Falta más de un mes para que se celebre el Resurrection Fest y quienes viven en Viveiro todo el año llevan más de dos semanas notando su efecto. El aparcamiento de la piscina municipal, por ejemplo, ya se ha reducido a la mitad porque la organización ha ocupado el espacio con más de una docena de jaimas y un contenedor. El primero de muchos. En breve comenzará el cierre o la ocupación de otros lugares públicos, que son para el uso y disfrute de todos, como el parque Pernas Peón o el parque infantil de Celeiro, entre otros muchos. Y casi nadie está en contra del Resu, una cita musical que cada verano atrae a Viveiro a miles de personas llegadas de diferentes puntos del planeta que durante varias jornadas conviven en armonía con los viveirenses, en un intercambio interesante y sin que se produzcan problemas.
Pero cada vez son más los ciudadanos que ven con indignación cómo se vuelcan tantos fondos (subvenciones de todo tipo), esfuerzos y servicios públicos en la celebración de una cita impulsada por una empresa privada que busca beneficio propio, mientras cuestiones básicas que atañen a todos, como la solución al conflicto laboral que desde hace casi tres meses tiene al Concello de Viveiro sin Policía Local, pese a la reincorporación de un par de agentes, parecen enquistarse sin que nadie haga algo en firme por solucionarlo.