Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Por sus cafeterías y bares los conoceréis

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La Banderita, germen de La Marina, verdadero templo del ajedrez.
La Banderita, germen de La Marina, verdadero templo del ajedrez.

Valle-Inclán y su carácter, el porqué de la arrancadeira... la historia de Vilagarcía es también la historia de su hostelería

10 dic 2020 . Actualizado a las 21:15 h.

Entender lo que un bar o una taberna significan realmente para los habitantes de este rincón del Viejo Mundo no siempre es fácil. Lugares de encuentro, de conversación, también de bronca y malos aires... pocas cosas suceden en Vilagarcía que no pasen por sus negocios de hostelería para ser convenientemente destripadas por la clientela. El centenario de la fusión es, también, un centenario de magnífica hostelería. De nombres míticos como el Café Poyán, con su monopolio de cerillas y sus telegramas; el American Bar, que tras la Guerra Civil pasó a denominarse Nueva España. Clausurado este año, el de la Alameda era el bar en funcionamiento más antiguo de una ciudad acostumbrada en tantas ocasiones a maltratar su memoria. El hotel Casablanca, levantado en 1913 por Juan Nim Hermo, más conocido como Saltaperico.

En 1929, don Juan decidió construir uno de los hitos más recordados de la hostelería vilagarciana: la terraza del Casablanca, de madera, acristalada, espléndida para contemplar el atardecer cuando la marea cubría la arena de la antigua playa y el agua lamía sus pilares. Los camareros no tenían problemas para cruzar entonces la calle, explica la Asociación pola Defensa do Patrimonio de Vilagarcía, puesto que apenas había tráfico. El infame relleno portuario se lo llevó todo por delante. El quiosco y las sesiones de dancing a cargo de la orquesta del célebre negro Rafael.

De broncas y últimos tragos

Cuentan que el Poyán era frecuentado por el mismísimo Valle-Inclán, que tampoco le hacía ascos al American. Su carácter indómito le habría conducido, al parecer, a alguna que otra discusión subida de tono en el ínterin de un local a otro. Entonces La Marina ocupaba el solar sobre el que hoy se levanta el edificio del Avenida. Trasladado ya a la Alameda, el negocio funcionó junto a La Banderita. Ambos fueron fusionados finalmente para dar lugar a la actual cafetería, verdadero templo del ajedrez en Vilagarcía. Del porqué se llama arrancadeira al último trago podría decir bastante Lolita Cuesta, hija de doña Aurora, la propietaria de la taberna del mismo nombre, en cuyo local abre sus puertas A Diario. Eso sí, los mejores restaurantes, a excepción del Pequeño Bar y el Altamira, siempre abrieron sus puertas en Carril y Vilaxoán.

«Aquí viña Luis Suárez cando xogaba no Inter, nun Maserati» 

En 1958, Mario, natural de Vila de Cruces, chegou de Santiago para traballar no café Nueva España. Veu para quedarse, xa nunca marchou. A súa é a historia de cinco décadas de hostalería nas que o mar foi cada vez máis lonxe.

-¿Daquela cales eran as cafeterías de máis renome?

-As mellores eran o Central, o España, o Caballinés e tamén o California.

-Moito cambiarían as cousas.

-Moito. Non ten nada que ver o de agora co de antes.

-¿Para mellor?

-Depende de como se mire. Agora hai un trato moito mellor co cliente, antes era demasiado servil, «si, señor; no señor», agora todos somos iguais. Home, sempre hai algunha falta de respecto, pero nin unha cousa nin a outra. Se tivese que escoller, quedo co de hoxe.

-Non lle faltarán anécdotas.

-Pois non vaias pensar que hai demasiadas, porque como digo era moi difícil ter confianza cos clientes. Home, Luis Suárez viña por aquí, polo España, cando xogaba no Inter, nun Maserati. Tiña un grupo de amigos e non pagaba nunca.

-¿Onde estivo vostede mellor?

-¿Falamos de facer cartos ou de estar a gusto?

-Empecemos polos cartos.

-Para os cartos non había coma o Plaza, aínda que o Dorna, no 75, era unha auténtica mina.

-¿E o de andar a gusto?

-A gusto estiven en todos. Ao España, por exemplo, vin traballar porque Antonio Barca, o propietario, era familiar meu. Cando o mar chegaba aínda aquí os martes e sábados parecía isto Santa Rita. Viñan os barcos de Ribeira, de Rianxo e de A Illa e a xente facía cola para almorzar. Eses días tiñamos un recadeiro só para darlles servizos dende o peirao. Aínda me parece velo, a José María, co seu maletín. Iso desapareceu todo, igual que se lle foi comendo sitio ao mar.

-¿E onde para, hoxe, un camareiro coma os de antes?

-Daquela botaba a partida no quiosco do Casablanca, que era unha marabilla. Hoxe tomo café co grupo de amigos en La Marina. Todos os días, ¿eh?