Los pioneros de Alúmina, emotivo reencuentro 43 años después: la fábrica les cambió la vida; álbum de fotografías
A MARIÑA
Este sábado, más de 300 jubilados de la planta se reencontraron en el 40º aniversario
06 may 2023 . Actualizado a las 20:09 h.e camino a la Praza dos Campos en San Cibrao (Cervo) se ven algunos carteles en escaparates y paredes con el lema «Alcoa somos todos. Se pecha Alcoa, pechamos todos». El cielo está gris pero en la carpa bajo la cuál ya suena la música de Acordeonistas da Mariña, los más de 300 asistentes a la comida de jubilados de Alúmina, copa o vaso en mano, charlan de forma amena antes de degustar un menú sencillo con pulpo y ternera asada entre los platos que más tarde llegarán a las mesas, distribuidas según los departamentos de la planta en los que trabajaron como Servicios Generales, Caracolas (nombre de las casetas prefabricadas que albergaron las primeras oficinas), Precipitación (muy propio para una tarde a ratos lluviosa pero cálida) o Digestión (lo que tocará hacer después del ágape), entre otros. Los reencuentros entre excompañeros de trabajo se suceden sin descanso, con la posibilidad de que esta cita organizada para la primera plantilla 43 años después (realmente período 1980-2020, según reza un cartel con la imagen de la factoría) sirva para ponerse al día, preguntar por la familia y renovar lazos.
José Ramón Infanzón, miembro de la organización del evento, hizo los honores de abrirlo con un pequeño discurso, agradeciendo la colaboración de Concello de Cervo y pidiendo un aplauso para aquellas personas «que no están aquí, por problemas de salud, o porque están al otro lado de la vida». «¡A por los 50!», exclamó pensando ya en el próximo aniversario a celebrar.
«Parecía que o futuro prometía e que sería máis estable»
Francisco Sáez, coruñés de nacimiento, llegó a A Mariña al iniciarse las obras: «Ao principio parecía que custaba organizar todo, pero aquí tivemos xente moi boa e había unha moi boa organización. Unha vez que arrancou, víase que non ía haber moitas trabas. Na fábrica entrei en 1979 e retireime en 2010. Traballei de encargado de mantemento eléctrico nalgunhas seccións. Celebramos os 40 anos de Alúmina, pero Servicios Generales Técnicos (SGT) fomos os que axudamos a poñela en marcha. Ao principio había certo caos, porque cando viñemos, a zona non estaba preparada para absorber a cantidade de xente que veu, houbo que reorganizarse, incluso xente particular tivo que colaborar moito, para o tema da escola dos nenos houbo que improvisar... ¡Foi un bum! Pero A Mariña soubo adaptarse. Con respecto ao futuro, queremos ser optimistas porque hai moita xente nova metida aí. Porque, senón, A Mariña levaría un pau grande».
«Por razones conocidas tuvimos que ir postergando esta pequeña fiesta. Vamos camino de 43 años» (José Ramón Infanzón, director de planta de 1987 a 1992 y miembro de la organización del 40º aniversario)
Maximino Poceiro, natural de Pontevedra, lleva aquí desde hace 44 años, «unha vida», subraya: «Traballaba na rede de obra para dar servizo ás empresas, cando era Alúmina-Aluminio, que foi de Inespal e despois de Alcoa. Era moi novo, tiña 22 anos e impresionábame a fábrica. Se rumoreaba que andábamos nas 8.000 ou 9.000 personas na construcción e igual un cento de empresas. Daquela parecía que tiñas toda unha vida por diante e o futuro prometía, parecía máis estable. Lembro cando foi o Casón, que parara todo. Para a comarca significou moitísimo, en infraestructuras, colexios, servizos, o hospital... Hai tres meses que me xubilei. O primeiro mes parecíame que eran unhas vacacións e ainda pensaba que ía volver; agora xa superei esa fase».
Tanto Francisco como Maximino, que comparten juntos la hora del vermú en el exterior de la carpa, agradecen de la convocatoria el poder encontrarse «con xente coa que había dez anos ou máis que non nos viamos».
«Esto era un monstruo»
Dentro, ya sentado a la mesa, el vallisoletano Antonio Gallego, que vive en Río Covo, urbanización que nació como otras con la factoría, también rememora toda una vida en la fábrica: «El pasado día 2 hizo 50 años que entré, por mi padre que ya estaba allí desde 1941, en Endasa (Valladolid). Yo vine aquí en el año 1983, directamente a trabajar al taller central, de electricista. Ante el miedo de pensar si me quedaba en la calle, me ofrecieron venir y vine encantado. Es una decisión de la que, después de muchísimos años, no me arrepiento. ¡Ahora ya tengo nietos gallegos! Alúmina Aluminio dio mucha vida, fueron nos años fabulosos. Lo peor era pensar en la familia que dejabas en Valladolid, aunque estuvieran bien. De Asturias también vino mucha gente, porque la salida que nos daban era San Ciprián, Alicante o Noblejas y después de ver las tres, vi que la de aquí era un monstruo comparado con lo que teníamos en Valladolid de aluminio. Sobre el futuro, tengo bastante miedo. Por una parte veo que se intenta resolver pero por otra, hay unos conflictos que no entiendo, como que, si lo más importante es la energía, no poner los medios necesarios para ello».