Marc Ros saltó del escenario a la barra de bebidas para acercarse a sus fieles en un arrebato de euforia
14 oct 2023 . Actualizado a las 20:24 h.Era la segunda vez que se subían al escenario de la Festa do Marisco. Estuvieron en el 2015 con la misma energía, y ayer lo volvieron a hacer. Sidonie desbordó la carpa de conciertos ante un público totalmente entregado que les esperaba impaciente tras el bolo de Pablo Lesuit.
Pasaban de las doce cuando comenzaron a sonar los primeros acordes del rock psicodélico que hace vibrar a sus seguidores. A los visitantes atraídos por los manjares gastronómicos que se sirven en el recinto se sumó gente de toda la geografía gallega atraída en exclusiva por la banda catalana. No dejaron atrás ninguno de sus hits. Fascinado fue el primer tema de los que sonaron ayer en O Grove, en una noche épica y sin lluvia, que dio al fin tregua. La cosa prometía, y la banda barcelonesa lo dio todo haciendo un repaso por gran parte de su amplia discografía: Incendio, El verano del amor o Te quiero eran coreadas por sus seguidores a pleno pulmón.
Marc Ros saltó del escenario a la barra de bebidas para acercarse a sus fieles en un arrebato de euforia respondida por el público. Se le veía cómodo con los asistentes, unos cuantos miles que saborearon cada acorde tocado por el grupo, con un Axel Pi y un Jesús Senra pletóricos. Sonaron como no podía ser de otra manera temas actuales, como su último y ya famoso single No salgo más, que también fue coreado por los asistentes. Una comunión con el público similar a la de hace ocho años, que hizo que en ningún momento se bajase la guardia, ni en el escenario ni sobre el asfalto de la Praza do Corgo. Aquel nivel de éxtasis hubiera sido posible mantenerlo un par de horas más si las hubiera, porque los catalanes vinieron dispuestos a darlo todo. Hacia el final del concierto Carreteras Infinitas y Estáis aquí pusieron la guinda a una actuación memorable, por cierto, patrocinada esta vez por el Xacobeo.
Tras ellos continuó la fiesta de la mano del DJ local Nanein, que mantuvo bajo la carpa buena parte de aquel espíritu que dejaron los catalanes hasta bien entrada la madrugada.