Paco Vázquez cumplió con don Francisco

Ramón Ares Noal
MONCHO ARES RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Gesto de agradecimiento.
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Conoció al fallecido sacerdote cuando ejercía de párroco en una conflictiva feligresía en la que hizo una gran labor

14 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Francisco Vázquez, popularmente conocido como Paco Vázquez, demostró en Boiro que su fama de gran orador la tiene bien merecida. Cumpliendo un compromiso con el anterior párroco, el fallecido Francisco Justo Carou, ejerció de pregonero de la Semana Santa boirense y lo hizo, primero, desvelando su relación con el añorado sacerdote, que empezó cuando «don Paco, así lo trataba yo, llegó a una conflictiva parroquia de La Coruña cuando yo era alcalde. Era un barrio azotado por la droga e hizo una labor ejemplar y encomiable. Siempre muy reivindicativo. Luego, cuando yo era embajador en el Vaticano, me llamó varias veces para que viniese de pregonero, pero me fue imposible. Hoy cumplo mi promesa, con mi cariño personal y mi recuerdo para él».

En el templo parroquial de Santa Baia la figura del que fuera regidor, parlamentario, diputado, senador y otros cargos llenó todos los espacios con una intervención interesantísima que calificó como «un paseo por la historia, la literatura, el arte y las costumbres seculares» de las celebraciones.

Empezó explicando cómo vivía la Semana Santa siendo un niño «con sentido familiar, porque la vivíamos toda la familia, con intensidad y respeto», o como integrante de la Acción Católica «pasábamos toda la noche rezando». Recordó que las radios emitían música clásica, y cuando llegó la televisión solo ponían películas de romanos.

Paco Vázquez ilustró a los presentes sobre el origen de los ritos de la Semana Santa, recordando que en España «tenemos el mejor imaginario que hay en el mundo» y que las tallas más extraordinarias fueron hechas por manos gallegas, concretamente por Gregorio Fernández, nacido en Sarria hace más de cuatro siglos. Sus obras realzan aún hoy las procesiones de la ciudad castellanoleonesa.

Llegada de los ritos

También a otra gallega, la monja Eteria, del siglo IV, atribuyó el pregonero la llegada de los ritos de estas fiestas a Occidente: «Viajó a Tierra Santa hace más de 1.800 años y en Jerusalén vio como se celebraba la Pasión de Cristo, que incluyó en su libro Itinerario», que contribuyó a extender la costumbre a todo el mundo.

El coruñés continuó su repaso por la historia de la principal fiesta del Cristianismo desvelando detalles como que el mérito de su implantación se debió principalmente al empuje de mujeres como la monja Eteria, Santa Elena y otras religiosas, mientras que a los Franciscano atribuyó los cultos de la Semana Santa. Aquí, el pregonero hizo un alto en su intervención para explicar su predilección por esta orden, no en vano en su familia predomina el nombre de Francisco, que lleva él y tuvieron asimismo tanto su abuelo como su padre y su hijo.

También hizo mención a la influencia de esta celebración en el arte y en la literatura, recomendando a los asistentes visitar Tierra Santa y templos que cobijan reliquias y extraordinarias obras alusivas a la Semana Santa, situados en Roma y en otras partes del mundo.

Transmitir valores

En la parte final, Vázquez recordó que el Papa Francisco declaró el 2016 año de la Misericordia, e instó a los asistentes a «transmitir los valores de nuestra fe. Hoy pocos lo hacen con sus hijos o con sus nietos. Vivimos tiempos difíciles para la libertad religiosa, y eso es culpa de quienes callan su condición de creyentes. Se están descristianizando las celebraciones y me temo que en un futuro incluso tratarán de prohibirlas», advirtió, antes de concluir: «Se busca destruir el principal pilar de nuestra sociedad».

El párroco, Rogelio Freijo, agradeció las palabras del ex embajador de España en el Vaticano, especialmente las relativas al papel de la familia con los hijos, considerando a estos como básicos para el futuro de la Iglesia y del Cristianismo.

En el mismo acto se vivieron emotivos momentos. El primero, cuando se procedió a la bendición de la imagen de la Virgen de la Amargura, recién adquirida por la Irmandade do Cristo da Misericordia, y el segundo, cuando se interpretó, con el Coro de O Loreto, el himno de la Cofradía, justo después de que a ocho nuevos cofrades se les impusiera la medalla que atestigua su condición de integrantes de la entidad. Posteriormente se entregó un cuadro de recuerdo a Luis José López, hermano mayor hasta hace unos meses.