La Navidad de ahora

A MARIÑA

PEPA LOSADA

24 dic 2024 . Actualizado a las 11:05 h.

Hay por lo menos algunas obras escritas que suelo repasar y las recomiendo. Ser jubilado es disponer del tiempo. Un lujo que llega tras más de cuarenta años cotizando a la Seguridad Social. Tal época de la vida tiene un triángulo vital. Las experiencias vividas. La libertad para ser, decidir y poder hacer. Contemplar la mar desde la aurora hasta la puesta del sol. Y poder y querer leer: El Quijote. El Reino de la Lluvia y La Cocina Gallega. Las anteriores, del gran mindoniense Álvaro Cunqueiro.

«Lo que temen las aves, y las hace inquietas, es que la noche sea eterna». A tal frase del hijo de boticario yo le pongo pegas. La Noche Buena de antaño debería haberse hecho eterna. Pudo pedírselo a Merlín. Nos habrían invitado a cenar en Camelot. Habríamos escuchado el brindis de Arturo con sus caballeros. Nos habríamos enamorado cuan Lanzarote de la hermosa Ginebra.

Siempre me detengo a reflexionar sobre el contenido del artículo que escribió el día de Navidad en 1957. " Se trata de saber quién vencerá: si el espíritu de sacrificio o es espíritu de egoísmo, si la sociedad no será más que una gran explotación en provecho de los más fuertes, o una consagración de cada uno al bien de todos". Sin duda el amigo del Pallarego, Lences Santar y Castroviejo, que gozaba entre cantinas, dulcerías y barberías, entre tazas del tinto galaico, hasta echaba un cantarín o recitaba los versos de algún poeta juglar relacionado con Simbad, pero lo dicho antes y que salió de su pluma, sigue siendo una reflexión de rabiosa actualidad, aun cuando las miles de luces que han ido desplazando a los austeros nacimientos con figuras de barro, hayan cambiado el paisaje, del que sólo nos queda la mar que nos rodea y nos limita con Inglaterra por el norte.

Los profesionales o recién llegados al mundo de la hostelería, por respeto y sana curiosidad, deberían tener, aprender y disponerse a cocinar como indica la COCINA GALLEGA DE ALVARO CUNQUEIRO. Son 676 fórmulas culinarias sobre las que hasta los de Máster Chef pueden sorprender al alienado consumidor que se sobrepone al aburrimiento gastando su ocio delante del televisor.

Aquellas Navidades de Don Álvaro entre las calles con nombres de ilustres prelados, eran distintas. Más humanas y familiares. Tiempo de regreso en los coches de línea para los estudiados. Vacaciones en Santa Catalina. Aguinaldos. Baile en el Casino con orquesta que siempre tocaba en riguroso directo. Profuso trabajo para los carteros que llevaban aquellas epístolas de ausentes.

Las Navidades de ahora, sin Cunqueiro, sin la rondalla del Pallarego o la que formaban en mi pueblo: Darío de Rego, Manolito de Remigia, Pepe Rey, Benigno Rey, Pastore Sánchez, Antonio Crego, José Jul y Joseiño da Cangueira, suenan a música enlatada casi como antesala de esa amenazante Inteligencia artificial. Por eso aquellos deseos de Feliz Navidad se ha transformado por los grandes almacenes y distribuidoras online en Felices Fiestas.

Al menos deberíamos hacer un esfuerzo para desear salud y paz entre los seres humanos de buena voluntad. Amén.