Las hermanas Luna perpetúan el legado hostelero de su padre y amplían sus fronteras de Vedra a Santiago
Santiago

Cuando él combatía un cáncer cogieron las riendas del negocio familiar y ahora han convertido la finca Trece Pinos en Dos Lunas, que tendrá su propio club de pádel a finales del verano
01 Aug 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Cuentan Sandra y Mayka Luna, santiaguesas de 49 y 52 años, que siendo niñas sus padres «trataron de mantenernos un poco alejadas» del negocio familiar. Hijas de hosteleros, confiesan que tampoco a ellas era lo que más le apetecía hacer. La mayor, acabó estudiando Económicas y, la pequeña, se formó en el Centro Superior de Hostelería de Galicia. Cada una estaba forjando su propio camino hasta que una enfermedad lo cambió todo. «Detectaron a mi padre un cáncer. Yo me iba a ir a Inglaterra en ese momento. Nos propuso que, mientras se curaba y recibía tratamiento en Pamplona y Madrid acompañado por nuestra madre, nos encargásemos Mayka y yo de sacar adelante el trabajo», relata Sandra. Sus padres dirigían por aquel entonces pazo Vista Alegre, en Vedra. «Ellos fueron los que pusieron en funcionamiento esa propiedad dedicada a la restauración, en 1988», puntualiza, y antes ya habían dirigido unos cuantos servicios de cocina —desde la del convento de San Francisco hasta la cafetería de la Xunta o del hospital de Conxo—. «Mi padre era un enamorado de la hostelería. Incluso estando ingresado, preparaba menús y nos llamaba constantemente. Decía que se le pasaban las horas más rápido haciendo montajes mientras esperaba para la resonancia de turno. Cuando murió, nosotras ya no quisimos movernos de allí y nos quedamos las dos al frente», recuerda.
Las hermanas Luna llevan 24 años trabajando juntas, codo con codo, y no solo han perpetuado el legado hostelero familiar sino que también han ampliado sus fronteras, convirtiendo la antigua finca Trece Pinos en Dos Lunas. Sucedió, afirman, «de la manera más tonta». Mayka hizo un viaje a Madrid y en un congreso de pádel conoció a la dueña de esta propiedad santiaguesa dedicada a la celebración de eventos. Así fue como ellas terminaron a cargo de la restauración de este pequeño oasis urbano emplazado en el Cruceiro da Coruña. Además, allí se va a hacer un club de pádel y para finales del verano cuentan con tener listas ocho pistas de pádel y una de cróquet.
«Empezamos a trabajar en firme esta primavera, en marzo, y quisimos hacer algo diferente. La idea es enfocar los servicios al empresario. Es un mercado muy grande que por aquí tenemos un poco abandonado. En la finca tienen un lugar tranquilo donde reunirse, salas pequeñas a su disposición, incluso un menú del día más completo y equilibrado. Aquí hacemos cocina de mercado con un punto un poco más moderno que en el pazo. Intentamos trabajar con producto fresco, sobre todo pescado, poniendo en valor su sabor sin encubrirlo con salsas, y es algo que está funcionando bien», celebran unas expertas del sector eventos. «Las bodas, bautizos y comuniones ya vienen solas, porque es lo que llevamos haciendo toda la vida», constatan las hermanas. Como dice el proverbio latino, por sus frutos conocemos el árbol.