Hay tipos que son imprescindibles en cualquier barrio. Personas que ejercen de termómetros de las calles.
09 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Hay tipos que son imprescindibles en cualquier barrio. Personas que ejercen de termómetros de las calles. Si ellos están bien, si no tienen novedad, es que las cosas van más o menos dentro de un orden. Con Crespo hacía tiempo que no nos cruzábamos. Y es difícil no encontrarse con él, pero el coronavirus tiene fuerza y quema la moral del más pintado. Ayer, Crespo recuperó la sonrisa porque volvió a poner su gimnasio a disposición de quien quisiera entrar. «Lo echaba de menos», confesaba Breixo, que era uno de los clientes que ya tenía Crespo sudando a media mañana.
Es difícil explicar lo que supone este vasco ya no solo para el deporte en Vilagarcía sino también para el yudo en toda Galicia. Hace nada menos que 39 años fue declarado el mejor deportista nacional de su especialidad. Estuvo muy cerca de ser olímpico, pero se quedó a las puertas. Fue uno de esos reveses que le dio la vida, pero de los que acostumbra a levantarse un vasco que llegó a Galicia «por una venada», según cuenta. A Estrada fue su primera parada, pero aquello no le gustó mucho y acabó en Pontevedra. Comenzó a acumular títulos y títulos autonómicos y, en otro de esos saltos inverosímiles, aterrizó en Vilagarcía. Treinta y tres años cumple en este 2020 el gimnasio Squash. Un gimnasio que es una institución en el barrio de O Piñeiriño y en toda la ciudad. Pero, más allá de todo eso, lo que supone Crespo se comprueba cuando se acude a alguna de esas citas multitudinarias que se celebran en Vigo o en A Coruña. Jueces y directivos no se cuadran ante él cuando lo van a saludar, pero casi.
Y todo esto viene por la calidad humana. Este año, la comisión de fiestas del San Xoán de As Pistas pensó que había que recuperar una exhibición de los jóvenes yudocas del Squash como parte del programa de festejos. La idea surgió una noche y, al mediodía siguiente, él ya había dado el visto bueno. «Lo que queráis», les dijo a los de la comisión. Sin poner condiciones ni cortapisas. A él, el coronavirus le golpeó en el hígado porque unos días antes de que todo llegara había comprado unas máquinas nuevas para el gimnasio que apenas pudo estrenar. Ayer, volvía a sonreír. «Van a pensar que estoy acabado si me sacáis la foto en una máquina sin pesas», bromeaba. Hace 50 años era campeón de España. Casi nada.