En 1911, Viveiro tenía 13.378 habitantes. Su alcalde, Juan Muíño Cora, fue asesinado tres años después con una azada por rivalidades políticas. Era un Viveiro con 4 consulados, 2 escuelas y
21 molinos. El Directorio de Galicia radiografía la villa que celebró el centenario de Pastor Díaz.
El sector del Comercio de ropa tenía seis sastrerías de Ricardo Chao, Rafael Galdo, Rogelio Insua, José Marqués, Luis Sauzo y Ramón Val; tres modistas: Dolores Cotilla, Matilde Fernández y Dolores Insua; dos sombrererías, La Chic Parisien, de Carmen Río Villanueva, y La Parisién, de Matilde Fernández; cuatro quincallerías de Francisco Menéndez, José L. Sampedro, Pedro Valentín y Carmen Vilar; mercerías de Francisco J. Franco y Jesús Grandío; zapaterías de Modesto Fontenla y Pedro Grandío; y trece tiendas de tejidos: el almacén de Eugenio Martínez y las de Pedro Abelairas, Tomás Agrelo, Carro y Crespo, Micaela Castro, Hermanos Dopico, Vicente Dovale, viuda de Durán, viuda de J. Franco, Jesús Grandío, José Marqués, Hijos de Carmen Quintana y Francisco Rivera.
La Hostelería y Alimentación contaba con el café de José Mª López y las tabernas de Antonio
Domínguez, Francisco Fernández, Amadora Muñoz y Margarita Suárez; almacenes de Ultramarinos de José Pérez y de Vinos de Bonifacio López, Miguel Sanmartín y Ángel Seco; fondas de Antonio Carro, Jesús González, Indalecio Gutiérrez, Hotel Venecia, Antonio Maseda, Bautista Peña y Carmen Peña; el almacén de cereales de José Pérez; las carnicerías de Josefa Chao, Francisco Fernández y Manuel Villar; ocho tiendas de comestibles: viuda de J. Cociña, Francisco Fernández, José García, Antonia, María, Silvestre y la viuda de López y Rosario Trasancos; y la panadería de Vicente González.
Fábricas había seis de chocolate: Nemesio Barreiro, Carmen Casal, Tomás Galdo, Jesús González, Francisco Núñez y Joaquín Picado; dos de gaseosas: Jesús Franco y Castor Rodríguez; de géneros de punto, la de Ángel Durán y Cía; de curtir pieles, las de Pedro Chao, Donapetry y Antonio Uzcaberro; el molino de cortezas de Francisco Plácido Donapetry y 21 molinos harineros: de Juan Abad, José Alonso, Manuel Álvarez, Juan Bellas, Josefa Carballeira, Francisco Castiñeiras, Antonio Cora, Silvestre Ferreiro, Vicente López, Juan Piñeiro, José y Juana Polo, José Rivas, Manuel Sánchez, José Seara, Teijeiro, Antonio, Manuel y José Trasancos, Antonio Vale y Francisco Vázquez. Un despacho de cal de Manuel Mera y el aserradero de Amat y Cía.
Las herrerías eran de Manuel Cervo y Genaro Rodríguez; los almacenes de hierro, de Juan Bujados y Jesús Franco, y el de tejas, de Manuel Mera. Las dos imprentas eran de Teodoro Botino y Antonio Santiago, y las tres librerías de Juan Bujados, José Peña y José L. Sampedro.
Ofrecían servicios de taxi Nemesio Barreiro, Bonifacio Carro y Pedro Pérez; agencia de aduanas, Manuel Sampedro; cerería, Benigno Galdo y Manuel Leal; carpintería José Casal, Juan Antonio Insua, Antonio Núñez y Antonio Ribera; encuadernación, Agustín Botino y la viuda de Botino; ferretería, Juan Bujados, Jesús Franco, José Peña, Francisco y José Luis Sampedro; y era pintor Ramón Salaverri. Benigno López (con almacén de sal) y The Vivero Iron One eran consignatarios de barcos; y el catalán Roura tenía almacén de pesca salada y conservas. La electricidad era de J. Barro; los estancos de Donapetry y Maseda, Lorenzo González, Lorenzo Insua y Francisco Pernas; platerías de Tomás Agrelo y Hermanos Piñeiro y relojerías de José María Martínez, Francisco Pardo y José Rodríguez. Los banqueros eran Benigno López, Jesús Franco y Ramón Rebellón.
