Diseño noruego, motores Rolls Royce y mucha tecnología

La Voz

A MARIÑA

20 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El Don Inda no es un barco cualquiera. Él y su gemelo costaron 70 millones de euros. Jesús Rivera lo muestra entusiasmado. No es para menos.

En el gran puente no hay timón ni nada que se le parezca. Sí varias sillas que más parecen de una nave espacial de película, sillas con un mando en uno de los brazos y varios botones desde las que es posible controlar el barco. Eso y ordenadores, muchos ordenadores. El Don Inda es capaz de detectar, en un radar especial, pequeñas manchas de crudo flotando en un radio de unos tres kilómetros.

Sus 85 metros de eslora y 19 de manga no lo convierten en el más grande del mundo, pero su potencia lo pone a la cabeza.

Se trata, cuenta el capitán, de un buque diseñado para trabajar en plataformas petrolíferas del norte de Europa en las peores condiciones. De hecho, para aprender a pilotarlo acudió a un cursillo de quince días de duración en Noruega. «Los noruegos tenían modelos idénticos al barco, son muy profesionales, saben hacer las cosas muy bien», dice.

La tripulación, 16 personas, permanece a bordo de guardia 24 horas al día durante un mes. Descansa al mes siguiente cuando entre otra similar de relevo.