Adiós al asilo de Cambados: San Tomé despide con tristeza y gratitud a sus hermanitas
CAMBADOS
El cura párroco deseó que el pazo de Montesacro siga siendo patrimonio de todos los cambadeses tras una misa que ofició el arzobispo de Santiago
22 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Hoy es un día muy triste», reconocía el cura párroco de Cambados, José Aldao, minutos antes de que en la capilla del asilo de San Tome comenzase la misa con la que se despidió a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que este lunes ponen punto y final a sus 85 años de labor cuidando a los ancianos de la localidad. Fue una misa triste, muy emotiva y llena de agradecimientos: a las hermanitas por su labor y a los vecinos por haberlas ayudado siempre. Y en la que el párroco quiso dejar una puerta abierta a la esperanza, a ese milagro que permita que el pazo de Montesacro siga siendo patrimonio de todos los cambadeses.
A pesar de todo el revuelo, vecinal y político, que el cierre del asilo cambadés despertó en los últimos meses, no hubo protestas ni reivindicaciones en esta celebración. El arzobispo de Santiago, José Prieto, se encontró una capilla llena de fieles, de los vecinos que semana tras semana asistían a las misas de esta capilla. Llegó acompañado de un amplio séquito, que le acompañó en la celebración de la eucaristía. «Hoy es un día para dar gracias», anunció. Gracias «por años de presencia en el silencio» y por una labor caritativa que consistió en «acompañar, lavar, cuidar y pasare el día», añadió.
Pero fue el párroco cambadés el que, al acabar la celebración religiosa, logró emocionar a los presentes con un discurso recogido en la Hoja Parroquial. «Estaremos eternamente agradecidos por lo que hicieron estos años», afirmó. Lamentó que las monjas tengan que irse y aseguró que nadie va a olvidar su labor. Visiblemente emocionado y con la voz entrecortada les dio las gracias, una y mil veces, por su trabajo y por permitir que la capilla se siga usando, pues en ella seguirá habiendo misa los domingos. Y realizó el único reproche de toda la sesión: «Algún día lamentaremos lo que de estar más unidos se hubiera podido conseguir... Es la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue». Aseguró que Cambados y sus vecinos se merecen seguir siendo dueños del pazo de Montesacro, «¿por que no seguir intentándolo?», preguntó.
Intervino entonces una integrante de la orden, para seguir dando las gracias a todos los que las habían ayudado y por cuidar y atender a las hermanitas durante tantos años. También se emocionó. «Sentimos tristeza porque ha llegado el momento de poner fin a nuestra labor en Cambados y es un momento de dolor», añadió. Y pidió un fuerte aplauso para todas las monjas que habían trabajando en el asilo y que estaban presentes en la misa. El público se lo dio y en muchas de las caras de los presentes se podía ver claramente que, el de ayer, era un día triste.