La madre de tres hijos amenazada de desahucio pierde la batalla por la propiedad de su apartamento
VILAGARCÍA DE AROUSA
La mujer renuncia a su titularidad y acepta la dación en pago
21 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La voz de Mari Carmen Fernández transmitía ayer amargura y cansancio. También decepción. Tras más de un año de lucha, intentando mantener la propiedad del piso en el que vive con sus tres hijos, la mujer no ha tenido más remedio que tirar la toalla y aceptar la dación en pago que le ofrecía la entidad bancaria con la que en su día suscribió su hipoteca. Hoy mismo firmará los papeles. Su familia no se quedará en la calle, porque el arbitraje del programa autonómico Reconduce le garantiza un alquiler social, que le permitirá seguir habitando su apartamento de Vilagarcía durante los próximos tres años. Pero la titularidad del piso pasa a manos del banco. Teóricamente podría recuperarlo. Siempre, claro está, que mejoren sus condiciones económicas y un sueldo entre en casa. La primera opción, en una hipotética venta, será para ellos. «Pero tendríamos que partir de cero, pagando una nueva hipoteca, y yo ahora ya no tengo nada que dejarles a mis tres hijos», explica, entre furiosa y abatida.
Mari Carmen intentó, por activa y por pasiva, que la entidad financiera accediese a reestructurar su deuda. Los sucesivos impagos, inevitables cuando se quedó sin trabajo, elevaron la cuota de amortización por encima de los quinientos euros mensuales, imposibles de alcanzar para una familia cuyos ingresos se vieron reducidos al mínimo imprescindible para seguir tirando. Las ayudas del Concello y de la Xunta, asegura, se fueron difuminando. Llamó a las puertas de formaciones políticas de diferente color, un recurso que tampoco funcionó. Hay más, algo fundamental en este proceso: sus dos exmaridos, padres de los tres chavales, no hacen frente al pago de las pensiones de sus respectivos hijos. Con ese dinero, el piso seguiría a su nombre. Pero el caso sigue empantanado en los tribunales. «Ni la Justicia, ni los bancos, ni los políticos han hecho nada al final, ¿cómo vamos a creer en algo?». Dura conclusión.