Veinte años juntando criollos en las Rías Baixas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

RIBADUMIA

Ramón Leiro

Carlos Jorge Luis Paladino en Argentina vio cómo los gallegos se unían para vencer la morriña; él hizo lo mismo cuando emigró

23 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se llama Carlos Jorge Luis Paladino y tiene un inconfundible acento argentino. Así que los mimbres no podían ser mejores para convertirse en actor de telenovela. Pero él le quita romanticismo al asunto: «Los tres nombres son solamente porque mi madre quería quedar bien con todo el mundo. Así que me puso el nombre de mi padre, de mi abuelo y de mi padrino. La realidad es que casi todo el mundo me llama Jorge, a veces también Carlos y entonces tardo en responder», dice. Nació y se crio en la tierra de la Pampa y un día aterrizó en Pontevedra. No se arrepiente. Y es lógico. No solo se ha adaptado bien a su tierra de acogida, sino que ha logrado que en la urbe del Lérez los argentinos tengan una casa común. Se trata del Rincón Criollo, un colectivo que lleva casi veinte años -algunos más si se tiene en cuenta el tiempo que funcionó de manera informal- haciendo de lazo de unión de quienes llegan de la tierra del mate y los alfajores.

Aunque tenía abuelos gallegos, de Ribadumia, los padres de Jorge se criaron ya en Argentina y él, en principio, no estaba ligado al centro gallego y a todos esos lugares donde los emigrantes combatían la morriña. Pero sí era consciente de lo que suponían: «En Argentina te das cuenta enseguida de la importancia que tienen todas las casas y centros de la comunidad gallega. Allí todos hacen piña», dice. El caso es que, a los 25 años, y después de haber viajado a Galicia en vacaciones un par de veces, se vino a Pontevedra por amor. «Yo no me vine enfadado con mi país ni porque allí las cosas estuviesen mal», cuenta. Venía ya con la carrera de Derecho terminada. En tiempo récord convalidó estudios y abrió un despacho de abogados. En él continúa todavía. El de ayer no era un buen día para preguntarle si le gusta lo que hace: «Habitualmente sí, pero cuando ves que hay una sentencia del Supremo condenando a la banca y que dicen que la van a estudiar a ver si se cumple o no... en ese caso no te gusta lo que haces», cuenta sentado en su despacho, donde hay que fijarse para ir descubriendo la presencia de Argentina en cada rincón. Sobre un mueble, por ejemplo, luce una diminuta una boleadora de los gauchos, un instrumento de caza creado por los indígenas de la Patagonia y la Pampa.

Jorge explica que empezó a trabajar a los 26 años, de letrado y de profesor de Derecho en una academia. Así que nunca tuvo demasiado tiempo para la morriña. Aún así, enseguida hizo piña con los compatriotas que iba encontrando en Pontevedra. Los veía, sobre todo, en la peluquería de Julio César, también argentino. Allí charlaban del día a día pero también del River, del Boca o de los asados de su tierra. Las reuniones empezaron a ser periódicas. Y un día, allá por el año 2000, decidieron darle solemnidad a la cosa. Fundaron el Rincón Criollo de Pontevedra, siguiendo la estela de otras asociaciones similares que había en Vigo y otros puntos de Galicia. Buena parte de estos colectivos acabaron siendo flor de un día. Pero en el caso pontevedrés no fue así. De hecho, Jorge cree que es una de las pocas asociaciones de Argentina en toda España que actualmente cuenta con local donde reunirse.

Como ocurre en Galicia, el gran nexo de unión de los integrantes del Rincón Criollo fueron las celebraciones, con un asado y música argentina como protagonistas. Cuenta Jorge que no fallan a la hora de festejar el 25 mayo, que fue cuando se constituyó el primer gobierno argentino, el 9 de julio, que celebran la independencia o el 10 de noviembre, que es el Día de la Tradición en Argentina. Y está especialmente orgulloso de que alguna de esas citas llegasen a hacerse gigantes: «Creo que somos bastante representativos en Pontevedra, en dos ocasiones celebramos la Fiesta Patria en Príncipe Felipe y juntamos a 600 personas y en la conmemoración del bicentenario de la república argentina hicimos también un evento grande en el recinto ferial».

En el 2001, con el corralito encima, las fiestas se combinaron con trabajo, con apoyo a quienes venían de Argentina porque allí la situación económica era insostenible. «Queríamos que tuviesen aquí un puntal a todos los niveles y creo que así fue», dice.

Desahucios y tren

Jorge se deja caer por el Rincón Criollo los miércoles, como muchos de los asociados. No suele faltar la música en esas reuniones, ora suena el folklore argentino, ora el tanto ora el rock llegado de Sudamérica. Dice que casi todos tocan algo. Él hace pinitos con la guitarra y pone la voz. Así se aleja un poco de la vida entre papeles del abogado. No demasiado. Porque lo cierto es que llevó un buen número de casos, muchos mediáticos. Cita una larga lista. Y cuenta que le gustó, por ejemplo, estar al lado de Stop Desahucios. «Que echen a una persona de su casa siempre es un drama. Y poder hacer algo por ella es importante», cuenta. Fue también el abogado que defendió a la plataforma de Os Praceres en la lucha contra el tren. Ganó. Pero dio igual: «Ahí está el tren», dice con tristeza.

Se vino en plena juventud, ejerce la abogacía y como máximo cada dos años va a Argentina

Las primeras reuniones con compatriotas fueron en

una peluquería