El nacimiento de la capilla de Santa Margarita recrea pazos e iglesias de la villa
19 dic 2024 . Actualizado a las 09:09 h.Marucha Núñez lleva toda la vida montando el belén en casa y abriendo sus puertas para que los niños disfruten con uno de esos nacimientos grandes, llenos de figuras en los que no falta detalle. Este año lo puede ver todo el mundo. Está expuesto en la capilla de Santa Margarita y a los cambadeses les resultará familiar porque el pesebre está en un sitio que se parece mucho a la capilla de A Pastora. No es la única referencia a la arquitectura local. En el belén de Marucha se reproducen, también, el palacio de Fefiñáns, la iglesia parroquial de Santa Mariña, la capilla del Hospital o la Torre de San Sadurniño.
Son réplicas fabricadas por ella misma con porexpan, recubiertas de cola de carpintería y pintadas con mimo que sirven de marco para varias escenas bíblicas, desde la huida a Egipto, pasando por la Anunciación hasta el nacimiento de Jesús. Todo empezó por culpa de Herodes. Marucha se quedó sin castillo y decidió que en un belén como Dios manda no podía faltar una alusión a la matanza de los inocentes, de modo que a la hora de ponerse manos a la obra pensó que el palacio de Fefiñáns era una buena fuente de inspiración. Los demás monumentos vinieron después —aunque la iglesia de San Benito sigue atragantándosele, confiesa— y no son las únicas virguerías en este belén. También hay un mercado a escala minúscula con cestos de mimbre, zanahorias, pimientos, quesos, uvas... El conjunto está flanqueado por las imágenes de San Telmo, San Blas y Santa Margarita y se podrá visitar hasta Reyes.
¿Cómo surge la idea de montar este belén tan cambadés? Cuestiones de logística doméstica impiden a Marucha hacerlo en su vivienda y, teniendo a pocos metros un espacio que apenas se usa y de común acuerdo con la parroquia, decidió que esas figuras que llevan tantos años adornando la Navidad no podían quedarse en cajas. Marucha reconoce que le da algo de vértigo dejar su legado en un lugar público, pero «todo es atreverse», dice esta mujer que a sus 82 años derrocha vitalidad y se ha subido al carro de internet. Está muy atenta a los tutoriales y redes sociales relacionados con la tradición belenística y de ahí coge muchas ideas. Siempre le gustaron las manualidades y el dibujo, pero nunca tuvo oportunidad de mostrar sus habilidades más allá del ámbito privado. Ahora no solo acapara las miradas de sus vecinos, también capta la atención de los focos.