David Perdomo: «El verano me parece un poco hortera, como un Julio Iglesias de los 80»

AL SOL

David Perdomo en la playa del Orzán.
David Perdomo en la playa del Orzán. ANGEL MANSO

El humorista coruñés confiesa que echa de menos el otoño y que tiene la manía de escuchar música siempre acorde a la estación, aunque huye del reggaetón, que considera «una blasfemia»

29 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Por su trabajo como humorista, David Perdomo nunca tiene vacaciones como tal. Ni siquiera en verano, aunque admite que «para los que nos dedicamos a esto, nuestra vida ya es un poco estar de vacaciones». Este verano le pilla con ensayos para una «peliculita» y la preparación de nuevos proyectos delante y detrás de las cámaras a partir de septiembre.

Perdomo, al contrario que su personaje el Koruño, no es muy de verano. Prefiere el otoño y huir de las aglomeraciones de playas y verbenas y, sobre todo, del reggaetón, que considera «una blasfemia».

—Cuando el trabajo lo permite, ¿qué planes haces en verano en Galicia?

—Creo que Galicia ofrece planes lo suficientemente atractivos como para no tener que salir. Pero cuando viajo procuro no hacerlo en temporada alta, ya que tengo un trabajo que me lo permite. Si te digo la verdad, no soy muy de playa. No me gustan los sitios masificados. Tengo varios secret spots que conozco, que sé que cuando voy puedo más o menos estar solo. Nunca me han gustado las aglomeraciones. No soy de verbenas, de ir a conciertos... La verdad es que con los años me volví un tipo bastante aburrido.

—No te voy a pedir que nos desveles tus secret spots pero, ¿hay alguna zona de Galicia que te guste más para desconectar?

—Me gusta mucho toda mi zona. Como digo siempre, «si no me encontráis, buscadme aquí», por toda la zona de la Sierra de la Capelada, del Teixido, las Fragas do Eume, el monasterio de Caaveiro... Creo que es la zona que más me evoca de toda Galicia y mira que tenemos sitios preciosos, pero tengo una conexión muy especial con todo eso. A nivel playa, Ferrolterra sin duda. Doniños, Pantín... Toda la costa hacia el norte y parte de la Costa da Morte son probablemente de mis sitios favoritos. 

—Tiene mérito entonces que, no gustándote la playa, esas pasen tu filtro.

—Me fascina el mar, más que la playa y todo lo demás, pero lo que no me gustan son, y esto puede sonar un poco snob, las playas petadas. Tampoco es necesario que tengas 25 hectáreas. Con que tengas un trocito de arena y un poquito de mar, a mí ya me vale. Me gusta que haya cierto grado de intimidad y de soledad en la playa. Si no, no voy.

—¿Esta época del año te inspira más para crear nuevos personajes o proyectos?

—Te diría que no. Echo de menos el otoño constantemente. El verano es una época que me gusta, es muy bonita y muy jovial y demás, pero el otoño es mi estación favorita y siempre lo ha sido. A nivel creativo, me pongo mucho más introspectivo y me evoca mucho más el otoño que el verano. El verano me parece un poco hortera, un poco de Miami cutre, de Julio Iglesias de los 80, ¿sabes? Todos como bronceaditos, con ropa ligera... Mira, que venga el otoño ya. Que vengan los atareceres anaranjados, los árboles un poco amarillentos, y dame mi abrigo de paño. El verano evidentemente lo disfrutamos todos, hace calorcito... Pero el verano es la estación más hortera. Nunca he creado un personaje en verano.

—¿Qué música escuchas en verano?

—Evidentemente conozco a Rosalía pero, y esto es algo que te das cuenta cuando te haces mayor, ahora el 90% de los artistas actuales no sé ni quienes son. El otro día veía lo de Taylor Swift y descubrí quién es esta muchacha hace dos meses. Si me preguntas qué música escucho en verano, como soy un poco obsesivo, me molesta que la música en los sitios no coincida. Es como si me ponen un disco de villancicos tomándome una caipirinha. No, tío. Que tenga lógica. En verano me pongo música tiki, que es la música tradicional hawaiana. Para que me entiendas, la música de Bob Esponja. O la Bossa Nova me pone en un lugar muy veraniego y muy guay. Me gusta la cumbia colombiana y las músicas latinas, para eso sí que soy caribeño. Pero de actual... Uy, qué va. El reggaetón me parece una blasfemia. Cualquier defensor de la música lo dirá. Huid de los que dicen «yo escucho de todo». Evidentemente, hay estilos que no son para todo el mundo y considero que el reggaetón debería ser underground, pero por desgracia es como una mala hierba.

