«Si era una alegría vivir unos Juegos, estar en los terceros es inimaginable»
AROUSA
Catorce años dura ya la hermosa y feliz relación de Jordi Aragonés con la selección española absoluta de baloncesto femenino. Una historia que arrancaba en el verano del 2012 y que atesora un patrimonio de ocho medallas en grandes torneos, con tres títulos continentales y una plata olímpica, la de Río 2016. Fue allí donde el preparador físico de Vilagarcía disfrutó de sus primeros Juegos, a los que sumaría los de Tokio en el 2021. Y ayer, recién llegado desde Madrid a Lille, sede de la primera fase de baloncesto en la edición de París, Aragonés habla con la alegría y la ilusión de un niño.
«Desde que estoy en la selección fui año a año sin saber cuánto iba a durar, y llevo así desde el verano del 2012. Si para mí era un sueño vivir unos Juegos, imagínate la alegría de poder estar aquí. ¡Algo inimaginable!», cuenta el arousano.
Sin saber todavía si podrá disfrutar de ese primer gran privilegio que ofrecen los Juegos a sus actores, tanto principales —deportistas— como secundarios —miembros de los cuerpos técnicos—, con el desfile fluvial en barco por el Sena en el día de hoy, Jordi piensa ya en el debut frente a China que espera a su equipo este domingo. También en la dificultad de superar el corte de un grupo compartido además con Puerto Rico y Serbia. Clasificarse para los cuartos de final le daría, además del subidón de verse en la carrera por las medallas tras la decepción de caer ante Francia en la misma eliminatoria de Tokio, poder instalarse en la villa olímpica de París y disfrutar de todo lo que esta ofrece la última semana de los Juegos. Sería un premio al duro reseteado que tocó este ciclo olímpico y a un mes y medio de concentración.