Willy Wonka Experience de Glasgow: el mayor «lo que pides vs. lo que te llega» de la historia reciente
Sociedad
Vendieron una experiencia inmersiva basada en el libro de Roald Dahl y la película de Tim Burton a 40 euros por persona que resultó ser un fiasco con hinchables de feria, pelucas de bazar chino y recreaciones propias de un ensayo de obra teatral escolar
29 Feb 2024. Actualizado a las 17:16 h.
Cuando Roald Dahl dio forma a la novela Charlie y la fábrica de chocolate en 1964 pensó a lo grande. El dueño de la factoría, Willy Wonka, triunfaba en sus páginas con sus dulces creaciones. Hasta el punto de que lanzó una promoción en la que los cinco niños que encontraran unos billetes dorados en sus tabletas, como hizo Charlie, podrían visitar este misterioso lugar, al que nadie tiene acceso: la mayor industria de chocolate del mundo. Esta era la mágica premisa de la que partió Tim Burton en 2005 para dar forma a una película homónima de increíble belleza estética protagonizada por Johnny Depp que triunfó a nivel mundial. Con estas referencias surgió en la ciudad escocesa de Glasgow la idea de hacer un tributo a este icono cultural con la Willy Wonka Experience, un espacio de ocio familiar que recrearía los escenarios y personajes presentes en el film. Según se promocionaba en su página web, se ofrecía durante el pasado fin de semana «una experiencia donde los sueños de chocolate se hacen realidad». Todo ello «en un viaje lleno de creaciones maravillosas y sorpresas encantadoras a cada paso». Sin embargo esa promoción chocó con la realidad que se encontraron los asistentes, familias escocesas cuyos miembros pagaron 40 euros por persona por algo muy diferente.
Según esta noticia publicada en The New York Times, un padre que viajó durante dos horas en coche para que su familia disfrutara del espectáculo dice que «había tal vez 20 sillas, un par de mesas y un castillo inflable medio deshinchado».
Otra mujer, que asistió con su exmarido y sus hijos también incidía en la cutrez y poco gusto con el que estaban hechas las cosas. «Ahora puedo reírme, pero al principio pensé que parecía ridículo, estuvo muy mal hecho teniendo además en cuenta lo caras que eran las entradas», indica al medio estadounidense.
En el diario británico The Guardian, también se hacen eco de estas experiencias awful (horribles), hasta el punto de que informan que las familias han creado un grupo de Facebook de afectados en el que se quejan de que «los niños lloraban con personajes que ni siquiera salen en la película y se asustaban al verlos».
Uno de los actores contratados, Paul Connell, critica incluso a los organizadores ante la imposibilidad de hacer correctamente su trabajo: «me di cuenta de que no podría hacer mi papel porque no tenía ni el vestuario, ni los accesorios ni los efectos especiales comprometidos».
Aunque los que compraron entradas esperaban toparse con un «jardín encantado», un «laboratorio imaginativo» o un «túnel crepuscular», como rezaba el anuncio en base al que adquirieron sus pases, la realidad ofrecida por la empresa House of Illuminati fue muy distinta. Su responsable, Billy Coull, lamenta en The Tab «no haber cumplido con las expectativas», achacando lo ocurrido a un problema con el papel holográfico: «no llegó a tiempo para ser instalado». Quizás ni con esa decoración extra el desastre podría haberse evitado.