Wafi Chaman, auxiliar de conversación, de la India a Viveiro: «He conectado mucho con la gente y con los niños»

y. garcia VIVEIRO/LA VOZ

A MARIÑA

PEPA LOSADA

En 2021, en plena pandemia, llegó del país que se va a convertir en breve en el más poblado del mundo a un colegio con menos de 200 alumnos, el Santa Rita de Galdo

02 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un total de 7.756 kilómetros son los que separan Uttar Pardesh de Viveiro. Del estado indio que limita al norte con Nepal es originario Wafi Chaman. Con 26 años, forma parte del equipo del Ceip Plurilingüe Santa Rita de Galdo desde octubre de 2021. Llegó en pandemia aún, tras licenciarse en Nueva Delhi, en la Jawahar Lal Nehru University, universidad que toma el nombre del que fue el primer ministro de su país tras independizarse en 1947 del Imperio Británico. Formado en cultura, historia y literatura española y latinoamericana, lleva ya un tiempo en Galicia aunque reconoce que es «poco» el gallego que domina a día de hoy. Sin embargo, sorprende que al preguntarle por la comida de aquí que le gusta, cita primero tortilla, luego gambas y después, con exclamación, «¡zamburiñas!». A nivel gastronómico es evidente la gran diferencia que hay entre aquí y allá, sobre todo por lo picantes que suelen ser las recetas de la India. En la maleta se trajo especias como la cúrcuma, el chile y la famosa mezcla de curry o para poder elaborar el té chai hindú y al menos evocar los sabores de su tierra, que echa de menos al igual que a su familia. «Si quieres ver algo diferente del mundo, tienes que venir a India», apunta. «Toda Europa, América, Latinoamérica, Australia, Canadá... son iguales culturalmente, pero en India si vas por la calle y ves cinco personas puede ver cinco vestimentas diferentes, cinco mentalidades diferentes, cinco religiones diferentes», añade. No en vano, es una de las culturas más ricas y antiguas del mundo. La española le atrajo tras «leer en los libros», viendo la oportunidad de venir cuando uno de sus profesores le habló de un programa de intercambio: «En India no teníamos conversación en español con nadie más que profesores, diez minutos o algo más. Quería mejorar mi idioma y gracias a ese programa podía dar clase a los niños y mejorarlo». En Galdo lo combina con el inglés, pero «cuando estoy fuera del colegio, por ejemplo en un supermercado, tengo que hablar español, me obliga a aprender más». Reconoce que lo que más le cuesta es utilizar el subjuntivo y el condicional: «Es muy difícil la gramática». Y la lengua gallega. «Non falo», dice sonriendo.

«Quería mejorar mi idioma y gracias a ese programa podía dar clase a los niños y mejorarlo»

Algunas de las tradiciones de su país han llegado a un centro escolar con 161 alumnos, gracias a este auxiliar de conversación. En un vídeo podemos ver a Wafi dirigiendo una pequeña sesión de mindfulness en una clase. «Cierra tus ojos, inspira, expira» les va indicando en inglés, con música relajante de fondo, postura sentada y realizando un mudra, que es un gesto con las manos. Concretamente, el chin mudra, muy utilizado en este tipo de técnicas de meditación y en yoga, disciplina que significa «unión de cuerpo y mente» que la India ha regalado al mundo y de la que habla también Wafi a los niños del colegio viveirense, como parte de la característica «identidad» de los hindúes, con varios milenios de historia detrás. También les enseñó el juego del kabbaddi, como nuestro brilé pero sin pelota.

Wafi se siente muy integrado en este pequeño rincón de Galicia: «He conectado mucho». Lo extiende también a los niños, que le reciben por las mañanas con un efusivo saludo «como el primer día», y a la gente de la calle. En el Entroido, de hecho, disfrutó participando en el desfile escolar, disfrazado de mapa de Viveiro. Después de meses probando comida gallega, confiesa que ha dejado algo de lado los picantes. Con el pulpo, reconoce, «no puedo» porque se le parece a comer «chicle» y le sorprende ver en los restaurantes los acuarios con bogavantes y centollos... ¡vivos! Hay que tener en cuenta que en India la nutrición es eminentemente vegetariana: «La variedad de verduras que veo en los supermercados de aquí no llegan al 30 ó 40% de las que veo en India. No hay tanta opción. En India comemos carne una vez por semana, no como aquí que se come todos los días». Tenemos algo en común: la vaca. Pero es mucho más sagrada en su país, y no se verá usualmente como ingrediente de un plato.

PEPA LOSADA

«Yo soy poco religioso pero me encanta la Semana Santa de Viveiro»

Wafi Chaman aprecia también diferencias a pie de calle, con el tráfico, aparte de que allí el volante en los vehículos va en la derecha, como en Reino Unido: «Aquí los coches te dejan pasar pero en India si esperas a que te dejen pasar, te quedas hasta mañana», sonríe. «En las ciudades de la India vive mucha gente. En Bombay, Nueva Delhi, Bangalore...». Justo ahora en abril, tal y como avanza la BBC, se prevé que en este 2023 India desbanque a China y sea ya el nuevo país más poblado del mundo. El país tiene una gran presencia religiosa, con gran fuerza del hinduismo y después jainismo, budismo, sijismo, musulmanes y cristianos también: «Yo soy poco religioso pero son muy creyentes». Tuvo ocasión de presenciar la Semana Santa de Viveiro: «Me encanta, veo que aquí hay gente también muy religiosa». Celebran el Diwali, el año nuevo de la India, del que les ha hablado a los menores de Galdo, al igual que de otras fiestas y tradiciones de su país, como la destacada Dusshera, o contándoles las atractivas historias de dioses hindúes como Rama, Sita, Shiva o Ganesh, este último de cuerpo humano y cabeza de elefante.

Después de año y pico de estancia, dice: «Ya creo que conozco más Viveiro que mi pueblo porque en la universidad yo estaba en una residencia y volvía, pero quedaba en casa con mi familia». El frío no lo lleva bien, reconoce: «En enero en Nueva Delhi había más frío porque es seco, pero aquí es húmedo. En India si hace frío la gente no consume cosas frías pero aquí no». Y le extraña ese hábito tan popular aquí. Cuando vino, le recomendaron quedarse en verano en España. Ya en Galicia, «esperaba» la llegada de la estación calurosa y siempre preguntaba cada mes «cuándo venía el verano», hasta que llegó un día y le contestaron: «¡Ya se fue!».