Hemeroteca | Los residuos «radioactivos» de Vilagarcía

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

VITOR MEJUTO

La localidad vilagarciana no tenía vertedero donde echar sus desperdicios a finales de los ochenta y los iba depositando en distintos lugares. En Ourense, uno de ellos, sospechaban que eran muy tóxicos

20 sep 2022 . Actualizado a las 11:01 h.

A finales de los años ochenta era frecuente ver en O Cavadelo a una flota de los camiones utilizados para la recogida de basura de Vilagarcía alineados y, como los barcos en el puerto, esperando órdenes para saber hacia dónde partir. Vilagarcía no disponía de vertedero en el que depositar sus desperdicios y buscaba asilo para ellos en ayuntamientos de toda Galicia. Uno de los lugares en los que acababan era Ourense. Y, vaya usted a saber por qué, allí alguien pensó que esos camiones que llegaban de Vilagarcía traían en su interior productos radioactivos. A finales de los ochenta un transporte salido de Vilagarcía podría llevar todo tipo de sustancias, probablemente, pero tanto como residuos radioactivos parece complicado. Cierto es que la acusación no era contundente, pero sí velada, y obligó al alcalde de Vilagarcía, en aquel momento José Luis Rivera Mallo (Alianza Popular) a salir a desmentirla y a despejar las dudas, argumentando que si los residuos viajaban tantos kilómetros no era porque fueran peligrosos, sino porque no había dónde dejarlos antes.

La polémica llegó a tal punto que, según contaba La Voz, a la sesión de la comisión informativa de saneamiento y limpieza de Ourense, acudió el vigilante del vertedero ourensano, que aseguró que durante los últimos días no se había producido ningún vertido, al menos durante el tiempo que él permanecía allí. Pero, claro, cualquier cosa podía suceder cuando él no estaba. «Cabe reflejar que entre el momento en que este trabajador abandona el vertedero y la reanudación de los trabajos por las mañanas discurren diariamente dos o tres horas muertas en las que el vertedero permanece sin vigilancia alguna, por lo que se ha decidido pedir la colocación de un candado y el cierre de la entrada para cualquier incontrolado», apuntaba La Voz.

El problema, en realidad, fue el mutismo sobre lo que Vilagarcía llevaba a Ourense. «La utilización del vertedero de Ourense por parte del municipio de Vilagarcía arranca de antes de la primavera pasada, cuando llegaron los primeros camiones —de gran tonelaje— en medio de grandes medidas de seguridad, y con la prohibición expresa, por parte de los responsables del anterior equipo municipal de gobierno, de declaraciones y comentarios sobre el particular para los funcionarios de este servicio y los agentes de la Policía Local que escoltaban la entrada de los camiones al vertedero a altas horas de la madrugada», contaba La Voz.

[Consulta aquí la página completa]

El problema del vertedero de Vilagarcía había surgido unos meses antes, cuando los vecinos se opusieron a que se siguiera utilizando el de O Pousadoiro, un lugar cuya «provisionalidad» se prolongó durante treinta años. Y fue un momento duro puesto que, según aseguraba La Voz, el alcalde apeló a la fuerza pública para que sorteara la oposición vecinal.

Las peleas políticas

No fue así, y Rivera Mallo tuvo que buscar otras soluciones. La primera la encontró en Pontevedra, pero no por mucho tiempo. «Este situación se mantuvo durante doce meses, hasta que en marzo Pontevedra y Sanxenxo inauguraron el vertedero controlado de Cerponzóns. Coincidiente en el tiempo se produjo el distanciamiento político entre los alcaldes de Pontevedra, que se integró en Independientes de Galicia, y Rivera Mallo, que a pesar de algunas vacilaciones permanece en Alianza Popular, lo que influyó en que Vilagarcía se quedara sin un lugar donde realizar de forma transitoria los vertidos», contaba La Voz. A partir de ahí comenzó el peregrinaje de la basura vilagarciana. Lalín con el fallecido José Cuíña de alcalde, fue el primer concello que se ofreció a echar una mano a Vilagarcía. Ourense fue el segundo, pero con polémica. A Coruña y Santiago también acogieron los desperdicios vilagarcianos, que viajaban muchos kilómetros y con un coste muy alto. Vilagarcía solucionaría años después, el obligado éxodo de sus basura con la apertura de un vertedero en Cea. No estuvo abierto durante mucho tiempo, pero sí el suficiente como para que también dejara polémica. El envío a la planta de Cerceda finiquitó el problema.