Un joven artista vigués con down lanza la firma de ropa De Gonza
Vigo
El proyecto que derriba barreras es fruto del constante esfuerzo de superación del original creador
02 Apr 2024. Actualizado a las 00:29 h.
Gonzalo Gómez Sala es un joven treintañero que al fin ha encontrado cómo juntar su pasión por el arte con la ilusión de ganarse la vida con su trabajo. Hasta aquí su historia empieza como la de miles de chavales que desean que sus habilidades les proporcionen un futuro laboral. Pero la de Gonzalo cambia a partir de este punto y seguido. Nació con síndrome de Down, supero una leucemia infantil de niño y como recuerda su madre, Ana Sala, «siempre ha sido un artista que pinta y toca el piano».
Gonzalo, con dificultades para expresarse verbalmente, acude cada día a la Fundación Igualarte, entidad artística integral, para personas con capacidades diferentes, que echó a andar precisamente con él. Allí forma parte del grupo que se llama Diseñatas, coordinado por el profesor Alberto Ardid.
El año pasado participó junto a sus compañeros en un concurso del Concello de Vigo sobre la panificadora para la que fueron seleccionados. La asociación científica DS Biome Ireland, que investiga la microbiota en el síndrome de Down, hizo una convocatoria para crear su logo y su propuesta fue elegida. Aquello amplió de alguna forma sus inquietudes latentes, pero llegó la pandemia y tras meses en casa comenzó a hacer dibujos arropado y supervisado por su profesor con un fin concreto: ilustrar camisetas y sudaderas. Y un firme propósito: iniciar una carrera como diseñador en su empresa, apoyado por un equipo del que también forma parte su asistente Simón Fernández.
Su primera línea textil, con tejidos naturales y fabricación nacional, consta de cuatro modelos inspirados de forma libre en la naturaleza (árboles, un pájaro o un tiburón) y la ficción (las Supernenas), mostrando su esencia sin barreras. Ahora tiene página web con tienda online e Instagram pero su estreno fue en el mercadillo navideño de la Fundación Sales. Alucinado con su imaginación, el grafitero Pelucas fue su primer cliente. El joven emprendedor, que hace surf, monta en bici y le fascina el fútbol, dedica todas las mañanas a crear nuevos modelos en su taller de la casa familiar en Nigrán y está feliz. «Ha encontrado su proyecto vital, único, original», cuenta ilusionada Ana Sala, madre de tres hijos más. Él, el último, fue el detonante para que la bióloga madrileña afincada en Vigo hace 40 años decidiese dejar atrás su empresa de biotecnología para formarse en estimulación neurosensorial en personas con discapacidad. Colgó la bata para especializarse en un método que estimula el cerebro a través de la música.
Ana quiere dejar claro que no se trata de un proyecto solidario, sino empresarial. «Es un emprendedor. Lo somos, esa es la mentalidad», recalca, encantada de ver cómo el joven ha ido superando con mucho esfuerzo una dificultad tras otra después de un periodo de crecimiento personal integrado en la educación reglada hasta cuatro de la ESO, que cayó el picado al finalizar esta etapa sumido en una depresión que también dejó atrás.