La llamada de auxilio de Arosa Bus

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

La empresa de transportes se enfrenta a un futuro incierto, sin trabajo ni ayudas

13 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un grito desesperado el que lanza Arosa Bus. Desesperado porque no encuentra eco y porque las fuerzas, tras tantos meses de pelea, comienzan a menguar por la desesperación de no hallar una salida clara a una situación dramática.

Arosa Bus es una empresa de transporte que se dedica al servicio discrecional. Es decir, no tiene concesión de líneas regulares ni tampoco transporte escolar, y su temporada de trabajo abarca fundamentalmente la época turística. Suficiente hasta este 2020 para que las cosas no fueran mal y para poder contar con sus conductores en nómina durante los meses en los que el trabajo es poco o ninguno gracias a lo que se conseguía en los tiempos de bonanza.

Pero, el día 12 de marzo, uno antes de que se decretara el confinamiento, un autocar de Arosa Bus hizo el último viaje. Cuando la campaña tenía que comenzar, tras haber parado desde el mes de noviembre del 2019, todo se vino abajo. Desde entonces, todo han sido cancelaciones: no llegan grupos de turistas, los colegios no hacen excursiones, los servicios del Imserso se cancelaron, las asociaciones no programan salidas, los clubes deportivos no solicitan traslados... nada. La empresa tenía también un importante contrato con Renfe para transportar a los viajeros de los trenes turísticos que de igual forma fue cancelado.

«Somos pocos, pero existimos»

José Núñez es el gerente y jefe de tráfico de Arosa Bus. Y, en su voz, se nota la desesperación. «Estás pensando las 24 horas los 365 días del año en esto, pero por más que lo intentas no hay manera». Él apunta que uno de los problemas que se están encontrando es que son pocas las empresas que están en su situación, firmas que se dedican exclusivamente al servicio discrecional. Que las que se dedican al transporte escolar o a las líneas regulares han tenido ayudas, pero que ellos no. «Y, aunque seamos pocos, existimos. Que alguien les recuerde (a las administraciones) que existimos», clama. «No estoy en contra de que se ayude a los demás, pero nosotros también estamos aquí», afirma.

Existen, claro que sí, y son un pilar fundamental durante la época turística porque se encargan de transportar a la inmensa mayoría de los turistas que llegan a Galicia y porque trabajan codo con codo con los distintos turoperadores.

El futuro pinta muy negro, según apunta José, si no aparece alguna administración, o todas, para echar una mano a un sector que él considera como un pilar fundamental para la economía del país por todo lo que supone en la rueda turística.

La sangría continua de los leasing y la amenaza del crédito ICO

No hay caja que aguante el ritmo a la que se está viendo sometida en los últimos meses el sector del transporte discrecional. Los gastos fijos son continuos: el alquiler de la nave, los seguros, los impuestos... pero, sobre todo, hay dos apartados que son una auténtica espada de Damocles que pende sobre la cabeza de Arosa Bus. Por un lado, el leasing de los autocares, que José Núñez cifra en alrededor de cinco mil euros al mes por cada uno de ellos. Y la empresa tiene cinco ahora mismo en esa modalidad de pago.

La otra gran amenaza es el crédito ICO, marcado al interés fijado por los bancos y con solo un año de carencia. El problema es que el plazo para comenzar a pagarlo está a punto de llegar y desde que se firmó no han llegado ingresos a la empresa, con lo que la losa está a punto de hacerse más pesada.

Las moratorias

Siempre hay, de todas formas, un camino a la derecha para intentar retornar a la buena senda. José tiene claro que si se pudiera negociar una moratoria para los leasing, eso ayudaría a hacer frente a los intereses. Moratoria que también sería imprescindible, en su opinión, para afrontar el pago del crédito ICO, que arrancará en abril, pero esas dos circunstancias están en mano de las administraciones, como la prórroga de los ERTE en función de la carga de trabajo.

«No queremos que nos regalen el dinero, pero estamos pagando todos los impuestos sin tener ingresos», concluye.