Lara, la niña que decidió convertirse en la primera arousana del año 2025

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MARTINA MISER

La pequeña, natural de A Illa, nació poco después de las cuatro de la tarde

02 ene 2025 . Actualizado a las 14:07 h.

Según las cuentas que habían echado los médicos, Lara tendría que haber nacido el 12 de enero. «Moita xente nos dicía que a ver se non era a primeira do ano, que íamos acabar saíndo no xornal», recordaba este miércoles su madre, Tania Dios, sin quitarle la vista de encima a la preciosa criatura que dormía, recogida como una caracola, en el colo de su padre, Iván Otero. Pues el vaticinio resultó acertado. Porque aunque a Lara no le tocaba, nació ayer a las 16.08 de la tarde en el hospital do Salnés, se convirtió en la primera arousana del año y aquí la tienen, en el periódico, junto a su familia: sus orgullosos padres y su resplandeciente hermano, un niño de seis años que se esforzaba por contener los nervios y la curiosidad. Lo consiguió: Iván tiene madera de gran hermano mayor.

Nada hacía sospechar el martes, antes de las uvas, que todo se iba a precipitar el primer día del año. El día 1, a las diez y media de la mañana, Tania rompió aguas. Había llegado la hora de irse al hospital, y allá marcharon ella e Iván, sin precipitaciones ni carreras. A las doce estaban en Rubiáns donde, tras las primeras exploraciones, decidieron mandar a Tania para una habitación. «Deume tempo a chegar arriba e xa me din conta de que todo ía rápido», nos cuenta ella. Está radiante, llena de energía. Y nos explica la razón: el parto fue rápido, sencillísimo. «Ás tres e media estaba na habitación falando e ás catro e pouco a nena xa nacera».

Iván, el papá, también está feliz. El 2025 no podía empezar mejor, dice esbozando la sonrisa de quienes sienten una alegría infinita. La pequeña caracola que tiene en los brazos duerme plácidamente. Pero ya ha demostrado que tiene carácter: un rato antes, exigió llorando su comida. Su hermano, Iván, la vio armar barullo a través de la videollamada que le hicieron sus padres nada más llegar a la habitación. Sin embargo, cuando el pequeño por fin llegó a Rubiáns, la niña dormía relajada y tranquila, ajena a la alegría que había generado su llegada, a la emoción que su simple presencia provocaba en sus familiares más próximos y al rebumbio de las cámaras que habían ido a inmortalizar a la primera arousana del año.

Lara nació, ya lo hemos dicho, poco después de las cuatro de la tarde. Fue el primer bebé del año, pero no el último nacido en este día inaugural del 2025: cuando su madre ingresó, había varias mujeres esperando dar a luz. La tarde en el área de obstetricia del Hospital do Salnés fue intensa. «Nós fomos os cuartos en ingresar», cuentan los felices padres. La primera en decidirse a salir fue Lara, que se llama así porque es el nombre que Tania e Iván habían elegido hace ya mucho tiempo para ella.

Igual de claro que el nombre, sus padres tienen también el futuro quieren para su hija: «Que todo vaia ben». Que tenga salud, que pueda disfrutar de ella, y que en la vida escoja los caminos que la lleven a alcanzar la felicidad. «Tal e como están as cousas, que todo vaia ben é o mellor que se pode pedir», dice la madre. El padre sonríe y asiente. Él, que es mariñeiro, sabe que a veces las cosas se tuercen y que todo parece ir de mal en peor. Pero sabe también que lo realmente importante está en otro sitio: en tener salud, en estar a salvo y en ese amor infinito que siente por su pequeña hija y por el rapaz de seis años al que arropan con minos.

Y el pequeño Iván, con los ojos llenos de sorpresa y curiosidad, mira a su hermana temiendo romperla y al mismo tiempo deseando tocarla. Sentado en las rodillas de su padre, ofrece sus brazos como cuna a esa criatura durmiente y bonita que ha llegado a su vida. Hay momentos en los que el amor parece poder tocarse. Y este, se lo aseguro, fue uno de ellos.