A esa rica región, la más importante del planeta en soja y girasol, fueron a parar emigrantes de A Mariña
04 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.En Argentina, a 550 kilómetros del mar, tierra adentro, hay un puerto fluvial de 140 hectáreas y 4.500 metros de largo en el que atracan buques y mercantes de todo el mundo para cargar el 80% de la producción de cereales que exporta el país. Son barcos de hasta 250 metros de eslora y 40 de manga pues el río Paraná, el segundo más grande de América, tiene 35 pies de calado, 600 metros de ancho en el kilómetro 418 y 2.000 aguas abajo.
Rosario de Santa Fe, la ciudad portuaria, cuenta con 1,5 millones de habitantes, es la segunda del país y genera el primer Producto Geográfico Bruto (PGB) urbano per cápita de la nación y el tercero de Latinoamérica tras Miami y Brasilia.
Ahí, a esa rica región agroindustrial, la más importante del planeta en producción de soja y girasol, fueron a parar un ciento de emigrantes de A Mariña a fines del XIX y principios del XX.
Lo sé porque me lo contó Xusto Río Villar, Ché Justo, un retornado de aquellos pagos que en los años 50 y 60 era peón caminero de la empresa Cerámica Farré, de Burela, y andaba por Cangas (Foz) vestido con poncho y bombacho, pañuelo al cuello y faca en el fajín… Comprobé sus datos, años más tarde, en el Consulado de España y tambien la huella de los gallegos: la Gallega Supermercados, el restaurante Los Gallegos, el barrio Puente Gallego, el Banco de Galicia, el Parque España…
Un boliche y una herencia
Ché Justo, que trabajó en Rosario y Buenos Aires como jornalero y repartidor de Casa Aguila, tuvo dos hermanos, Emilio y Flora, en la emigración argentina.
Emilio tenía en Rosario un boliche ?un almacén de productos generales- y, cuando regresó a España, quiso ayudar a su hermana que vivía en la Pampa y tenía cuatro hijos con su marido, Manuel Casariego Lourido, un emigrante de Burela. Como el matrimonio no tenía muchos recursos, Emilio le cedió a Flora el negocio a cambio de la parte de su herencia en Galicia.
Rosario fue también destino de otros emigrantes focenses. De Cangas eran los hermanos Jesús y José Antonio Rodriguez, Os Chiquitos, que tenían allí un almacén de vinos y coloniales y en Cangas un molino familiar harinero y de producción eléctrica; Fidel García Fernández (1906), comerciante, y José Rodríguez González, hijo de Jesús y Balbina.
De San Martiño era Eugenio Montenegro Soto (1895), hijo de José y Josefa; de Fazouro, Francisco Villamil López (1894), hijo de José y Cándida; de San Acisclo, Claudia Vázquez Ramos, nacida en 1875; y de Santiago de Foz, los cuatro hermanos Maañón.
Otros mariñanos trabajaron allí como jornaleros y comerciantes. De Burela, Elías Sueiras González (1875); Manuel Casariego Lourido (1895), hijo de Bautista Casariego y de Amalia Lourido; los Vispo... De Cervo, Daniel Bijo Gómez (1894, Sargadelos) o Flora Mon Aramburu (1869, Trasbar). Y otros, de otros lugares.
Cuatro hermanos Maañón en Rosario y Buenos Aires
La primera emigración gallega a Argentina tuvo como destinos preferentes a Buenos Aires y Rosario. De ello son buena muestra una conocida familia de Foz, los Maañón, con cuatro hermanos en ese país a finales del siglo XIX.
Dos de ellos ?los más jóvenes, José María (nacido en 1867) y Cándido (1865)- marcharon a Rosario donde se radicaron y fallecieron. Mientras que los dos mayores ?Francisco (1861) y Fidel (1863)- fueron a Buenos Aires aunque retornaron a Foz.
De los emigrados a Rosario, José María se casó con Angela Sánchez y tuvo cuatro hijos, Angélica, Dolores (Lola), Josefa Adela y José Francisco. De Cándido no consta descendencia.
Almacenes El Barato
El mayor de los hermanos, Francisco Maañón López, emigró a Buenos Aires, fue comerciante y reunió un notable capital. Se casó con Eugenia Couto Samaniego y, al regresar, construyó en 1912 una casa en la N-640, en Foz, en la zona entonces conocida como O Campón. En el bajo abrió un comercio de calzados y tejidos, llamado Almacenes El Barato, que la familia mantuvo hasta los años 60.
Francisco y Eugenia tuvieron dos hijos. Uno, Paco, fue de los primeros alcaldes franquistas de Foz que, por sus vínculos y relaciones con Falange y el Regimen, consiguió grandes mejoras para la villa: las casas sindicales, el muelle nuevo y la traída y el depósito de aguas de Pico do Castro. El otro, Martín, fue maestro en varias parroquias.
Fidel, el otro hermano retornado, se casó con Ramona López-Leitón, vivió en Marzán y no tuvo hijos. Según datos aportados por Antonio Maañón y Xoán Ramón Fernández Pacios, fue autorizado por el Ministerio de Industria para “construir un molino harinero en la desembocadura del río Centiño utilizando el embalse de la marisma mediante la construcción de una presa” según publicó el Heraldo de la Industria en febrero de 1903.
Los Maañón siguieron la estela, frecuente entre ciertos emigrantes, de dar educación a sus hijos, promocionarlos socialmente y emprender ellos mismos iniciativas innovadoras y modernizadoras en sus localidades.
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Una expansión cuando era el granero del mundo y la colonia gallega valorada
Rosario inició su gran expansión demográfica a mediados del siglo XIX con un alto componente de italianos. Los españoles ganaron mucha presencia entre 1880 y los primeros años del siglo XX. Según el historiador Andrade Cobas, los gallegos eran el 20% de la población española de la ciudad y la mayoría de ellos procedían de Lugo y A Mariña.
Por aquellas fechas, el gobierno argentino estimuló la inmigración hacia esa zona como paso previo a asentarse en Buenos Aires y para cubrir la falta de mano de obra en un país que, en el entorno de la 1ª Guerra Mundial, era “el granero del mundo”…
Los emigrantes gallegos en Rosario se dedicaron a la agricultura, la ganadería y el comercio. Por ello su actividad societaria es posterior a la surgida en Buenos Aires, que contaba con una población más urbana. El Centro Gallego, por ejemplo, se constituyó allí en 1915 ?el de Buenos Aires fue fundado en 1907-, apenas hubo prensa gallega y, salvo el Centro Saviñao, apenas hubo centros parroquiales o locales.
En la actualidad, los españoles en el Gran Rosario alcanzan los diez mil, de los que unos 3.000 son gallegos, una colonia muy reconocida y valorada.
Un gallego de Bergantiños, José Arijón, da nombre a una importante avenida de Rosario. Otro, Juan Fuentes, de Caldas de Reis, construyó en 1928 en el centro de la ciudad el edificio más alto de la época, el Palacio Fuentes, y un pueblo cercano a la capital lo recuerda en su topónimo. Y uno de los grandes museos rosarinos se denomina Odilo Estévez, el orensano multimillonario que había emigrado con 14 años y que dejó toda su fortuna a la ciudad.