¿En dónde se hacen los mejores «cinnamon rolls» de Santiago?
Vivir Santiago
La pasión por los rollos de canela suma adeptos allá donde aterriza, aunque lo cierto es que, más allá de las modas, una serie de establecimientos en Compostela los llevan comercializando desde tiempo atrás
17 Nov 2024. Actualizado a las 05:05 h.
Quien podría vaticinar que una de las nuevas tendencias en repostería iba ser, en realidad, un dulce que suma cientos de años de tradición en los países del norte de Europa. La pasión por los cinnamon rolls —traducido en algunos casos como rollos de canela— suma adeptos allá donde aterriza, aunque lo cierto es que, más allá de las modas, una serie de establecimientos en Santiago los llevan comercializando desde tiempo atrás. La clave de este postre heredado de la gastronomía escandinava, según cuentan, es una masa y una forma en espiral que conserva el interior jugoso. Después, cada receta tiene su toque personal. Los clásicos rematan con azúcar glas y los más modernos con toppings como galleta Lotus o Kinder.
En lo que coinciden los reposteros que los elaboran es en que la única manera de no disfrutar un cinnamon roll es que no guste el sabor de la canela. Eso sí, pese a ser el ingrediente principal, animan a los reacios a que les den una oportunidad. «Podemos sacar unas cuatro bandejas y se agotan al día, no conocemos a nadie a quien no le hayan encantado», explica Áxel Moreira, del Café Adèlia, uno de esos locales en Santiago que han hecho de este dulce con forma de rollo su marca personal. Asegura que es uno de los productos más elegidos en las vitrinas y que cada día llegan personas al establecimiento preguntando específicamente por los rolls. Al igual que el resto de su repostería, los preparan en el local. El secreto, desvela, es el tipo de masa madre utilizan, una que formularon ellos mismos y que permite que el producto, pese a tener una apariencia seca, sea «mantecoso, como una explosión de sabores».
Aunque la hacen de manera «casi instantánea», cuenta que lo laborioso es el proceso de levado, que, aunque depende de la temperatura del ambiente, suele durar entre dos y tres horas. Una vez cocinados, vierten sobre los rollos una mezcla de azúcar glas y nata. Aunque hay veces que les añaden algún tipo de fruta o de dulce, cuenta Moreira que su receta es la clásica escandinava, algo que va en simbiosis con la filosofía de su local. «Al final, es esa sensación de estar confortable con la gente, con las luces, con las velas y con aromas como el de la canela», explica.
De receta clásica también presume Jessica Mackowick, de Lusco & Fusco Bakery Café. Desde que abrió su pequeño local del Campo de San Clemente, allá por el 2015, esta estadounidense afincada en Compostela marcó como tradición la de hornear sus famosos cinnamon rolls cada sábado. «Esto nos viene en la sangre y es muy típico en los fines de semana. Antes de abrir la cafetería los hacía una vez al año, el día de Navidades, porque es habitual tomar algo especial mientras que los niños abren los regalos y la de los rollos de canela es una de nuestras recetas más populares», explica Jessica sobre su historia. Si decidió establecer como costumbre ofrecerlos solamente un día de cada semana fue, primero, porque hornea ella sola y la elaboración artesana lleva su tiempo. Segundo, para seguir manteniendo su postre como algo especial.
Ella solamente trabaja sobre una fórmula. Cuenta que la elaboración parte de una masa estilo brioche. Prepara el relleno y, cuando ya ha reposado, enrolla. Deja reposar otra vez, hornea y, cuando ya están listos, los cubre con una crema de azúcar glas. «Hoy en día hay variedad de recetas. Hay rollos de naranja, de queso y de lo que sea, pero los originales, por lo menos en Estados Unidos, son los de canela», sentencia.
Otro que ve en la tradición un cumplido es Ramón Pérez. Junto a Dominga Domínguez fundó Chuore, un establecimiento que reinventa clásicos como el churro a la par que alimenta las delicias de los más golosos, entre las que están unos canelitos —su traducción personal del cinnamon roll— que ya son parte de su identidad. «Hay gente que viene en verano de Dinamarca o de Suecia y nos dice que están perfectos, que no tiene nada que envidiar a los que hacen en las pastelerías de toda la vida de allí», cuenta Ramón. Ellos los hornean cada día en el propio local. Empiezan a las cuatro de la mañana y hasta las ocho y media o nueve no están listos, pero lo laborioso del proceso se compensa con las ventas: «Normalmente, a las siete de la tarde ya no nos quedan».
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La receta es la misma que hacía Dominga en casa y que, como cuenta Ramón, despertaba los cumplidos de todo aquel que la probaba. «Es un amasado con harina, mantequilla, un poco de canela y azúcar moreno. Se enrolla, se deja reposar tres veces para que infle bien y se dora al horno», explica. Lo que les diferencia de otros locales es que, hecha la base tradicional, cada uno puede añadirle los toppings que quiera. Los modelos clásicos son los que se recubren con glas, crema de queso y manzana. A mayores, tienen la opción de hacer las combinaciones al gusto, con ingredientes que van desde los chocolates a los frutos secos.
Pero, además del postre en sí, ¿qué es lo ideal para acompañarlo? Jacobo Abeijón, de Shot Me Coffee —cafetería conocida por ser la mejor de España en los BCN Coffee Awards—, recomienda bañarlo con un buen café. El cinnamon roll lleva en su carta desde que abrieron el local, hace unos dos años. Cuenta que, en el mundo el café de especialidad, que bebe de corrientes del norte de Europa, es muy común verlos. «Á xente gústanlle moito. As masas fermentadas son ideais para acompañar o café porque non saturan e teñen moito sabor. Vai recheo dunha crema de canela que, para quen lle guste, é moi gustoso para acompañalo», explica el barista.
Los elaboran tres veces por semana siguiendo una receta clásica, aunque los fines de semana tienen una especial de chocolate blanco y pistacho. «É un bolo en masa brioche fermentado que, cando o fas con bos ingredientes e con mimo, é moi aromático e esponxoso», continúa Abeijón. Con el café también recomiendan acompañarlos desde Ratiños Coffee Shop. Sus cinnamon rolls se llaman golfeados y, aunque llevan canela, tienen ingredientes como anís y un poco de queso, una receta oriunda de Venezuela.
Puede que la última que haya sumado los cinnamon rolls a su carta sea Rebeca González, de D'Pingas. Lleva poco más de un mes ofreciendo estos dulces en su local de O Restollal, característico por su decoración llena de encanto. Para que el cliente se asegure sus rollos, recomienda encargarlos con antelación. Los bañan con su crema de queso especial, con compota de manzana y con mermelada de temporada. «Creo que en cuanto a eso, aportamos un toque diferente que a la gente le gusta», explica Rebeca. Queda demostrado que, para gustos, colores. Con todas estas variedades, tú, ¿con cuál te quedas?