En la Antártida ahora ya saben dónde se encuentra Sanxenxo
Pontevedra
El biólogo Carlos Barros colocó el cartel en honor a su villa natal en un poste que, a modo de rosa de los vientos, descubrió lleno de topónimos en una base del continente helado
22 Feb 2023. Actualizado a las 07:46 h.
Sanxenxo: 12.554 kilómetros. Esta es la distancia que separa la capital turística de las Rías Baixas de la Antártida y es el cartel que el biólogo sanxenxino Carlos Barros colocó en un poste, que a modo de rosa de los vientos, descubrió lleno de topónimos en una base del continente helado y que rememora de dónde son las personas que han pasado por este lugar tan remoto. Para él fue también la forma de sentirse más cerca de casa cuando uno está al otro lado del mundo y a la vez una forma de presumir de su villa natal, aunque el público que sepa leer castellano sea más bien escaso. Ya vendrá algún que otro investigador o biólogo por esta base que no se resistirá de buscar en un atlas o en Internet dónde está esta localidad llamada Sanxenxo y que ahora comparte poste antártico con Lisboa, San Fernando, Ermua y Granada.
Carlos Barros es biólogo y veterinario y viajó a la Antártida para participar en un proyecto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Llegó al continente helado gracias a su trabajo como conservador de aves en el Oceanogràfic de Valencia y cuando vio el poste cargado de flechas y nombres no se lo pensó dos veces.
Esta no es la primera vez que Barros se va al otro lado del mundo por causa de su trabajo. Ya estuvo, por ejemplo en noviembre, en las Galápagos, unas islas que tampoco es que estén a la vuelta de la esquina. Sin embargo, sí que es la primera vez que se vio en la Antártida, concretamente en la isla Decepción, una de las bases de operaciones del CSIC.
El trabajo que hizo se dividió en tres fases de veinte días cada una. Su equipo analizó el comportamiento de tres clases de pingüinos que viven en este entorno tan desolado. Se trataba de conocer cómo el calentamiento global está afectando al ciclo vital de estas aves marinas.
Barros apunto: «Son unos auténticos bioindicadores y centinelas del cambio climático. Son más sensibles que cualquier otra especie y eso nos permite en muchos casos tomar medidas con cierta antelación». Este proyecto permitirá monitorizar a estas aves durante un año con el uso de geolocalizadores y rastreadores.
Aunque la Antártida está tan lejos se comunicaba con su familia en Sanxenxo casi a diario. Las nuevas tecnologías hacen milagros, pero un cartel, aunque artesanal, anunciará a futuros investigadores de todo el mundo dónde está Sanxenxo.