Una asturiana única en el mundo: baila en el cielo sobre aviones a 240 kilómetros por hora y sufre vértigo
A MARIÑA
Ainhoa Sánchez, de 47 años, emprendió hace una década en una nueva y peculiar profesión: «En España soy pionera y en el planeta somos solo 20 personas»
27 oct 2023 . Actualizado a las 12:14 h.Ainhoa Sánchez es la única persona del mundo que hace danza clásica sobre aviones que vuelan a más de 240 kilómetros por hora, una peculiar y novedosa disciplina denominada «wingwalking». Tiene 47 años y toda su familia paterna es de Navia, por lo que una parte de la persona que es ahora se crió en Asturias, tierra a la que guarda un gran cariño y visita a menudo. Explica que tan solo hay 20 personas en todo el planeta que se dedican a esta ocupación de forma profesional. Ella es la primera y única en España, una pionera en su campo. De hecho, tan solo hay seis países en los que se practica el «wingwalking»: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suiza, Suecia y España. «Nunca en mi vida podría haberme imaginado que me iba a dedicar a esto, pero así de caprichoso es el destino», reconoce.
El camino no ha sido fácil. Sánchez trabajaba en el departamento de marketing de una empresa del sector de la aviación, confeccionando, entre otras tareas, calendarios sobre espectáculos aéreos y caminantes de alas. Este desempeño fue quizá el germen de lo que ahora es su pasión. «Tirando del hilo di con una mujer en California que se dedicaba al 'wingwalking', por lo que me puse en contacto con ella y me empezó a gustar más de la cuenta», explica, recordando que a día de hoy, diez años después, siguen manteniendo el contacto: «Realmente en este mundo nos conocemos todos, porque somos muy pocos».
«Bailo a 240 kilómetros por hora en el aire, soportando hasta 4G de fuerza, y tengo vértigo»
Sánchez se fue interesando cada vez más por esta curiosa disciplina y decidió preguntarle a su amiga estadounidense que si podía enseñarle la profesión en persona, pero «antes necesitaba saber lo que se sentía al dar un paseo por un ala, así que contraté la experiencia en Reino Unido». Recuerda que le gustó la sensación y que además no se le dio mal del todo: «El piloto me dijo que estaban buscando a gente en Irlanda para un exhibición, así que me apunté». Sin embargo, su experiencia no quedó ahí y estuvo desde 2013 hasta 2015 trabajando de ello en Inglaterra. «En 2016 por fin decido montar mi propio equipo y fue entonces cuando conocí a la chica en California», explica Sánchez. Su vida ya había cambiado por completo. Bailarina desde pequeña y amante de las aventuras, Sánchez es la responsable de implantar esta profesión en España, siendo además la única en territorio nacional que se dedica a ella.
Un año más tarde, en 2017, logra adquirir un avión propio de los años 40 para el que ya era su negocio. «Necesitaba un modelo y un motor muy concreto. Estuve durante dos años buscando por todo el mundo y, casualidades de la vida, di con un hombre que lo vendía en Palma de Mallorca. No me lo podía creer, se me pusieron los pelos de punta. Es como buscar una aguja en un pajar», recuerda. Ahora cuenta con un equipo formado por pilotos, ingenieros, equipo de tierra y de contabilidad en la empresa que lleva su nombre. Dentro de su pionero y «algo desconocido» modelo de negocio tienen «una acogida increíble». «Trabajamos sobre todo para eventos privados de empresas, visibilizar marcas a través de publicidad, festivales aéreos o para clientes privados», explica Ainhoa Sánchez.
Un duro entrenamiento diario
La forma en la que prepara sus espectáculos —que duran en torno a 10 minutos— es tan sencilla de explicar como complicada de ejecutar. Lo primero de todo, explica, es mantenerse en forma. En su caso es a través de entrenamiento de crossfit que pueden llevarle más de tres horas durante seis días a la semana. Todo ello compaginado con una preparación de ballet clásico. «Para soportar la fuerza G en el aire hay que tener una mezcla entre potencia y elasticidad», señala Sánchez, confesando que sufre de vértigo, aunque no mientras trabaja. «Es extraño. Debe ser por lo altamente concentrada que estoy durante esos minutos y que con el vacío debajo la sensación es diferente. Pero si me asomo a una ventana sí tengo vértigo».
Una vez tiene preparada la coreografía, el siguiente paso es ensayarla sobre el avión en tierra, en este caso en un hangar que tienen en Guadalajara: «Todos los percances que he tenido hasta ahora han sido en tierra, ya que para hacerlo en aire tiene que salir ya todo de una forma mecánica. Si pasara algo no hay tiempo para pensar». Explica Sánchez que su valor diferencial sobre el resto de profesionales que se dedican al «wingwalking» es la interpretación de danza clásica: «Cada uno tenemos un estilo diferente». Se trata de un cambio radical en su vida que le ha llevado, entre otros otros, a recibir un premio de aviación internacional en Oviedo el pasado mes de abril, el Premio Internacional de Aviación «Air Hostess» 2023 en la categoría Mención Especial: «Uno debe ser honesto con lo que le gusta, aunque cueste aceptar las rarezas».