—Cuando el tiempo no acompaña para escuchar música veraniega, ¿mantienes esa banda sonora?

—Justo te digo lo de huir de los «escucho de todo»... Pero tengo que decir que escucho casi, casi de todo. Escucho mucha música clásica. Uno de mis placeres culpables son los cantos gregorianos, la música barroca, la música de clavicordio... Soy un fanático de las bandas sonoras, desde Hans Zimmer hasta Ramin Djawadi. Todo este tipo de música. Después escucho muchísimo country, blues... Metal evidentemente, black metal y demás. Musicalmente sí que a lo mejor me voy a otros lugares distintos. La gente a veces flipa un poco con mis bandas sonoras.

—Tienes una música para cada ocasión.

—Con la música puedes cambiar radicalmente una atmósfera, hacerla más llevadera, hacerla más densa, hacerla más tensa. La música tiene un poder, igual que los olores, muy grande y para mí es muy importante. Echo en falta que en muchos locales hubiese algo así como un asesor musical. 

—Hablas de cómo los olores crean atmósfera y sé que tienes una gran afición por los perfumes. Así que, ¿a qué huelen tus veranos?

—Fíjate, mi madre cuando íbamos a la playa de Baldaio, siempre me llevaba leche con Cola Cao en un termo frío y recuerdo el olor del cacao. Podría oler a plátano maduro, a crema solar de zanahoria, a las cacharelas de San Juan, podría oler a sardina... Creo que es el imaginario colectivo de cualquier gallego o gallega. Los veranos o cualquier otra estación tienen unos vientos muy especiales. Cuando llegan los primeros vientos fríos del otoño, ahí es cuando más evocado me siento. El verano es un poco como el primo pequeño de la familia, que está de fiesta todo el rato. Es Bart Simpson, digamos. Tiene esa vibra de olor a piña y a crema solar.

—¿Cómo fue el mejor verano que recuerdas?

—Hostia, es que tengo 44 años. Pues no lo sé, hija. Si me voy a esa época de la infancia, veraneábamos con mis padres en Baldaio y un año alquilaron un apartamento allí con unos primos nuestros. Pasamos el mes de julio entero. Lo recuerdo como estos veranos de cuando eres más joven, que parece que son veranos que nunca acaban. Recuerdo que debía tener 10 años y me enamoré de una chica por primera vez. Era una niña canaria, no recuerdo cómo se llamaba. Lo recuerdo como lo más naif, pero al mismo tiempo lo más cierto. El primer amor de verano como tal, porque ella se iba, y yo me iba también. No hubo ni un inocente beso. No hubo absolutamente nada, pero lo recuerdo como un verano muy feliz de playa, piscina, amigos, el enamorarte de una chavalita... de lo que se hacen las películas.

—Volviendo a tu trabajo, uno de tus personajes más reconocidos es el Koruño. ¿Cómo pasa él los veranos?

—Al Koruño le gusta más el verano, ¿entiendes? Porque está San Juan y solo curra en turno de mañana. Se puede ir unos días a la Costa da Morte, a Malpica. Es de este rollo, «¿la París de Noia está en Oza dos Ríos? Pues voy». El Koruño disfruta del verano, porque le gusta estar morenito. Es de ir a Matadero. Se carga la mano con sustancias estupefacientes. Lo hace todo el año, pero como que hay más permisividad con eso. El Koruño es 100% veraniego. Es un personaje estival, de todos los que tengo, el que más.

—¿Crees que el verano es mejor momento para hacer humor, o lo necesitamos más en invierno?

—El humor siempre es necesario. Los médicos deberían prescribirlo. Reírte, aunque sea, o ir a ver algo de comedia, mínimo una vez al mes, para liberar el alma. En verano la gente está más relajada, hay más fiestas...  Hay más material porque hay más gente en la calle, por ende hay más trabajo de campo. Cualquier situación estival es proclive a la comedia. Por ejemplo, los fodechinchos famosos que todos los malditos años dejan el coche en la rampa y les sube la marea. Eso es pura comedia sin hacer nada. Es cierto que en invierno hay algo más bonito para el cómico, al menos como yo lo percibo, en una tarde de estas de frío, de noviembre, en Lugo imagínate. Que está lloviendo fuera y ves que la gente se desplazó a verte. Creo que tiene más valor. Pero desde luego, si haces una buena agenda de verano, los cómicos nos hinchamos.