Aduana y consulados de Francia, Inglaterra, Uruguay y Alemania representados por el ingeniero Clos
Cuatro países tenían delegación consular en 1911 en Viveiro. Francia estaba representada por Jesús Franco Fernández, abogado, fundador de Gaseosas La Vivariense, director de El Vivariense y alcalde entre 1924 y 1928 con Primo de Rivera.
El cónsul de Alemania era el ingeniero alemán Guillermo Clos que activó las minas de A Silvarosa (Viveiro) y Freixo (Monforte) para suministrar hierro a la industria pesada bélica germana. En ambos lugares, el ingeniero Guillermo Clos instaló un tren funicular que en Freixo llevaba el mineral a lo largo de ocho kilómetros hasta la estación de tren de Sober y de allí a Vigo para sacarlo por mar, y en Viveiro lo depositaba en el cargadero de la ría.
Salazón y conserva
Inglaterra tenía como delegado a Benigno López Muñoz, industrial, banquero, líder del Partido Liberal e hijo de Francisco López Carballés, el celeirense que hizo fortuna como armador de cabotaje y de tráficos de personas y bienes a América. Su hijo mantuvo sus negocios, los amplió a la pesca y se asoció con Balbino Insua López y Francisco López Insua en una fábrica de salazón y conserva. Los consulados de Uruguay y Argentina eran gestionados por Antonio de Cora Almoina.
El administrador de la Aduana era Eduardo Castañón, el arrendatario de Consumos, Maximiliano Barreiro, y Ayudante de Marina y capitán del Puerto, L. Rodríguez Castro.
martinfvizoso@gmail.com
Dos hermanos asesinaron del alcalde Muíño Cora por rivalidad política
El regidor municipal en 1911 era el conservador Juan Muíño Cora que fue asesinado el 5 de diciembre de 1914 siendo aún alcalde. La noche anterior, sus adversarios liberales acudieron a su casa, lo insultaron y armaron una gran cencerrada por discrepancias políticas. El día 5, por la mañana, Muíño pasó por delante de un campo en el que trabajaban los hermanos Manuel y Leandro López que, al verlo, se abalanzaron sobre él y Manuel le dio un terrible golpe de azadón por la espalda que le fracturó el cráneo.
El «elemento oficial» de Viveiro -dice el Directorio- lo formaban el secretario, Jesús Antas; el juez de 1ª instancia, Silvino Álvarez; el actuario, Jesús Alfeirán; el juez municipal, Manuel F. López Villar; el fiscal, Manuel Méndez; el secretario, J. Acebedo Villar; párroco, Antonio Nieto; Registrador de la Propiedad, Antonio Maseda; teniente de Carabineros, Esteban Martina, y de Guardia Civil, Ramón F. Costa; jefe de Correos, Francisco Gracia; recaudador, Antonio Goas; y arrendatario de consumos, Maximiliano
Barreiro.
Los propietarios principales eran Eusebio Cora, Melitón Cortiñas, Plácido Donapetry y la viuda de Donapetry, Benigno López, Manuel F. López, Ramón Rebellón y Cayetano Sierra. En la villa había dos notarios, Lucio Fernández e Ildefonso Roberes; tres abogados: Pedro Pérez, Segundo Pita e Ildefonso Roberes y un habilitado de clases pasivas, Felipe Moral. Había los colegios de Latinidad y de 1ª y 2ª enseñanza de
Evaristo Usero, escuela de niñas de Balbina Martínez y de niños, de Luis Tobío, y dos comunidades religiosas, Concepcionistas y Dominicos.
Cuatro farmacias
Las farmacias eran cuatro (Casariego, Sucesor de Riego, Pla y Benito Puente), los médicos siete (Eusebio Bujados, Manuel Cordido, Ramón Díaz, Néstor Michelena, Benito y Manuel Quintana y Quintín Rúa), un veterinario, José Cerdeiras, y dos hospitales, de Caridad y San Lázaro. Antonio López y José Rey eran los agrimensores.