Seguidoras de Sanz desde hace 30 años acampan en Castrelos desde el lunes
26 jul 2023 . Actualizado a las 07:18 h.Fue acabar el concierto de Pablo López y las fanes de Alejandro Sanz ya habían barrido las huellas y las lágrimas de las seguidoras del primero. El malagueño, que con la misma maestría acaricia el piano con pericia en el teclado que lo aporrea en el lomo para darles caña a sus baladas de intensidad interestelar, terminó su multitudinario concierto en el auditorio del parque de Castrelos y a la una de la madrugada llegaban las chicas del club de fanes oficial Meigas de Sanz con sus bártulos. Colchones hinchables, sofás hinchables, hamacas, edredones, sillas, neveras... todo lo necesario para atravesar los períodos de frío y calor que puedan sucederse hasta que el concierto del madrileño se haga realidad mañana, jueves, a las 22.00 horas en el popular recinto vigués.
Acomodarse y esperar al que ha sido dueño de sus carpetas forradas con su cara y apretadas contra el corazón (años después, partío) desde que tenían alrededor de 15 años y él unos pocos más es todo lo que tienen que hacer.
Mientras, disfrutan de un entorno agradable, que no siempre lo es. El cemento es más habitual en sus esperas que los árboles frondosos. La cordobesa Amanda lo sigue por todo el país. Irene y Loli son viguesas y forman parte del club oficial gallego. Cuentan que integran un equipo singular: «Muchas llevamos 30 años siendo fanes de Alejandro y en cada gira que hace vamos al máximo número de conciertos que podemos», cuenta Irene. Para el concierto que hizo hace dos años en el Monte do Gozo estuvo acampada esperando una semana. El objetivo es estar en primera fila sí o sí. No llega con tener entrada. Que también. Para eso ya hicieron cola previamente, durante horas bajo el sol que pega en la plaza del Rei ante el Concello de Vigo, donde no hay ni un árbol ni nada que ofrezca sombra. Ya con el pase en el bolsillo, es esencial que Alejandro las vea, las salude, les haga algún gesto. Estar tan cerca que puedan apreciar cómo le cae el sudor por la cara es lo que buscan. La media de edad de las Meigas de Sanz ronda los 40 años. Eran adolescentes, pero fueron tan fuertes sus miradas, elegantes y estudiadas, que entró en su mente... pisando fuerte.
Ahora, la mayoría trabajan y para organizarse juntan días de vacaciones cuando se ponen por meta no perderse ni un pestañeo del autor de Cuando nadie me ve. «Es una persona muy cercana y a nosotras nos sigue en redes y siempre tiene algún detalle», cuentan. En alguna ocasión, esperando a altas temperaturas, les hizo llegar bebidas.
Madres fanes
Algunas son madres. Y alguna mamá y fan ha contagiado a su retoño su pasión. Es el caso de Loli, que se lleva a su hijo, César. «Disfruta como yo, pero lo dejo estar un rato», explica. «Tengo que estar con mi madre, no me queda otra», es la versión del niño, que no parece sufrir mucho balanceándose en una hamaca. Su progenitora adora al cantante, pero aclara que su prioridad es su familia. «Yo esto lo hago por Alejandro Sanz y por ningún otro», afirma. Como la vida no es una gira mundial, ojalá, lo que hacen cuando no pueden seguir el ritmo esperando al ídolo es que pagan a alguien de la familia, un ofrecimiento al que vean más pelado, «que siempre le viene bien y lo agradece». Las Meigas lo siguen desde que publicó su primer disco, cuando tenía 21 años. Ahora tiene 54. No es lo mismo. Ya lo decía él y no le hicieron ni caso. El músico inició esta gira confesando estar un poco bajo de moral y ahí están sus incondicionales para arroparlo. «Ya se le ve mejor», comenta aliviada una de las viguesas. Mañana estarán de nuevo muy cerca, en la cita viguesa que se prevé multitudinaria. Cantará para todos, pero ellas se merecen un poco más.