El incendio de los buques Camponavia y Petrogen One dejó en 1985 una treintena de muertos, entre ellos varios gallegos, pocos supervivientes y la fortuna de un vilagarciano que había cambiado su turno de trabajo
28 may 2024 . Actualizado a las 04:47 h.«Sentimos una fuerte explosión y nos tiramos todos al agua. No puedo recordar mucho más y tampoco quiero», contaba hace 39 años Gumersindo Valcárcel, segundo oficial del puente del Camponavia, un petrolero español que explotó el 28 de mayo de 1985 en la bahía de Algeciras. El balance fue terrible, con una treintena de muertos, otros tantos heridos e historias que demuestran lo importante que es tener suerte en la vida. Por ejemplo, la de un vilagarciano: José Luis Pego. De acuerdo con las informaciones recogidas por la Delegación de La Voz en Pontevedra, este arousano había cambiado de turno en sus vacaciones y fue quien se encargó de informar a algunas de las mujeres de los marineros. «No puedo explicarme cómo hoy en día sucede una cosa así», contaba. Otro marinero más, Juan Serantes Cuba (de Viveiro) también estaba de vacaciones y se salvó. Entre los desaparecidos, un grovense aunque con domicilio en Corrubedo, Manuel Domínguez.
Todo sucedió poco después de las once de la mañana. Hubo una explosión en el mercante de bandera panameña Petrogen One, que estaba atracado cerca del buque español Camponavia, propiedad de la empresa Campsa. Quienes pudieron salvarse fueron los que se lanzaron al agua. Uno de los supervivientes, Juan Toja, contaba hace solo seis años en las páginas de La Voz sus recuerdos de aquel pavoroso día en el que, de repente, el mar se vio envuelto en llamas. «A min xa non me gustaba nada o sistema que tiña o barco do lado. E explotou. O noso tamén. Fomos á popa e tirámonos. O que non se tirou, morreu. E o que non sabía nadar morría. Eu nadaba coma un peixe. Xa na auga, algún dicíame ‘Juan, eu xa morro', porque non aguantaba», recordaba. Él apenas sufrió heridas, pero tuvo que afrontar la dura tarea de reconocer los cadáveres de sus compañeros, muchos de ellos quemados. «Vin á Virxe como vexo a miña casa, pero isto cóntalo e non cho cren. O cura de Laxe sabía que eu non morrera, e acertou», apuntaba en La Voz.
Los dos barcos estaban situados en un muelle flotante a las afueras de la localidad de San Roque, a 250 metros de la refinería de petróleo Gibraltar, de la compañía Cepsa. Fuentes de la Guardia Civil afirmaron que cuando estalló la tragedia la mayor parte de los tripulantes de ambos barcos estaban almorzando en los comedores de los petroleros, apuntaban las informaciones que publicó La Voz.
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El ruido de las explosiones primero y las llamas de hasta trescientos metros de altura que comenzaron a salir de los barcos y a ennegrecer la bahía de Gibraltar, después hicieron que cundiera el pánico entre las poblaciones de Algeciras, San Roque y La Línea. Fuerzas de la Guardia Civil, Protección Civil, Ejército de Tierra e incluso helicópteros de la base de Rota participaron en las tareas de rescate de las víctimas.
Saqueos en domicilios
El desastre también puso en evidencia lo peor de la condición humana. Con miles de personas huyendo de sus casa por temor a que una explosión mayor arrasara con las poblaciones de la bahía de Algeciras, hubo quien aprovechó la coyuntura para entrar en los domicilios abandonados con ánimo de saquearlos. Según confirmó el alcalde de San Roque, hasta cinco individuos fueron detenidos por este motivo después de que la Policía Local organizara un dispositivo de seguridad para evitar los robos.
El carburante vertido tras la explosión provocó una marea negra que afectó a dos kilómetros de playas. Los días siguientes a la explosión fueron de homenajes y de entierros. Las operaciones de rastreo continuaron durante semanas. Fue en el mes de diciembre cuando un grupo de submarinistas localizó tres cadáveres dentro del buque Camponavia. A raíz de aquella tragedia se puso en marcha en San Roque un plan de emergencias que hasta entonces no existí. De hecho, en la lista de fallecidos, además de varios de los tripulantes de los dos buques implicados, figuran varios trabajadores de la refinería Gibraltar. Aquella fue, sin duda, una de las mayores tragedias de la historia marítima reciente de España