Lucas Requeijo Fernández, trabajador de Alcoa y diplomado en Educación Musical, aprendió 19 temas en un mes para suplir al baterista habitual de la artista
27 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La pasión de Lucas Requeijo Fernández (Viveiro, 1984) es la música. Se formó -y sigue formándose- para convertir su afición en su profesión, aunque las circunstancias personales le llevaron a buscar otro empleo. Trabaja en Alcoa, pero -una muestra de su capacidad- de vez en cuando todavía suena el teléfono. El 17 de julio tocó en As Pontes con Sabela, una artista reconocida a nivel español, toda una finalista de Operación Triunfo (OT).
—¿Cómo surgió ese trabajo?
—Fui a sustituir a Christian Delgado, el batería que está con Sabela y otros artistas como Juancho Marqués o Gabriel Fernández, de Viveiro. Fue el propio baterista el que les propuso que fuera yo y se pusieron en contacto conmigo.
«Trabajo en Alcoa, en el almacén general; tengo la suerte de que no estando en ese mundillo, en el círculo de músicos profesionales, de vez en cuando se acuerdan de mí», Lucas Requeijo
—Imagino que prepararse debió ser un reto.
—Fue un poquito a contrarreloj. Tuve que aprender 19 temas en menos de un mes, y es verdad que fue un reto. Toqué con Sabela y con su guitarrista y productor musical, Mateo Bruquetas, que es el chico con el que compone las canciones. Hicimos tres ensayos antes del concierto. Me trataron genial y estoy contento porque al final parece que salió todo bastante bien.
—Hablamos de profesionales de la música y que tienen un reconocimiento a nivel español. ¿Fue difícil estar a la altura?
—Sin duda. Ellos están preparados y girando con ese proyecto y esas canciones y eres tú quien tiene que ponerse a ese nivel y dar la talla. En estos casos hay un trabajo propio muy importante para no desentonar. Estás trabajando con una artista que tiene un nivel de exigencia profesional, como es lógico.
—Sabela jugaba «en casa», ya que se crio en As Pontes. El concierto debió ser multitudinario.
—Sí, había muchísima gente. No es el concierto para más gente en el que participé, seguramente ese fue con Juancho Marqués, en la Riviera de Madrid, pero el de As Pontes fue un público muy majo y la verdad es que estuvimos muy cómodos. La sensación de tocar en directo es lo que más me gusta de la música y este tipo de conciertos, de un nivel alto, son un desafío y una gozada.
—Usted es diplomado en Educación Musical, y estudió jazz y música moderna, además de percusión clásica, pero no ejerce.
—Al principio estuve de profesor en un colegio de A Coruña, y vi que no es lo que yo buscaba. Me gustaría ser instrumentista, pero mi situación personal y familiar no me permite, por ejemplo, poder atender una gira de un artista, viajar demasiado. Y también te tienen que llamar (ríe). Tengo mujer e hijo y soy una persona muy tranquila, casera. Estoy trabajando en Alcoa, en el almacén general. Tengo la suerte de que, no estando en el «mundillo», en el círculo de músicos profesionales, aún de vez en cuando se acuerdan de mí. Sí que es verdad que sigo activo.
—Toca con Joni Ramos y Sunday Morning Club.
—Si, con él toco la percusión latina, aunque mi instrumento es la batería.
—Además, es codirector de la Banda da Misericordia.
—Somos cinco directores. Es un aspecto diferente, tocar música clásica frente a la moderna. Aprendes de las dos, todo aporta.
—Y se sigue formando.
—Estudio tres o cuatro días a la semana, tres o cuatro horas cada vez. Tocas todos los palos para ser lo más versátil posible. Cuando era adolescente jugaba al fútbol, pero me lesioné y ahí se rompió la dualidad deporte-música. La verdad es que me gustaba jugar, pero no seguía mucho el fútbol (risas). Siempre fui muy músico y lo sigo siendo, esa pasión sigue ahí.