La ciudad de los supermercados

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

En 40 años, pasamos de ninguno a 21.000 metros cuadrados de superficies comerciales

23 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay electrodomésticos cuya necesidad es universal. La nevera y la lavadora, por ejemplo, son imprescindibles. También la cocina eléctrica, sea convencional, vitrocerámica o de inducción. Pero después están los electrodomésticos regionales. Así, el aire acondicionado es tan necesario como la lavadora en Extremadura o en el Alentejo portugués. En verano, el calor infernal te encierra en casa desde el mediodía hasta el anochecer y solo el aire acondicionado salva de un agobio destructivo que no permite pensar, actuar, vivir…

Sin embargo, en invierno, aún se puede resistir sin calefactor. La semana pasada, me acerqué a Crato, un pueblo alentejano con mucha historia, tanta que uno de sus priores, don Antonio, disputó a Felipe II el trono de Portugal. Y perdió. Pero historias aparte, lo que sorprende en Crato es el olor a picón o carbón de encina que aromatiza sus calles en invierno. En el pueblo, en febrero, se arreglan con un clásico brasero de picón como el que utilizaba su prior hace 500 años para calentarse, pero al llegar el verano, no hay nada que sustituya al aire acondicionado y en las ventanas de las casa se distinguen los aparatos refrigeradores imprescindibles para sobrellevar la canícula.

En el sur, el aire acondicionado es un electrodoméstico regional al igual que en Soria, Teruel o León no se puede soportar el invierno sin una estufa. ¿Y en Galicia? ¿Qué electrodomésticos son típicos de la región? Pues tres: la secadora, el deshumidificador y el arcón congelador. El porqué de los dos primeros parece claro, sobre todo la secadora. En una región con altos índices de humedad y pluviosidad, secar la ropa y las habitaciones es una necesidad perentoria. Sin embargo, lo del arcón congelador es un misterio o, cuando menos, tiene unas connotaciones que entroncan con la idiosincrasia, las costumbres y los hábitos transmitidos de generación en generación: hay que guardar para cuando falte, hay que atesorar para cuando escasee, hay que congelar en tiempos de abundancia para descongelar en los tiempos de carencia.

Antes, se recurría a la sal para conservar los alimentos previniendo en la abundancia la escasez. Ahora, no hay necesidad de tanta prevención porque la penuria y la necesidad han sido desterradas, pero mantenemos las enseñanzas tradicionales heredadas de nuestros antepasados. Es como si tuviéramos grabados en los genes que hay que desconfiar del tiempo futuro y que, para ello, si nuestros abuelos se protegían de la privación armados de sal y pimentón, nosotros deberíamos prever las contingencias protegidos por un arcón congelador. Y quien dice uno, por qué no decir dos.

Si visitan ustedes las grandes superficies de Vilagarcía y las tiendas de electrodomésticos, no dejen de fijarse en la gran oferta de arcones congeladores de que disponen. Como están habituados, quizás no les llame la atención, pero aprovechen su próximo viaje a Alicante o Málaga y cuando vayan a un centro o superficie comercial, que acabarán yendo como cualquier turista que se precie, procuren reparar en la sección de arcones y comparen. No hay color.

Y hablando de centros y superficies comerciales, llegamos al punto final de este preámbulo, que no es otro que demostrar que en Vilagarcía hay tantos supermercados porque necesitamos hacer acopio para vivir tranquilos. Como saben, tras la apertura del nuevo Mercadona en la avenida Valle Inclán, Eroski Center ocupará el local que ha dejado libre el supermercado del señor Roig en Rosalía de Castro. De esta manera, Vilagarcía tendrá tres Eroski que se suman al Gadis, al Froiz y al Híper Froiz, al Lidl, al Supeco, al Alcampo, al Merca Más… Y no olvidemos el Súper Nito, decano comarcal de las superficies comerciales.

Recuerden la historia de la compra en Vilagarcía. En 1985, teníamos dos Hipomercado y 2.000 metros cuadrados de superficie para 31.000 habitantes y en 2025, tenemos una veintena de supermercados e híper mercados y 22.000 metros cuadrados para 38.000 habitantes. Sí, es cierto, la comarca supera las 100.000, pero en Cambados y O Grove también tienen supermercados y a la hora de las grandes compras en O Salnés, Vilagarcía compite con Pontevedra.

Resumiendo, en 40 años, hemos crecido 7.000 habitantes y 20.000 metros cuadrados de superficie comercial. Y si retrocediéramos a 1983, nos encontraríamos con, quizás, la única ciudad española con más de 30.000 habitantes que no tenía ni un solo supermercado. En la Vilagarcía de principios de los 80, no se olviden, las compras las hacíamos los martes y los sábados en el mercado y cualquier día en Sita, Nito, Camba o Pepe. Si es que éramos raros hasta nombrando tiendas. ¿Cómo se explica que nuestros primeros supermercados tuvieran un prefijo hipo, que según la RAE significa escasez, inferior o por debajo de, en lugar del prefijo que todas las nuevas superficies comerciales escogían: súper (en grado sumo, excelencia) o híper (exceso, por encima de, superior al normal)?

Bien cierto es que lo de llamar a un comercio Hipomercado, así, sin más, resultaba simpático. Desde luego, más sencillo y nuestro que los nombres impronunciables que llegaron después: Kolding, Krone, Lidl… Resumiendo: en las ciudades de 100.000 habitantes, suele haber 34.000 metros cuadrados de venta de alimentación y hogar. Si seguimos a este ritmo, el día que lleguemos a los 100.000, Vilagarcía necesitará 52.000 metros. Solo hay una explicación para esta barbaridad: los arcones congeladores.