Anya, una terranova viveirense, toda una campeona de belleza canina en Portugal

y. garcia VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

NANI

Su propietaria, Fátima Soto Díaz, de Happy Dog en Covas, enfatiza el esfuerzo y sacrificio que hay detrás: «No es llegar, embarcar y ganar un premio. Si el año pasado no fuimos a 15 exposiciones entre España y Portugal, no fuimos a menos»

20 may 2024 . Actualizado a las 12:26 h.

Con un «¡guau!» nos llegaría para saber cómo se siente Anya tras haber ganado el título de Campeón Portugués de Beleza Junior en el certamen convocado por el Club Portugués de Canicultura dentro de la Federación Cinológica Internacional. Es una hembra que con 12 meses ha logrado estar en lo más alto de su raza terranova (originaria de la isla del mismo nombre en Canadá) en el país vecino, aunque alcanzar un listón así no es coser y cantar, como atestigua su dueña, de Terranovas da Cova da Doncella, Fátima Soto Díaz, nacida en Viveiro, vecina de O Vicedo desde hace 14 años y trabajando como peluquera canina desde el 2008 (abrió en 2013 el establecimiento Happy Dog en Covas en Viveiro). La también auxiliar de clínica veterinaria, desde el 2002, señala: «Cuando hablas de exposición canina, es un tema muy desconocido para la gente, pues hay gente que no sabe el sacrificio, trabajo y dedicación que hay que facer». «No es llegar y embarcar... y ganar un premio. Si el año pasado no fuimos a 15 exposiciones entre España y Portugal no fuimos a menos. En unas ganas y en otras no, hasta que llegas a los puntos que hay que conseguir». El próximo mes de enero prevén acudir a Lugo y en febrero a Bourges, en Francia.

Así, de su participación lusa explica: «Para ser campeón de belleza en Portugal (clase jóvenes, en la que fue Anya, de 9 a 17 meses), necesitamos 4 puntos y uno de ellos debe ser en una exposición de punto obligatorio. A mayores de esos 4 puntos se necesita una nota de excelente en la exposición de punto obligatorio». Aunque reciba la nota excelente, señala, quien otorga o no el punto es el juez. Además, para poder participar el perro debe tener pedigree o reconocimiento de raza que también otorga un juez, señala Fátima Soto. En su caso fueron tres los jueces que examinaron a Anya tanto en movimiento como en reposo.

«Son horas de trabajo,, dedicación, esfuerzo, kilómetros en carretera, gastos por todos lados (peluquería, gasoil, inscripciones, hoteles...)»

«Antes de ir a una exposición hay mucho trabajo detrás _insiste_. Tenemos horas de peluquería y preparación del manto. Por otro lado, entrenamiento del movimiento y del pase para presentarle al juez el perro, de la mejor forma. El perro no debe ladrar en la exposición y tiene que dejarse tocar para mirarle los dientes, etc... (en el caso de los machos, también los testículos)». También quien lleva el perro debe ir acorde a la etiqueta del evento: «El presentador debe ir bien elegante. Las mujeres, recatadas y con el pelo recogido. Eso sería lo ideal pero por el momento no todo el mundo lo hace; y según el juez que sea, lo valora o no». «Según vas ganando puntos, o calificaciones de excelente, te dan un papel con esa puntuación y, según en qué exposición, te pueden dar la escarapela. En ningún caso el premio es económico», añade. «Son horas de trabajo, dedicación, esfuerzo, kilómetros en carretera, gastos por todos lados (peluquería, gasoil, inscripciones, hoteles...). Salir un jueves o viernes, estar desde las 8.00 o 9.00 hasta el final de la exposición, recoger, volver para casa y al día siguiente trabajar... No hay descanso», finaliza. Además, ha comprobado que «un inconveniente de viajar con un perro de raza gigante es encontrar alojamiento».

NANI

Todo ello es posible también por la piña que hace la familia en este mundo, pues ayudan todos, desde su marido acompañándola y colaborando con ella en las exposiciones, hasta sus hijas Evelyn y Naia, que también le echan una mano a veces en la peluquería. La primera, la menor, señala, hizo el curso de primer grado de handler para llevar a la campeona Anya a las exposiciones, y así hizo mientras era un cachorro y aún no había comenzado el curso en el instituto.

En casa de Fátima Soto son varios los ejemplares terranova que hay: YingYang, Zora, Nanna, Rigodón, más Yura y Ongombo que son los padres de Anya. Lea falleció el pasado mes de marzo. Algunos de estos perros llegaron de Siberia y de Moscú. Se suma ahora otra camada en la que uno de ellos, cuenta, nació «con el dibujo de un corazón en el costado». Se llama Runa. Valora de esta raza su paciencia y empatía emocional: «Aparte de ser un perro de salvamento, también cuida desde niños a mayores, y sirve para terapia». «No es una raza de defensa, pero sí de protección y cuidado», señala, de la que se enamoró, relata tras ver a Nana de la película de dibujos animados Peter Pan, de las acciones de salvamento acuático y de un documental sobre sus orígenes canadienses. Aunque ya de niña ir a la aldea los sábados y estar con los animales y en plena naturaleza era, más que su zona de confort, donde empezaba a nacer esa pasión canina que está dando sus frutos hasta fuera de España.