda porque viene más gente, pero es una vez a la semana. Esta es una tendencia y hay que resistir y ajustarse», añade.

La caída de la población —actualmente Sarreaus tiene 1.114 vecinos— se nota en las viviendas.

 

Casas cerradas

En el centro de la capitalidad la mayor parte de las casas están cerradas, con las persianas bajadas. Sus propietarios ya no viven en ellas de forma habitual, aunque sí las habitan los fines de semana o en vacaciones. Una merma diaria de vecinos que se nota en el establecimiento.

«¿Da para vivir? Mientras siga viniendo gente a los bancos o al centro de salud, podremos hacerlo», resume Blanca.

En O Caserío también sellan lotería y, además, es el único lugar donde se puede comprar tabaco. «El restaurante se cerró hace tiempo porque era inviable y no podríamos reabrirlo porque no podríamos ni pagar a un camarero», añade. Mientras comentan la situación van entrando vecinos al bar. Charlan un rato y revisan la prensa. Es la labor social de los bares del rural, el lugar de encuentro y tertulia de sus vecinos.


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