El peregrino cangrejo y el caminante cojo

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

El Xacobeo impulsa nueve rutas en Arousa y a singulares personajes en busca del sentido de la vida

31 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 30 años, el Camino de Santiago interesaba a muy pocos, pero tras el Año Santo Xacobeo de 1993 se desató la locura. Desde entonces, todos los caminos llevan a Santiago. Y si no hay caminos, se procura encontrarlos como sea. Solo aquí, en la comarca de O Salnés, tenemos nueve: el Camino Portugués, la Variante Espiritual, la Ruta del Padre Sarmiento, la Ruta Náutica con escala en Ribeira, O Grove y Vilagarcía, la Ruta Mar de Santiago desde Vilanova, la solemne Traslatio y, en la otra orilla de la ría, el Camino de Santiago de la Ría de Muros-Noia, las rutas auspiciadas por los Amigos del Camino de Santiago en Barbanza-A Orixe, y hasta contamos con una herramienta para hacer un peregrinaje virtual: arousaeullafundaciónxacobea.com/funda.

Más llamativo resulta comprobar cómo proliferan los caminos a Santiago en tierras lejanas y la variedad de peregrinos que los surcan. A lo largo de los últimos años, me he encontrado con casos tan curiosos como el de un peregrino francés al que bauticé como el peregrino cangrejo. Se llamaba y se llama Michel Cerdan (Orán, 1958) y hacía el Camino de Santiago al revés. Salió de Compostela y fue descendiendo por la Vía de la Plata en busca de Andalucía. Aunque quienes lo catalogaban como loco de remate eran los funcionarios de Correos de los pueblos del Camino. Michel entraba en las oficinas postales y enviaba paquetes de piedras a París.

Cerdan es licenciado por la prestigiosa HEC parisina (Escuela de Altos Estudios de Comercio) y ha sido director de comunicación de los periódicos Libération y Le Monde, de la cadena TV5 Monde, ha trabajado en Canal Plus France y como director de comunicación de Marsella-Provenza, Capital Cultural Europea 2013.

Remontándonos a 1680

A medida que Michel descendía desde Santiago por la Vía de la Plata, los peregrinos le preguntaban sorprendidos lo mismo que le pregunté yo: «¿por qué hace el Camino al revés, por qué envía piedras a París, por qué ha dejado su trabajo de alto ejecutivo por este peregrinaje de dos meses?». Para entenderlo todo, debemos remontarnos al año 1680, cuando dos hermanos franceses del pueblo de Albepierre, en el departamento de Cantal del Massif Central, viajaron hasta la sierra de Granada a vender burros. Llegaron al pueblo de Güejar Sierra, se casaron con dos nativas, se establecieron allí y sus descendientes permanecieron doscientos años en la serranía granadina. Pero una hambruna los empujó a la emigración y acabaron yéndose a Orán (Argelia), donde nacería Michel Cerdan.

«Mi familia y yo estamos marcados por la huida y la emigración: de Albepierre a Granada, de aquí a Orán y, en 1962, con la independencia argelina, fuimos los últimos pieds noirs, tuvimos que escapar con lo puesto y de improviso para establecernos en Marsella, donde nos miraban mal, como explotadores, a pesar de que mis padres habían sido maestros implicados en la educación popular de los niños argelinos», me contaba.

Michel confesaba estar marcado por la huida inesperada, de un día para otro. «Yo la sufrí como la sufrieron en España los judíos o los moriscos, y en esa huida nos íbamos dejando atrás tan solo piedras como únicos testigos de la historia».

La memoria de las piedras

Al acabar su trabajo en Marsella 2013, empezó a dar forma a un proyecto. Se trataba de unir el arte, la memoria de las piedras, el camino y el éxodo y decidió hacer el Camino de Santiago al revés, siguiendo una de las posibles rutas que pudieron recorrer sus antepasados para venir con sus burros desde el centro de Francia hasta el sur de España.

«Caminar durante semanas, en soledad, te coloca en un estado mental de cansancio, de sensaciones primarias, casi animales, en contacto con la tierra y con las piedras», confesaba. Tras salir de Compostela, Michel recogía piedras del Camino, las geolocalizaba y fotografiaba, escribía un texto sobre algún encuentro, reflexión o mirada histórica relacionados con esas piedras y las enviaba a Le Motif, una editorial de París donde se expusieron con sus textos.

Con una pierna ortopédica

En el Camino Mozárabe me he encontrado con otro peregrino especial. Se llamaba Nicolás de Rauglaudre y hacía el camino Mozárabe de la Vía de la Plata al derecho: de Almería a Santiago de Compostela. Nicolás peregrinaba con una pierna ortopédica que sustituía a la que perdió a los 18 años. Hacía fotos magníficas y las publicaba en la página bilingüe que tiene en Facebook la Association des Amis du Camino Mozárabe, que administra el peregrino cangrejo, o sea, Michel Cerdan, desde París.

Nicolás de Rauglaudre tiene cuatro hijos y es físico, filósofo y un gran concertista de piano. En el mundo jacobeo francés es persona muy respetada. Ha publicado varios libros sobre senderismo. Uno de ellos se titula Récit d'un pèlerin unijambiste sur le Chemin de Compostelle, es decir: Relato de un peregrino con una sola pierna por el Camino de Santiago. En él, Nicolás cuenta las vicisitudes sucedidas durante los 720 kilómetros del llamado Camino Francés de Roncesvalles a Santiago, que hizo a una media de dos kilómetros por hora y de catorce kilómetros diarios durante 51 jornadas. En la experiencia de Michel Cerdan y Nicolás de Rauglaudre se sustancia la razón de los nueve caminos xacobeos de Arousa: la búsqueda de un sentido de la vida.