Un perro guía ayuda a un escultor sordociego a bañarse en el Cantábrico, una de sus grandes ilusiones

A MARIÑA

D.M.R.

«Me gustaría que la gente se comunicase conmigo; solo hay que cogerme la palma de la mano y escribir en letras mayúsculas», confiesa

26 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

José María Prieto Lago ha vuelto a disfrutar de la caricia de las olas, el olor a salitre y el picor del agua salada gracias a Nelson, el perro guía que, día tras día, le ayuda a ganar autonomía y libertad. «Necesito tener más experiencias con él, pero estoy muy feliz porque me permite caminar fuera de casa con libertad, tomar el aire, venir a la playa solo...», resalta junto al mar, en la playa de Covas, este escultor de 63 años que es sordo y ciego. El hecho de no oír y no ver convierten su relación con el mundo en un reto diario que el can que le ha entregado la ONCE le está ayudando a enfrentar de otra manera.

«Cando saen á rúa, Neón para nos pasos de cebra e coñece os puntos de referencia para que José María se oriente, como a administración de lotería, o estanco ou o bar», destaca Sheila Domínguez, mediadora comunicativa de la FOAPS (Fundación ONCE para la Atención de Personas con Sordoceguera), y que también colabora con Apascide (Asociación Española de Familias de Personas con Sordoceguera). Cada vez que Nelson hace un alto, José María sabe que está en uno de esos puntos y le ofrece una galleta pequeña como recompensa. Para cruzar la calle, por ejemplo, lleva un cartel en la mano explicando que es sordociego y demandando ayuda. «Desde que vai co can, a xente para máis que antes. Ata xente que o coñece de sempre que antes non lle axudaba», explica la técnica.

D.M.R.

De esta manera, la máxima aspiración de José María es lograr comunicarse con los demás. O más bien, que los demás se comuniquen con él. «Me gusta mucho leer y me encantaría hablar con otras personas. El único problema que tiene Neón es que no habla», sonríe, y señala que le gustaría que los semáforos, por ejemplo, tuviesen instalada una «caja vibradora» que le ayudase a identificar cuándo está en rojo y en verde. Según detalla Domínguez, para comunicarse con él únicamente hay que tomarle la mano e ir escribiendo en la palma las letras (en mayúsculas). La lengua de signos es la otra opción para interactuar con un hombre que padece el síndrome de Usher (nació sordo y sufrió una pérdida progresiva de visión), aunque poca gente la conoce en profundidad. «Sería importante que en los colegios se enseñase», destaca Prieto, que está encantado con Nelson, un cruce de labrador con golden retriever de dos años. Todavía un cachorro, pero extremadamente inteligente y cariñoso.